Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

Desde el primer momento, la familia afrontó la enfermedad con la Eucaristía diaria

«¿Ya estoy lista para ser un ángel?»: con un cáncer a los 12 años, el «poder de Pía» era la oración

Pía Urmeneta Alva.
Desde el principio de su enfermedad, Pía buscó contagiar a su familia y conocidos de fe y optimismo.

ReL

En octubre de 2018, la pequeña Pía Urmeneta supo que estaba gravemente enferma. Un agresivo cáncer invadía a la niña de doce años ante la sorpresa de su familia, originaria de Chile. Su madre, Constanza Alva, ha contado a Razón en Cristo la historia de “un ángel caído del cielo” que desde el primer momento supo cómo hacer frente al dolor: la oración era su mejor arma.

Una familia cimentada en la fe

“Fue una noticia muy desafiante para toda la familia. Nos cambió las vidas”, confiesa Constanza. “Desde ese momento le dije a Pía que enfrentásemos ese desafío con la Eucaristía diaria, que nos daría las fuerzas para sobrellevarlo”.

Tras noches sin dormir, agobiada por el dolor y el sufrimiento, la madre de Pía se encontró con un sacerdote en el pasillo del hospital. “¿Cómo dirijo mi oración padre?”, le preguntó. “Solo tienes que confiar en su Divina voluntad”, le respondió.

“Era tan cierto, y me caló tan hondo… Desde ese momento, toda mi oración fue dirigida a ese punto. Pasara lo que pasase, iba a ser lo mejor para nosotros”.

Constanza cuenta que pese al dolor y al sufrimiento, sobrellevaron la noticia gracias a que su familia estaba firmemente asentada en la fe.

“Desde pequeña la veníamos cultivando en familia. Es algo que no se improvisa. No es que llegue el cáncer y de repente tengamos que  rezar y confiar. Nos llevó a sorpresa, pero no es que empezásemos a creer: la fe es un camino a cultivar cada día”.

Mil avemarías de regalo, "la mejor herramienta"

Desde el primer momento, la pequeña luchó por mostrar alegría y decisión. “En la primera quimio, ella tenía el pelo largo y decidió cortárselo por sí misma, feliz de poder donarlo. Siempre con una sonrisa, empezó a hacer sus pañuelos, y sus hermanos se raparon el pelo para empatizar con ella”.

Tras la segunda sesión, una sorpresa llenó de alegría a la familia. “Volvimos a casa y nos encontramos con mil grullas, colgando del techo de la casa y su cuarto. Cada grulla era un avemaría hecha por las madres del colegio de Pía”.

Aquel episodio hizo que la familia se sintiese envuelta en la oración de la comunidad. “Es la mejor y única herramienta para sobrellevar el dolor o el sufrimiento”, cuenta la madre.

Familia de Pía Urmeneta Alva.

Pía Urmeneta, acompañada por su familia durante su ingreso, fue un ejemplo de cómo enfrentar la enfermedad y el dolor desde la fe y la alegría. 

“El poder de Pía” era la oración

Tras enterarse de lo ocurrido, parte de su familia de Estados Unidos comenzó a hacer chapas de solidaridad con la niña, recordando la necesidad de la oración. “Empezó a fabricarse en todos los sitios donde estaba nuestra hija”, en apoyo a Pía y a la oración de la familia.

Durante dos años y medio, la familia recuerda “un camino bonito, de fe y espontáneo”. Y a Pía, en medio del sufrimiento, “como una chica normal, siempre coqueta, conjuntando el pañuelo con sus vestidos”.

En la foto de curso de 2019, la joven fue con su pañuelo y encontró que todos los compañeros de curso, incluso su profesor, hicieron lo mismo.

La familia recuerda con impacto “la empatía, la compañía y la comunidad de aquellos días”.

“Ahí nos dimos cuenta de que a pesar del dolor y del sufrimiento, lo más importante que pudimos vivir con nuestra cruz como familia es que el amor siempre es más fuerte. Es lo que sentimos con la oración, con tanta generosidad del día a día, con los pequeños milagros a cada momento… Uno ve el crucifijo y no contempla el dolor de Dios, sino el gran amor que tuvo por nosotros”.  

Buscó "ser un ángel" y la felicidad de los que la rodeaban hasta el último momento

Conforme se acercaba la Cuaresma, su estado empeoró. “Ya no podía caminar, pero siempre luchaba por estar con una sonrisa, rezando, y sin perder la esperanza de un milagro”, relata la madre.

 “Pía quería dejar huella, y pudo despedirse. Dijo que en su funeral quería a todos de blanco, que no quería a nadie triste, que llevásemos flores blancas… fue algo precioso poder vivir una cosa tan sagrada”, relata su madre.

En marzo, cuando la joven ya no podía caminar, acudió un sacerdote a impartir la extremaunción y acompañarla.

“¿Cómo voy a saber cuándo es el momento?” le preguntó. “Dios Padre va a venir a llevarte con Él entre sus brazos”, respondió el sacerdote. “Entonces, ¿ya estoy lista para ser un angelito?”, le preguntó a su madre.

“Todo el mundo tiene dolor”, concluye Constanza, “pero cuando uno lo lleva de la mano de Dios, descubre que es la única forma de llevar la cruz. Ella se quedó tranquila, en paz”.

El movimiento "Pia Power"

Durante la enfermedad, la familia Alva comenzó un movimiento en redes sociales para inspirar a las personas a superar las dificultades vitales como lo hizo Pía: con fe, positividad y enfoque en el momento presente.

Luchar contra el dolor con amor, con oración, con comunidad, con fuerza”. Es la esencia que se quiere transmitir desde "Pia Power", según declaró su familia a The Tablet. “Esa es su historia. Luchó hasta el final y de una manera tan hermosa, tan acompañada de amor, de oración, de fe, de fuerza”.

El movimiento está marcado por alfileres rosas con la etiqueta “Pía Power” en letras negras que se superponen levemente a una grulla de papel blanco. Ahora están en todo el mundo. Su familia también usó una cuenta de Instagram, para documentar el viaje de Pía e inspirar a otras personas.

 

Historia completa de Pía contada por su madre, Constanza Alva, en el canal Razón en Cristo. 

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