El viaducto, un hombre en pijama... y un wasap al grupo familiar

'Regreso del hijo pródigo', de Giorgio De Chirico.
24 de septiembre, festividad de la Virgen de la Merced, patrona de presos y cautivos (también espiritualmente). El ingrato frescor de los inicios del otoño se deja notar en una soleada mañana del centro de Madrid. Camino por encima del icónico viaducto que cruza la calle Segovia... cuando ocurre algo que jamás esperaba vivir.
En febrero de este mismo año, en este libérrimo espacio que me brinda ReligiónEnLibertad, escribí una columna titulada De 'pintacalzones' de la cruz... a inhibidores del sufrimiento, en la que hablaba del suicidio y de la aversión por la cruz que confesamos todos en esta sociedad. Quedé contento con el resultado, a la gente le gustó... pero no sabía que lo que entonces escribía... a base de una muy pobre literatura... llegaría a convertirse en todo un recuerdo vivido, tan vivido.
Me tiemblan un poco las piernas, llego a casa, y solo alcanzo a escribir al grupo familiar este conciso wasap:



Aquel taxi, amigo, finalmente, no sé a donde te llevó... pero solo decirte que a mí me ha conducido a dar gracias a Dios por todas las veces que me ha rescatado como a ti... Ánimo, tienes una misión... y, como bien te prometí, rezaré siempre por ti... y, hoy, además, conmigo, lo haremos, también, unos cuantos más...