Un farmacéutico alemán, obligado a dejar el negocio por negarse a vender la píldora del día después

El farmacéutico berlinés Andreas Kersen se ha visto obligado a abandonar su profesión por negarse a vender la llamada "píldora del día después", de efectos abortivos, alegando motivos de conciencia.

Fue el propio Colegio de Farmacéuticos quien sancionó a su compañero, que cerró su farmacia en 2018 pero seguía siendo miembro del gremio.

En noviembre de 2019 Kersen ganó el caso en primera instancia, pero el Colegio recurrió. En junio de 2024 el Tribunal Superior Administrativo de Berlín-Brandenburgo volvió a darle la razón y revocó la sanción contra el farmacéutico. Sin embargo, en su sentencia estableció la tesis de que, como la píldora del día después es "un fármaco legalmente aprobado", los farmacéuticos "no tienen derecho a cuestionar esa calificación" y por tanto dictamina que Kersen no puede ejercer la profesión si se niega a venderlo. 

En consecuencia, el farmacéutico se ha visto obligado a principios de mayo a pedir al Colegio de Farmacéuticos que revoque su licencia, que recibió en 1984, cuando empezó a ejercer su profesión.

Así lo recoge CNA Deutsch según informaciones de ADF International, la asociación legal (Alliance Defending Freedom) que defiende en todo el mundo causas ligadas a la defensa de la vida, la familia, la enseñanza y la libertad religiosa.

"Es lamentable que a los farmacéuticos se les niegue el derecho a la libertad de conciencia cuando adoptan una postura respetuosa con la vida", afirmó Kersten, quien no está dispuesto a vender un fármaco "que podría acabar con una vida humana".

Hay que recordar que la llamada “píldora del día después”, que se vende en Alemania sin receta, puede actuar como anticonceptivo o como abortivo, sin que haya forma de saber en cada caso si impide la fecundación o bien impide la implantación del óvulo ya fecundado.

Sentencia inconstitucional

Según Felix Böllmann, jefe del departamento jurídico europeo de ADF International, la argumentación del tribunal es "escandalosa", pues obliga a los farmacéuticos a elegir entre sus creencias y su profesión, lo que contradice la jurisprudencia del Tribunal Constitucional de Karlsruhe y de los tribunales internacionales, que permiten compatibilizar el trabajo y la objeción de conciencia.

En su opinión, esa parte de la sentencia "no tiene fuerza legal y no es vinculante". Denuncia asimismo que la nota de prensa que emitió el tribunal omitía la absolución -la victoria de Kersten- para centrarse solo en publicitar esa restricción a la libertad de conciencia, lo que Böllmann considera "activismo judicial".