Religión en Libertad

Con Jesús, cada uno puede ser luz, dice el Papa; recuerda 60 años de una gran fecha ecuménica

Hace seis décadas Pablo VI y el Patriarca Atenágoras de Constantinopla levantaron las excomuniones mutuas del siglo XI

León XIV, en la ventana del Palacio apostólico, habla del Adviento y de los signos de su viaje a Líbano a Turquía

León XIV, en la ventana del Palacio apostólico, habla del Adviento y de los signos de su viaje a Líbano a Turquíavatican media

Redacción REL
Publicado por

Creado:

Actualizado:

En el segundo domingo de Adviento, León XIV animó a los fieles a "una conversión auténtica". Pide, apoyándose en las lecturas de Adviento, acoger una novedad divina que irrumpe no con poder, sino con mansedumbre y misericordia. También ha recordado los 60 años desde que Pablo VI y el Patriarca Atenágoras levantaron las excomuniones mutuas entre Roma y Constantinopla.

Ser luz, junto a María

"Cada uno de nosotros puede ser una pequeña luz, si acoge a Jesús. Aprendamos a hacerlo como María, nuestra Madre, mujer que aguarda con confianza y esperanza", dijo el Papa desde la ventana del Palacio apostólico en su alocución habitual que acompaña al rezo del Ángelus.

Inspirado en el Evangelio de Mateo (3,1-12), recordó que el Reino de Dios está cerca, pero requiere preparación interior, conversión y estar abiertos a cambiar.

La voz de Juan el Bautista insiste en el Evangelio de estos días: “Convertíos, el Reino de los Cielos está cerca”. Su tono es severo, pero eso no asustaba a la gente, al contrario, las multitudes acudían a él dispuestas a tomar la vida en serio, sabiendo que Dios juzga desde las intenciones profundas y no desde las apariencias.

El Reino lo conduce Dios, no los poderosos

Al pedir a Dios "venga tu Reino", se reconoce que la historia no pertenece a los poderosos, sino a Dios, un Dios que ama y libera, señaló el Pontífice. "Es un 'evangelio', una auténtica buena noticia, que nos motiva y nos involucra”, dijo.

También acudió al ejemplo que da el profeta Isaías: un brote que surge de un tronco aparentemente muerto, símbolo de un comienzo nuevo impulsado por el Espíritu. Así obra Dios —explicó el Santo Padre—: hace florecer lo que parecía perdido y sorprende incluso a quienes esperan su llegada, como ocurrió con el propio Juan el Bautista.

El Vaticano II: comunidad unida que construye Reino

Quiso el Papa relacionarlo con el Concilio Vaticano II, cuando la Iglesia se dejó sorprender por el Espíritu y se abrió a un renovado camino común. Dijo que si la comunidad camina unida hacia el Reino, lo débil florece y lo imposible se vuelve posible, como en la visión bíblica donde “el lobo habitará con el cordero”.

Jesús, presentado como el “más pequeño”, guía a la humanidad con la luz de un nuevo amanecer que inició en la humildad de Belén y brilló definitivamente en la cruz. El Adviento, explicó por último, es una espiritualidad “luminosa y concreta”. Las luces que adornan las ciudades son un recordatorio de que cada persona puede convertirse en una pequeña luz para los demás si deja espacio a Cristo en su vida. Y como modelo de espera confiada, señaló a María, la mujer que supo acoger con fe paciente la novedad de Dios.

La cercanía con los ortodoxos y cristianos de Oriente

Tras el rezo del Ángelus, el Papa León XIV recordó también un aniversario importante para la unidad de los cristianos. "Hoy se conmemora el 60.º aniversario de la Declaración Conjunta entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras , que puso fin a sus excomuniones mutuas. Demos gracias a Dios y renovemos nuestro compromiso en el camino hacia la plena unidad visible de todos los cristianos", afirmó.

Después comentó algunos hitos de su viaje a Turquía y Líbano, su primer viaje apostólico internacional.

"Con mi querido hermano Bartolomé, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, y representantes de otras confesiones cristianas, nos reunimos para orar juntos en İznik , la antigua Nicea, donde se celebró el primer Concilio Ecuménico hace 1700 años", detalló.

"En Turquía tuve la alegría de conocer a la comunidad católica: a través del diálogo paciente y el servicio a los que sufren, da testimonio del Evangelio del amor y de la lógica de Dios que se manifiesta en la pequeñez", añadió.

"El Líbano sigue siendo un mosaico de convivencia, y me reconfortó escuchar tantos testimonios de este tipo. Conocí a personas que anuncian el Evangelio acogiendo a desplazados, visitando a presos y compartiendo pan con los necesitados. Me reconfortó ver a tanta gente en las calles saludándome, y me conmovió el encuentro con los familiares de las víctimas de la explosión en el puerto de Beirut. Los libaneses esperaban una palabra y una presencia de consuelo, pero fueron ellos quienes me confortaron con su fe y entusiasmo", dijo después.

"Lo sucedido en los últimos días en Turquía y el Líbano nos enseña que la paz es posible y que los cristianos, en diálogo con hombres y mujeres de otras confesiones y culturas, pueden contribuir a construirla. No lo olvidemos: ¡la paz es posible!", exhortó.

Por último, recordó a "los pueblos del sur y sudeste de Asia, gravemente afectados por los recientes desastres naturales. Rezo por las víctimas, por las familias que lloran a sus seres queridos y por quienes prestan asistencia. Insto a la comunidad internacional y a todas las personas de buena voluntad a apoyar a nuestros hermanos y hermanas de esas regiones con gestos de solidaridad".

Y finalizó saludando con afecto a romanos y peregrinos, mencionando especialmente a los peregrinos peruanos, "de Pisco, Cuzco y Lima".

tracking