León XIV almorzó con 1300 pobres y necesitados y pidió oración y un aplauso a Francisco por la idea

Este domingo, como parte del 9º Día Mundial de los Pobres y del Jubileo de los Pobres que había celebrado por la mañana con una misa en la Plaza de San Pedro, León XIV compartió mesa y mantel con 1300 invitados, pobres de Roma (entre ellos, parados de difícil reincorporación al mercado de trabajo) y personas sin techo que viven en los alrededores del Vaticano, además de numerosos inmigrantes.

Fueron convocados por la familia vicenciana. La Congregación de la Misión cumple cuatrocientos años, pues fue fundada en 1625 por San Vicente de Paúl. Se encargó de la preparación de todo el evento y de servir las comidas, junto a scouts y trabajadores de Cáritas. También repartieron un kit individual de limpieza para cada uno en la entrada, así como un panetone como obsequio.

En algunas de las mesas almorzaron medio centenar de transexuales que viven de la prostitución, acompañadas por un sacerdote y por Genevive Jeanningros, una religiosa muy amiga de Francisco que pudo velar de una forma individual su cadáver tras su fallecimiento.

La comida se celebró en el Aula Pablo VI y estuvo acompañada por una orquesta del barrio napolitano de Forcella. Comenzó a la finalización del Ángelus, donde el Papa recordó a otros 'pobres', los que padecen persecución por su fe.

León XIV comenzó el encuentro pidiendo una oración por Francisco seguida de un aplauso, al recordar que fue el Papa Jorge Mario Bergoglio quien dio inicio a la tradición de esta jornada.

Al bendecir la mesa, el Papa recordó a las "muchas personas que sufren a causa de la violencia, la guerra y el hambre".

Luego se procedió al almuerzo, consistente en un primer plato, una chuleta de segundo y un babá napolitano como postre, además de fruta. El Papa invitó a los comensales a llevarse a casa las piezas sobrantes.

"El sentido de la vida es ayudar a los demás, los pobres son el Evangelio encarnado", declaró a Vatican News la acompañante de uno de los invitados, entre los que se encontraban asimismo personas con discapacidad. También otras que se recuperan de distintas adicciones. 

O casos singulares como el de una mujer somalí que llegó a Roma en 1977 con doce años. Estuvo viviendo en el Dono di Maria, una casa de acogida de las Misioneras de la Caridad (las monjas de la Madre Teresa de Calcuta), y luego siguió prestando servicio en ella. El contacto con las religiosas la llevó a la fe y en 2010 la bautizó Benedicto XVI. Ahora sufre una grave enfermedad, pero sigue echando una mano en lo que puede para atender a los necesitados.

También compartieron comida con el Papa -ya que no directamente su mesa- unas mujeres de Chiclayo, la diócesis de Perú donde León XIV estuvo como misionero y obispo. Pero llevan veinte años en Roma, así que realmente le conocieron ya como Papa: "Llevamos muchos años solicitando una vivienda social. Ahora hemos subido en la lista de adjudicatarios, esperemos que todo salga bien. La fe nos ayuda, vivo para Jesús".

La comida concluyó con la bendición del Papa, quien agradeció el buen desarrollo del evento al cardenal Konrad Krajewski, limosnero pontificio, y al padre Tomaz Mavric, superior general de los vicencianos.