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León XIV mantiene la línea Francisco-Parolin en sus primeras decisiones y nombramientos en China

León XIV recibió el 2 de septiembre al cardenal Stephen Chow, obispo de Hong Kong, una iglesia cada vez más sometida al poder central de Pekín.

León XIV recibió el 2 de septiembre al cardenal Stephen Chow, obispo de Hong Kong, una iglesia cada vez más sometida al poder central de Pekín.Vatican Media

Carmelo López-Arias
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Este miércoles, León XIV tomó dos decisiones sobre la Iglesia china que solo se entienden en el marco del acuerdo secreto firmado en 2018 por la Santa Sede y Pekín y prorrogado el año pasado hasta 2028:

  • suprimió las diócesis de Xuanhua y Xiwanzi, erigidas por Pío XII en 1946, y erigió la nueva diócesis de Zhangjiakou, sufragánea de Pekín, que ya había sido creada por la 'iglesia patriótica' del régimen comunista en 1980;
  • hizo pública la designación como obispo de la nueva diócesis (el nombramiento es del 8 de julio) de José Wang Zhengui, sacerdote oficialista elegido por el gobierno chino.

Desde su elección como Papa, la única designación de León XIV en China había sido, el pasado 5 de junio, la de José Lin Yuntuan como obispo auxiliar de Fuzhou.

Antes, durante la sede vacante, en una buscada humillación a la Santa Sede, el régimen de Pekín había nombrado obispo auxiliar de la diócesis de Shanghai al vicario general, Wu Jianlin, y obispo de Xinxiang al sacerdote Li Jianlin.

Con la reestructuración ahora aceptada por León XIV se confirma la línea marcada por Francisco y el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, en los últimos años, que ha desembocado en una situación de preponderancia para el régimen de Xi Jinping en el pulso con Roma. Tras dos primeros bienios de toma y daca, a partir de 2022 el Partido Comunista Chino está literalmente arrasando al Vaticano. 

El 4 de abril de 2023 trasladó unilateralmente al obispo José Shen Bin, obispo de Haimen desde 2013, a la diócesis de Shanghai. Todo un desafío al que la Santa Sede se plegó: ante los hechos consumados, confirmó el nombramiento el 15 de julio siguiente.

Dos años después se repite la historia: el partido se juega siempre en campo chino con normas que impone China (como el nuevo "registro oficial" de sacerdotes) y sin posibilidad de respuesta por parte vaticana, dado que el totalitario régimen de Pekín tiene secuestrada a la población católica con la amenaza de incrementar la represión. 

De hecho, sigue sin dar información sobre sacerdotes y obispos que continúan desaparecidos

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