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Parolin, el «gran favorito» a quien el régimen chino humilla nombrando obispos en sede vacante

El cardenal Pietro Parolin, un fijo en todas las quinielas para la sucesión de Francisco.

El cardenal Pietro Parolin, un fijo en todas las quinielas para la sucesión de Francisco.Vatican Media.

Carmelo López-Arias
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"Parolin sabe que miente. Él sabe que yo sé que es un mentiroso. Él sabe que voy a decirle a todo el mundo que él es un mentiroso. No solo es un desvergonzado, sino también un osado. ¿Qué no se atreverá ya a hacer ahora? Creo que ni siquiera teme a su conciencia. Temo que ni siquiera tenga fe". 

¿Puede ser elegido Papa alguien definido de esta forma por uno de sus compañeros en el colegio cardenalicio, y no uno cualquiera, sino uno de sus miembros más prestigiosos y apreciados, un héroe en defensa de la libertad de su país y un obispo mesurado y sensato que ha gozado de la confianza y el aprecio de dos Papas y demuestra honestidad y valentía para decir y hacer lo que es justo sin reparar en el coste personal que eso suponga? 

Porque esas cualidades resumen la vida del cardenal Joseph Zen, de 93 años, obispo emérito de Hong Kong, víctima del régimen comunista chino (que llegó a detenerle y procesarle). Es él quien se manifestaba en términos tan duros sobre el cardenal Pietro Parolin a raíz de una conferencia del secretario de Estado vaticano en Milán el 3 de octubre de 2020, en la cual presumía del acuerdo secreto firmado en 2018 entre la Santa Sede y Pekín.

Un acuerdo que permite al Partido Comunista participar -y, a tenor de la experiencia, casi siempre prevalecer- en el nombramiento de obispos. Zen no perdona al purpurado italiano que tergiversase la situación ocultando el sometimiento que dicho acuerdo está provocando en una Iglesia que hasta entonces era perseguida, pero libre, y ahora ha perdido en buena medida su libertad sin dejar de sufrir persecución.

Por si hiciera falta alguna prueba, el propio gobierno chino acaba de humillar de nuevo a la Santa Sede, como ya hiciera en 2023: en aquel entonces trasladó de diócesis al obispo de Shanghai sin acordarlo con el Papa, que tuvo que terminar aceptando el hecho consumado.

¿Por qué 'pasarse' tanto?

Esta vez es peor. Según informa Asia News, estando la sede de Pedro vacante, el régimen de Pekín ha nombrado obispo auxiliar de la diócesis de Shanghai al vicario general, Wu Jianlin, y obispo de Xinxiang al sacerdote Li Jianlin. No cabe mayor desprecio al acuerdo (aplaudido también, por cierto, por otro papable, el cardenal Luis Antonio Tagle). Parolin lo renovó en 2024, y no por dos años, como hasta entonces, sino por cuatro, alegando los "consensos alcanzados" y el "diálogo respetuoso y constructivo".

La actitud china es tan hiriente que sorprende por su audacia. Hay vaticanistas, como Ed Condon en The Pillar, que se preguntan si no se trata de un movimiento de Pekín para perjudicar las aspiraciones pontificias de quien hasta ahora parecía su gran valedor. Otros van más lejos: pocas semanas antes de la muerte de Francisco, Damian Thompson especulaba en The Spectator incluso con la idea de un chantaje, y denominaba a Parolin "el candidato de Manchuria", en alusión a la novela de Richard Condon The Manchurian candidate (1959, llevada al cine en 1962 por John Frankenheimer y estrenada en España como El mensajero del miedo), que relata el intento comunista de situar en la Casa Blanca a una persona controlable por ellos.

Son insinuaciones muy fuertes, pero es que el acuerdo con China es un gran hándicap de Parolin para ser elegido. Aunque también es cierto que hay analistas, como R.R. Reno, director de First Things, que no descartan beneficios a muy largo plazo que habría avizorado el estilo jesuítico de gobierno implementado por Francisco también en el ámbito diplomático: "Si en los próximos siglos China se convierte en una nación católica, las tácticas de Francisco habrán quedado reivindicadas", sostiene. 

Los otros lastres

Pero el secretario de Estado vaticano tiene otras cuestiones de las que responder. El cardenal Angelo Becciu era su número dos cuando sucedieron los hechos por los que ha sido condenado y, finalmente, auto-descartado del cónclave, y que implican una operación financiera (el célebre edificio de Londres) catastrófica para las cuentas vaticanas. Becciu siempre ha defendido su inocencia alegando que todas sus decisiones fueron respaldadas por quien debía respaldadas.

China y Londres son lastres muy pesados en su bagaje, lo que unido a su edad, 70 años (joven en términos conclavistas), puede implicar asumir muchos riesgos.

Por otro lado, quienes desean un pontificado continuista con el de Francisco son conscientes de que el Papa le mantuvo porque 'mantenía a raya' el frente diplomático, pero no le tenía en cuenta para numerosos asuntos que le concernían, como la propia selección de cardenales en los consistorios o las medidas de control sobre las finanzas vaticanas. 

Y su marginación en beneficio del cardenal Giovanni Battista Re, de 91 años (a quien el Papa confirmó el 7 de enero como decano del Colegio Cardenalicio tras pedirle que aguantara un año más) fue interpretada por todos como que Francisco no deseaba que el cónclave de su sucesión fuese pilotado por su 'número dos'.

El hombre mejor informado

Y, sin embargo, Parolin sigue siendo considerado "el gran favorito" para el cónclave que comienza el 7 de mayo. Tiene su lógica. A través de las nunciaturas, es el gran conocedor del episcopado mundial y de la situación de las Iglesias locales, y dirige la diplomacia vaticana. Tiene información y experiencia que los demás no tienen.

Casi siempre un secretario de Estado es papabile, aunque pocos son elegidos. En tiempos modernos, solo el cardenal Mariano Rampolla del Tindaro, que habría sido el sucesor de León XIII de no haber mediado el veto imperial (lo que dio a la Iglesia un Papa santo, San Pío X), y el cardenal Eugenio Pacelli (Pío XII), que lo fue de Pío XI

Pero en el caso de Parolin se da además la circunstancia de su permanencia en el cargo durante todo el pontificado de Francisco. Ha sido, pues, testigo de primera mano -aunque no siempre partícipe- de todas sus iniciativas y de sus consecuencias. Si alguien conoce las heridas que hay que coser en una Iglesia que Giovanni Maria Vian, ex director del Osservatore Romano, considera "polarizada" y "dividida", es él. 

Su carácter templado, el ser un buen conocedor de los asuntos más perentorios y su punto medio en casi todas las cuestiones polémicas (salvo en el de la misa tradicional, de la que es declarado adversario) podrían facilitar un consenso en torno a su persona, dado que los 'polos' que señala Vian tienen relativamente fácil conseguir tercios de bloqueo del 'polo' respectivo. Según Gaetano Masciullo en The Remnant, un acuerdo de esa naturaleza ya estaría prácticamente hecho... y en tal caso, olvidadas o desatendidas las tremendas palabras del cardenal Zen.

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