Religión en Libertad

Clamó por un orden cristiano marcado por «la libertad de buscar la verdad, adorar a Dios y criar familias»

León XIV llama a que política y economía «infundan en la sociedad el Reino de Dios»: 4 orientaciones

León XIV, tras su discurso a los participantes de la convención anual de la red internacional de legisladores católicos.

León XIV, tras su discurso a los participantes de la convención anual de la red internacional de legisladores católicos.

José María Carrera Hurtado

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En su discurso a los participantes de la convención anual de la red internacional de legisladores católicos, el Papa León XIV ha clamado este 23 de agosto por una política y una economía “que infunda en la sociedad terrenal los valores del Reino de Dios”, buscando así satisfacer “el anhelo” de un “auténtico florecimiento humano” y de un mundo en el que cada persona “pueda vivir en paz, libertad y plenitud según el plan de Dios”.

Llamaba así a un “equilibrio” en el que legisladores y líderes políticos católicos tienen una importancia definitiva. A todos ellos les sugería dirigir su mirada a la figura de San Agustín de Hipona que, “como voz destaca de la Iglesia en época romana tardía, fue testigo de inmensos trastornos y desintegración social”.

En respuesta, mencionó, “escribió La Ciudad de Dios, una obra que ofrece una visión de esperanza” y una “visión de significado que aún nos afecta hoy”.

En los términos expresados por el santo de Hipona, León XIV rescataba la invitación a los cristianos de “infundir en la sociedad terrena los valores del Reino de Dios, orientando así la historia hacia su plenitud en Dios, permitiendo al mismo tiempo el auténtico florecimiento humano en esta vida”.

“Esta visión teológica puede anclarnos ante las corrientes cambiantes actuales: el surgimiento de nuevos centros de gravedad, la alteración de antiguas alianzas y la influencia sin precedentes de las corporaciones y tecnologías globales, por no mencionar los numerosos conflictos violentos”, explicó.

Pero llevar dicha visión a la práctica no es sencilla, y en muchos casos, la pregunta crucial que se plantea es: ¿Cómo lograrlo?

Para ello, León ofreció estos consejos prácticos:

1º No confundir prosperidad o florecimiento con riqueza

Para responder a esta pregunta, continuó el pontífice, “debemos aclarar el significado del florecimiento humano. Hoy en día, una vida próspera se confunde a menudo con una vida de riqueza material o una vida de autonomía individual y placer sin restricciones. El supuesto futuro ideal que se nos presenta suele ser el de la comodidad tecnológica y la satisfacción del consumidor. Sin embargo, sabemos que esto no es suficiente. Vemos esto en las sociedades opulentas, donde muchas personas luchan contra la soledad, la desesperación y una sensación de falta de sentido”.

2º Poder vivir la virtud, auténtica raíz del florecimiento humano

El pontífice explicó que el "auténtico florecimiento humano proviene de lo que la Iglesia llama desarrollo humano integral, o el pleno desarrollo de una persona en todas las dimensiones: física, social, cultural, moral y espiritual”. Una visión de la persona que tiene sus raíces en la ley natural o, lo que es lo mismo, “el orden moral que Dios ha escrito en el corazón humano, cuyas verdades más profundas son iluminadas por el Evangelio de Cristo”.

En este sentido, detalló León XIV, “el auténtico florecimiento humano se ve cuando los individuos viven virtuosamente, cuando viven en comunidades saludables, disfrutando no solo de lo que tienen, lo que poseen, sino también de quiénes son como hijos de Dios”.

Un orden, dijo, “que garantiza la libertad de buscar la verdad, de adorar a Dios y de criar familias en paz”, pero que “también incluye una armonía con la creación y un sentido de solidaridad entre clases sociales y naciones”.

3º “Que el poder sea dominado por la conciencia”

En su vocación como legisladores y servidores públicos, León llamó a los presentes a “ser constructores de puentes entre la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre”.

“Quisiera instarlos esta mañana a seguir trabajando por un mundo donde el poder sea dominado por la conciencia y la ley esté al servicio de la dignidad humana”, les dijo, animándoles también “a rechazar la mentalidad peligrosa y contraproducente que dice que nada cambiará jamás”.

4º Llamado a una “política de la esperanza”

En último lugar, y tras citar la “diplomacia de la esperanza” enunciada por Francisco, León añadió la necesidad de disponer de una “política de la esperanza” y una “economía de la esperanza”, que se encuentren “cimentadas en la convicción de que incluso ahora, por la gracia de Cristo, podemos reflejar su luz en la ciudad terrena”. 

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