Religión en Libertad

León XIV, en la Asunción: «María nos fue dada como signo de que la resurrección no fue algo aislado»

El reino es suyo, dijo el Papa, pero nuestro es el

El reino es suyo, dijo el Papa, pero nuestro es el "sí" a su amor que todo puede cambiar.youtube

Redacción REL
Publicado por

Creado:

Actualizado:

El Papa León XIV celebró este viernes, día de la Asunción de la Virgen María, la Eucaristía en la Parroquia Pontificia de Santo Tomás de Villanueva de Castel Gandolfo, a donde llegó ayer para pasar unos días de descanso.

"Hoy no es domingo, pero de manera diferente celebramos la Pascua de Jesús que cambia la historia. En María de Nazaret está nuestra historia, la historia de la Iglesia inmersa en la humanidad común".

Nuestro es el 'sí'

Así comenzó su homilía el Papa León XIV durante la misa celebrada esta mañana a las 10:00.

Tras afirmar que "encarnándose en ella, el Dios de la vida y de la libertad ha vencido a la muerte", el Papa recordó que "hoy contemplamos cómo Dios vence a la muerte, pero no sin nosotros". 

El reino es suyo, dijo, pero nuestro es el "sí" a su amor que todo puede cambiar. Y en la cruz, Jesús pronunció libremente el "sí" que debía vaciar de poder a la muerte, esa muerte que aún se difunde cuando nuestras manos crucifican y nuestros corazones son prisioneros del miedo y de la desconfianza.

"Y María – comentó León – estaba allí, unida al Hijo". Por esta razón añadió que "hoy podemos intuir que María somos nosotros cuando no huimos, somos nosotros cuando respondemos con nuestro 'sí' a su 'sí'. En los mártires de nuestro tiempo, en los testigos de la fe y de la justicia, de la mansedumbre y de la paz, ese 'sí' sigue viviendo y sigue enfrentando a la muerte".

Refiriéndose al pasaje evangélico de la Visitación propuesto por la liturgia para esta solemnidad, el Papa dijo que "San Lucas transmite en esta página la memoria de un momento crucial en la vocación de María".

"Toda historia en la tierra, incluso la de la Madre de Dios, es breve y termina. Pero nada se pierde. De ese modo, cuando una vida concluye, brilla con mayor claridad la unidad de toda su existencia".

Además, al destacar "la sorprendente fecundidad de la estéril Isabel” que “confirmó a María en su confianza", "le anticipó la fecundidad de su ‘sí’, que se prolonga en la fecundidad de la Iglesia y de toda la humanidad, cuando la Palabra renovadora de Dios es acogida".

De esa manera, explicó el Papa, "la resurrección entra también en nuestro mundo. Las palabras y las decisiones de muerte parecen prevalecer, pero la vida de Dios trunca la desesperación por medio de experiencias concretas de fraternidad, por medio de nuevos gestos de solidaridad".

Puedes ver aquí completa la misa del Papa de la Asunción.

"La resurrección, antes incluso de ser nuestro destino último, modifica – en el alma y en el cuerpo – nuestro habitar en la tierra. El canto de María, su Magníficat, refuerza en la esperanza a los humildes, a los hambrientos, a los siervos diligentes de Dios. Son las mujeres y los hombres de las Bienaventuranzas, que ya ven lo invisible aun estando en la tribulación".

El Pontífice también abordó lo que sucede, lamentablemente, en algunas ocasiones, "donde predominan las seguridades humanas, un cierto bienestar material y esa relajación que adormece las conciencias", que hace que "esta fe puede envejecer".

Sin embargo, añadió, "la Iglesia vive en sus miembros frágiles, rejuvenece gracias a su Magníficat. También hoy las comunidades cristianas pobres y perseguidas, los testigos de la ternura y del perdón en los lugares de conflicto, los operadores de paz y los constructores de puentes en un mundo hecho pedazos son la alegría de la Iglesia, son su permanente fecundidad, las primicias del Reino que viene".

Hacia el final de su homilía recordó que cuando “elegimos la vida durante nuestra existencia, tenemos motivos para contemplar nuestro destino en María, asunta al cielo. Ella nos ha sido dada como el signo de que la resurrección de Jesús no fue un caso aislado, ni una excepción".

"Todos, en Cristo, podemos vencer a la muerte. Ciertamente, es una obra de Dios, no nuestra. Con todo, María es ese entramado de gracia y libertad que nos impulsa a la confianza, a la valentía, al compromiso con la vida de un pueblo".

En el amor de Cristo, concluyó "como individuos y como Iglesia ya no vivimos para nosotros mismos. Es precisamente esto – y sólo esto – lo que hace que se difunda y prevalezca la vida. Nuestra victoria sobre la muerte comienza desde ahora".

tracking