El Jubileo «ha sido una cascada de gracia para la Iglesia y para el mundo... ¡Nos vemos en Seúl!»

León XIV se despidió de los jóvenes en Roma convocándoles a Seúl dentro de dos años.
El Ángelus de este domingo lo rezó León XIV en la misma explanada de Tor Vergata donde había celebrado la misa y el final del Jubileo de los Jóvenes, por el cual elevó "un inmenso 'gracias' al Padre".
"Ha sido una cascada de gracia para la Iglesia y para el mundo entero", dijo, "y lo ha sido a través de la participación de cada uno de vosotros. Por eso os lo quiero agradecer uno por uno, de todo corazón".
El Papa tuvo un particular recuerdo para "María y Pascale, las dos jóvenes peregrinas, una española y la otra egipcia, que nos han dejado en estos días", y las encomendó al Señor.
Y dedicó unas palabras a quienes también han hecho posible el éxito del Jubileo: los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y educadores y monitores que han acompañado a los jóvenes que, por edad, no podían acudir solos.

Cientos de obispos han acompañado a sus jóvenes diocesanos.
También, "en comunión con Cristo nuestra paz, esperanza para el mundo, estamos más que nunca unidos a los jóvenes que sufren el mayor de los males, el que es producido por otros hombres", y citó a los jóvenes de Gaza y de Ucrania. Los peregrinos están llamados a ser "signo de que un mundo distinto es posible, un mundo de fraternidad y amistad, donde los conflictos se afrontan no con las armas sino con el diálogo".
"Sí, ¡con Cristo es posible!", insistió: "Con su amor, con su perdón, con la fuerza de su Espíritu. Mis queridos amigos, unidos a Jesús como los sarmientos a la vid daréis mucho fruto; seréis sal de la tierra, luz del mundo; seréis semillas de esperanza allí donde vivís: en la familia, con sus amigos, en la escuela, en el trabajo, en el deporte".
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León XIV concluyó recordando que "la peregrinación de esperanza" de los jóvenes continúa y su próxima etapa es Seúl, del 3 al 8 de agosto de 2027, en una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebrará bajo el lema Tened valor: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33): "La esperanza que habita en nuestros corazones nos da la fuerza para anunciar la victoria de Cristo Resucitado sobre el mal y sobre la muerte; y de esto vosotros, jóvenes peregrinos de esperanza, seréis testigos hasta los confines de la tierra. ¡Nos vemos en Seúl!".