El Papa pide a los obispos perfecta continencia en el celibato y castidad del corazón y la conducta

León XIV saluda a los trescientos obispos congregados en la basílica de San Pedro para su Jubileo.
Trescientos obispos de todo el mundo acudieron este miércoles a Roma para el Jubileo de los Obispos. En la basílica de San Pedro fueron recibidos por el Papa, quien les ofreció una meditación sobre su ministerio: "Para guiar a la Iglesia confiada a nuestros cuidados, debemos dejarnos renovar profundamente por Él, el Buen Pastor, para conformarnos plenamente a su corazón y a su misterio de amor", explicó al principio, comentando la necesidad del jubileo que también tienen los pastores.
"El pastor es testigo de esperanza con el ejemplo de una vida firmemente anclada en Dios y totalmente dedicada al servicio de la Iglesia", dijo León XIV: "Y esto ocurre en la medida en que se identifica con Cristo en su vida personal y en su ministerio apostólico, entonces el Espíritu del Señor da forma a su manera de pensar, a sus sentimientos, a sus comportamientos".
El obispo, principio de unidad
El pontífice dedicó su reflexión a considerar algunos rasgos que caracterizan ese testimonio.
Y el primero y más destacado, un leit motiv de las predicaciones del Papa Robert Prevost, es la unidad.
"El obispo es, ante todo, el principio visible de unidad en la Iglesia particular que le ha sido confiada", señaló: "Su tarea es velar para que ella se edifique en la comunión entre todos sus miembros y con la Iglesia universal, valorizando la contribución de los diversos dones y ministerios para el crecimiento común y la difusión del Evangelio". Para ello cuenta con la gracia conferida al recibir la consagración episcopal, que lo sostiene como "maestro de la fe" y como "santificador y guía espiritual".
Las virtudes teologales
El segundo aspecto que mencionó el pontífice es la condición de "hombre teologal" que tiene el obispo, es decir, "hombre plenamente dócil a la acción del Espíritu Santo" en las tres virtudes teologales:
- como "hombre de fe... alguien que, por la gracia de Dios, ve más allá, ve la meta y permanece firme en la prueba";
- como "hombre de esperanza", en el sentido de que "cuando el camino del pueblo se hace más difícil, el pastor, por virtud teologal, ayuda a no desesperar; no con las palabras, sino con la cercanía": "El obispo está cerca y no ofrece recetas, sino la experiencia de comunidades que tratan de vivir el Evangelio con sencillez y compartiendo con generosidad";
- como "hombre de caridad pastoral", porque en todas las tareas que hace "está animado y motivado por la caridad de Jesucristo Pastor": "Con su gracia, obtenida diariamente en la Eucaristía y en la oración, el obispo da ejemplo de amor fraternal".
Virtudes "indispensables"
Pero luego están otras "virtudes indispensables", a las que León XIV dedicó unas palabras: "La prudencia pastoral, la pobreza, la perfecta continencia en el celibato y las virtudes humanas".
- La "prudencia pastoral" como "sabiduría práctica" tiene como signo "el ejercicio del diálogo como estilo y método en las relaciones" y "en la gestión de la sinodalidad en la Iglesia particular". En este aspecto, dijo que "el Papa Francisco nos ha hecho dar un gran paso adelante, insistiendo, con sabiduría pedagógica, en la sinodalidad como dimensión de la vida de la Iglesia".
- La pobreza evangélica se vive con "un estilo sencillo, sobrio y generoso, digno y al mismo tiempo adecuado a las condiciones de la mayoría de su pueblo". El obispo "está personalmente desapegado de las riquezas y no cede a favoritismos basados en estas o en otras formas de poder".
- El celibato y la virginidad por el Reino de los Cielos puede entenderse también como una "forma de pobreza", pero "no se trata sólo de ser célibe, sino de practicar la castidad del corazón y de la conducta y, de este modo, vivir el seguimiento de Cristo, para poder manifestar a todos la verdadera imagen de la Iglesia, que es santa y casta en sus miembros como en su Cabeza. Además, deberá ser firme y decidido al afrontar las situaciones que puedan provocar escándalo, así como cualquier caso de abuso, especialmente contra menores".
- Las virtudes humanas a las que hizo mención como exigibles en el obispo incluyen "la lealtad, la sinceridad, la magnanimidad, la apertura de mente y de corazón, la capacidad de alegrarse con los que se alegran y sufrir con los que sufren; y también el dominio de sí mismo, la delicadeza, la paciencia, la discreción, una gran propensión a escuchar y al diálogo, la disponibilidad al servicio".
"Sin excepción"
Al finalizar, el Papa insistió en pedir a los obispos que sean "hombres de comunión" y promuevan siempre "la unidad en el presbiterio diocesano", y que cada sacerdote, "sin excepción", pueda experimentar "la paternidad, la fraternidad y la amistad del obispo".