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Explicamos el mecanismo de votación y revisión de los votos

Lo que pasa tras las puertas del Cónclave: escrutadores, infirmarii... 12 aspectos a tener en cuenta

Cardenales en Cónclave en la Capilla Sixtina

Cardenales en Cónclave en la Capilla Sixtina

Redacción REL
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Diego Ravelli, el Maestro de Ceremonias, proclamó el "extra omnes" y las cámaras de televisión, periodistas, coro y asistentes eclesiásticos se retiraron. Después de una predicación del veterano cardenal Raniero Cantalamessa (lea aquí su perfil), los 133 cardenales electores empezaron su primera votación.

Las normas para esta votación están descritas en el documento de 1996 Universi Dominici Gregis, de Juan Pablo II.

1. Prohibido comunicarse con ajenos a la votación

"Los cardenales electores, desde el comienzo del proceso de la elección hasta que ésta tenga lugar y sea anunciada públicamente, deben abstenerse de mantener correspondencia epistolar, telefónica o por otros medios de comunicación con personas ajenas al ámbito del desarrollo de la misma elección, si no es por comprobada y urgente necesidad", dice la norma, que parece pensar en casos de enfermedad o similares y luego habla de "razones gravísimas y urgentes" y "no aplazables".

Para casos de emergencias la comunicación se hará a través del cardenal Penitenciario Mayor, el Vicario General para la diócesis de Roma y el Arcipreste de la Basílica Vaticana.

2. Excomunión para quien viole el secreto

"El Cardenal Camarlengo y los tres Cardenales Asistentes pro tempore están obligados a vigilar atentamente para que no se viole en modo alguno el carácter reservado de lo que sucede en la Capilla Sixtina, donde se desarrollan las operaciones de votación, y de los locales contiguos, tanto antes como durante y después de tales operaciones", dice la norma.

Está prohibido introducir "instrumentos técnicos de cualquier tipo que sirvan para grabar, reproducir o transmitir voces, imágenes o escritos".

Se especifica que se recurrirá "a la pericia de dos técnicos de confianza, procurarán tutelar este carácter reservado, asegurándose de que ningún medio de grabación o de transmisión audiovisual sea introducido por alguien en los locales indicados, especialmente en la citada Capilla donde se desarrollan los actos de la elección. Si se cometiese y descubriese una infracción a esta norma, sepan los autores que estarán sujetos a la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica".

Y se añade que el secreto se debe guardar "incluso después de la elección del nuevo Pontífice, recordando que no es lícito violarlo de ningún modo, a no ser que el mismo Pontífice haya dado una especial y explícita facultad al respecto". 

"Al finalizar la elección, el Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana ha de redactar un escrito, que debe ser aprobado también por los tres Cardenales Asistentes, en el cual declare el resultado de las votaciones de cada sesión. Este escrito será entregado al Papa y después se conservará en el archivo correspondiente, cerrado en un sobre sellado, que no podrá ser abierto por nadie, a no ser que el Sumo Pontífice lo permitiera explícitamente", añade la norma.

3. Hay Papa cuando dos tercios de cardenales coinciden en un nombre

"Para la elección válida del Romano Pontífice se requieren al menos los dos tercios de los votos, calculados sobre la totalidad de los electores presentes y votantes", dice la norma.

4. La norma exhorta al elegido a no rechazar el cargo

"Ruego al que sea elegido que no renuncie al ministerio al que es llamado por temor a su carga, sino que se someta humildemente al designio de la voluntad divina", dice el texto, que resuena con la voz y autoridad de San Juan Pablo II. "Dios, al imponerle esta carga, lo sostendrá con su mano para que pueda llevarla; al conferirle un encargo tan gravoso, le dará también la ayuda para desempeñarlo y, al darle la dignidad, le concederá la fuerza para que no desfallezca bajo el peso del ministerio".

La Capilla Sixtina dispuesta para los cardenales en Cónclave, así se la encuentran al entrar

La Capilla Sixtina dispuesta para los cardenales en Cónclave, así se la encuentran al entrarVaticanMedia

5. Los Ceremonieros: ayudantes que reparten papeletas

Los ceremonieros son unos ayudantes que preparan y reparten las papeletas a los cardenales, ayudando al Secretario del Colegio de Cardenales y al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas. Entregarán "por lo menos" 2 o 3 papeletas a cada cardenal.

6. Tres Escrutadores, tres Infirmarii ("enfermeros") y tres Revisores

Por sorteo son elegidos 3 cardenales "Escrutadores", que son los que recogen los votos en las votaciones; tres Infimarii (son los que van a buscar los votos de los enfermos, que quizá están en Casa Santa Marta) y los tres revisores, que son los que revisan los resultados.

7. Las papeletas llevan un texto impreso... y caligrafía no reconocible

"La papeleta ha de tener forma rectangular y llevar escritas en la mitad superior, a ser posible impresas, las palabras: Eligo in Summum Pontificem, mientras que en la mitad inferior debe dejarse espacio para escribir el nombre del elegido; por tanto, la papeleta está hecha de modo que pueda ser doblada por la mitad", dice la norma.

El texto pide que los cardenales escriban con claridad pero "con caligrafía lo más irreconocible posible". Solo debe llevar un nombre, si hubiera más, se consideraría voto nulo. , el nombre del que elige, evitando escribir más nombres, ya que en ese caso el voto sería nulo, doblando dos veces la papeleta.

Antes de que los cardenales electores empiecen a escribir, debe salir de la sala el personal que les está ayudando, es decir, el Secretario del Colegio de los Cardenales, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y los ceremonieros. "El último Cardenal Diácono cerrará la puerta, abriéndola y cerrándola todas las veces que sea necesario, como por ejemplo cuando los Infirmarii salgan para recoger los votos de los enfermos y vuelven a la Capilla", detalla la norma.

8. Cada cardenal lleva la papeleta en alto hasta la urna... y hace un juramento

"Cada cardenal elector, por orden de precedencia, después de haber escrito y doblado la papeleta, teniéndola levantada de modo que sea visible, la lleva al altar, delante del cual están los Escrutadores y sobre el cual está colocada una urna cubierta por un plato para recoger las papeletas. Llegado allí, el Cardenal elector pronuncia en voz alta la siguiente fórmula de juramento: Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido. A continuación deposita la papeleta en el plato y con éste la introduce en la urna. Hecho esto, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio".

Si algún cardenal está impedido de levantarse, el último de los escrutadores es quien se acerca, recoge la papeleta y la deja en el plato, y luego en la urna, sin hacer juramento. 

Puede ser que haya cardenales enfermos en sus habitaciones. Para recoger sus votos van los 3 Infirmarii "con una caja, que tenga en la parte superior una abertura por donde pueda introducirse una papeleta doblada. Los Escrutadores, antes de entregar esta caja a los Infirmarii la abren públicamente, de modo que los otros electores puedan comprobar que está vacía, después la cierran y depositan la llave sobre el altar. Seguidamente los Infirmarii, con la caja cerrada y un conveniente número de papeletas sobre una bandeja, se dirigen, debidamente acompañados, a la Domus Sanctae Marthae, donde esté cada enfermo, el cual, tomando una papeleta, vota en secreto, la dobla y, previo el mencionado juramento, la introduce en la caja a través de la abertura".

De vuelta a la capilla, los escrutadores comprueban que el número de votos que se traen coincide con el de los enfermos, las colocan en el plato y de allí a la urna.

El Juicio Final de Miguel Ángel es un entorno que ayuda a ponderar la responsabilidad de los cardenales en la Capilla Sixtina

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9. Los escrutadores cuentas y anuncian los votos

Una vez todos los votos están en la urna, "el primer Escrutador la mueve varias veces para mezclar las papeletas e, inmediatamente después, el último Escrutador procede a contarlas, extrayéndolas de manera visible una a una de la urna y colocándolas en otro recipiente vacío, ya preparado para ello. Si el número de las papeletas no corresponde al número de los electores, hay que quemarlas todas y proceder inmediatamente a una segunda votación",

Los escrutadores se sientan en una mesa ante el altar para recontar votos. "El primero de ellos toma una papeleta, la abre, observa el nombre del elegido y la pasa al segundo escrutador quien, comprobado a su vez el nombre del elegido, la pasa al tercero, el cual la lee en voz alta e inteligible, de manera que todos los electores presentes puedan anotar el voto en una hoja. El mismo Escrutador anota el nombre leído en la papeleta".

Hay una especificidad sobre un caso peculiar: "Si durante el recuento de los votos los Escrutadores encontrasen dos papeletas dobladas de modo que parezcan rellenadas por un solo elector, si éstas llevan el mismo nombre, se cuentan como un solo voto; si, por el contrario, llevan dos nombres diferentes, no será válido ninguno de los dos; sin embargo, la votación no será anulada en ninguno de los dos casos".

10. Las papeletas con votos se atraviesan con un hilo

"Concluido el escrutinio de las papeletas, los Escrutadores suman los votos obtenidos por los varios nombres y los anotan en una hoja aparte. El último de los Escrutadores, a medida que lee las papeletas, las perfora con una aguja en el punto en que se encuentra la palabra Eligo y las inserta en un hilo, para que puedan ser conservadas con más seguridad. Al terminar la lectura de los nombres, se atan los extremos del hilo con un nudo y las papeletas así unidas se ponen en un recipiente o al lado de la mesa", dice la norma.

11. Revisores y quema de papeletas

Los Escrutadores hacen la suma de todos los votos. Se obtengan o no los dos tercios necesarios, "los revisores deben proceder al control tanto de las papeletas como de las anotaciones hechas por los Escrutadores, para comprobar que éstos han realizado con exactitud y fidelidad su función".

"Inmediatamente después de la revisión, antes de que los Cardenales electores abandonen la Capilla Sixtina, todas las papeletas son quemadas por los Escrutadores, ayudados por el Secretario del Colegio y los Ceremonieros, llamados entre tanto por el último Cardenal Diácono. En el caso de que se debiera proceder inmediatamente a una segunda votación, las papeletas de la primera votación se quemarán sólo al final, junto con las de la segunda votación".

La norma establece que los textos y anotaciones que hagan los cardenales para seguir los recuentos también los entreguen al Camarlengo o a los tres cardenales asistentes para ser destruidos al final de la mañana o la tarde de votaciones, con las papeletas.

Además, el Camarlengo redacta un escrito, que debe ser aprobado también por los tres Cardenales Asistentes, en el cual declare el resultado de las votaciones de cada sesión. Este escrito será entregado al Papa y después se conservará en el archivo correspondiente, cerrado en un sobre sellado, que no podrá ser abierto por nadie, a no ser que el Sumo Pontífice lo permitiera explícitamente.

12. Cuando hay dos votaciones seguidas, no se repiten juramentos ni cargos

Si una votación no consigue los dos tercios, y de inmediato se hace una segunda, "en este segundo escrutinio deben observarse todas las modalidades del primero, con la diferencia de que los electores no están obligados a hacer un nuevo juramento ni a elegir nuevos Escrutadores, Infirmarii ni Revisores, siendo válido también para el segundo escrutinio lo que se ha hecho en el primero, sin repetir nada".

Si después de 7 votaciones no se ha obtenido un elegido, la norma establece que se dedique "un día a la oración, a la reflexión y al diálogo; en las sucesivas votaciones, observado el orden establecido en el número 74 de dicha Constitución, tendrán voz pasiva solamente los dos nombres que en el precedente escrutinio hayan obtenido el mayor número de votos, sin apartarse de la norma de que también en estas votaciones se requiere para la validez de la elección la mayoría cualificada de al menos dos tercios de los sufragios de los Cardenales presentes y votantes". 

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