Viernes, 19 de abril de 2024

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Disney y Netflix se apuntan con nuevas series a los objetivos LGTBI de adoctrinamiento infantil

Star Butterfly y otros protagonistas de la serie, donde los malos resultan ser intolerantes con los transexuales.
Star Butterfly y otros protagonistas de la serie, donde los malos resultan ser intolerantes con los transexuales.

ReL

La descarada pretensión del lobby LGTBI de adoctrinar a los niños no se limita a las escuelas: tiene un instrumento fundamental en las series de entretenimiento infantil y adolescente, que normalizan cada vez más la homosexualidad y el transexualismo y demonizan a quienes se les oponen. Benedetta Frigerio señala en La Nuova Bussola Quotidiana el ejemplo de dos marcas líderes, Disney y Netflix:

Star Butterfly, una princesa rubia que aún tiene que aprender a usar sus poderes, es la líder de las princesas rebeldes. Quien intenta detener su rebelión es la señorita Heinous, obviamente retratada como la pérfida dictadora del reformatorio para princesas rebeldes. Son algunos de los personajes de la serie de dibujos animados Star contra las Fuerzas del Mal que se emite en Disney Channel.
 

El beso gay de Star contra las Fuerzas del Mal, una serie para los más pequeños.

Si la serie ya había causado controversia por haber presentado una escena de beso entre personajes del mismo sexo, ahora le toca el turno a una princesa, Turdina, que revela ser un chico.

Satanización del discrepante
Justo en el momento en el que está a punto de revelarlo a las princesas rebeldes, llega la señorita Heinous desvelando a todos que Turdina es, en realidad, un chico. Y grita: "Mirad donde os lleva toda esta libertad... el que pensabais que era un héroe os ha mentido, por eso me necesitáis". Pero entre las princesas se eleva una voz: "No importa si es un chico, nada de lo que nos ha dicho estaba equivocado". Otra afirma: "Él puede ser una princesa si quiere". En resumen: "Turdina es un estado mental". Después, al grito de "adelante chicas", todas las niñas persiguen a la malvada directora del reformatorio y la echan.
 
Así, mientras los médicos y los científicos lanzan la voz de alarma ante el aumento de los casos de disforia en los niños, cada vez más confundidos sobre su identidad sexual, Disney no sólo normaliza la cuestión, sino que anima a creer que es algo positivo. Por ello, ¡atención! a esas personas malas que osan oponerse; en cambio, las defensoras del gender free son féminas retratadas como heroínas capaces de rebelarse contra una vieja retrógrada.

Pero no solo. En otra serie para adolescentes de Disney Channel [Andi Mack], las relaciones entre chicos del mismo sexo están abordadas con un sentimentalismo disfrazado de compasión cuyo fin es hacer que todo aquel que sienta horror, aunque sea sólo por instinto natural, al ver a un joven de 13 años cortejar a otro chico ayudado por una mujer que parece más viril que él, se sienta mala persona. 


Los protagonistas de Andi Mack.

Pero, ¿cuál es el origen de toda esta confusión? Se puede encontrar en otra serie, emitida esta vez en Netflix.

Cuando el sexo lo domina todo
Big Mouth es un dibujo animado en el que un grupo de jóvenes en la fase de la pubertad son reducidos a seres perversos que piensan sólo en sexo. Se ven obscenidades de todo tipo, mientras la belleza del cuerpo es reducida a algo bestial e incontrolable. En resumen, en lugar de ser explicada partiendo de su objetivo, la sexualidad es reducida a mero instinto bestial imposible de dominar. En dicha serie hay, además, escenas en las que se aprueba la homosexualidad, de la que no hay que avergonzarse, tal como le dice un padre a un hijo utilizando un lenguaje que podríamos calificar, como mínimo, de vulgar. En resumen: el hombre es un animal esclavo del sexo. Por eso es necesario aprender a aceptar esta esclavitud para convivir con ella. De hecho, los creadores de la serie han admitido que el propósito de la misma es encontrar la diversión en el periodo más horrible de la vida de una persona, es decir, la pubertad, a la que definen como "una pesadilla".
 
Pero, ¿quién ve así al hombre? ¿Quién le hace creer que su sexualidad, el don más grande del Cielo, que hay que proteger con el pudor para que pueda ser utilizado para su fin, ése a través del cual el hombre se asemeja a Dios, convirtiéndose en creador y generador de vida, imagen de la Trinidad, es algo bestial (como sucede con cualquier cosa que, irracionalmente, no es utilizada para su fin)? Basta mirar quienes son los educadores de los jóvenes en la serie: bestias con cuernos, los demonios de las hormonas, que les explican por qué es normal estar obsesionados con la pornografía y la masturbación. Poco importa si ya se ha convertido en una verdadera plaga social


Big Mouth, una serie de dibujos animados teóricamente para adultos que acaba teniendo en los adolescentes su público más entusiasta.

Esta es la visión diabólica del hombre difundida por la revolución sexual, que separa la sexualidad de su fin. Ahora muestra su rostro más expresivamente tremendo al hacer aparecer al hombre como una bestia que llega incluso a sexualizar a los niños. Claramente, todos tienen su parte de responsabilidad: porque si bien es cierto que, por un lado, la maquina millonaria feminista y LGBT persigue su objetivo, para satisfacción del demonio, por el otro, los cristianos han contribuido a sostener un sistema, en el que viven, evidentemente anticrístico
 
Por todo esto, el obispo emérito de Corpus Christi (Texas), Rene Henry Gracida, ha decidido interrumpir su suscripción a Netflix "como deberían hacer todos lo que dicen que les importa el bienestar de los jóvenes americanos", pero que quizás dejan a los niños solos delante de la televisión. Porque si bien no es suficiente, está siendo cada vez más necesario. 
 
Traducción de Helena Faccia Serrano.
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