El último niño oblato del Císter vive indigente en Madrid: «La Virgen me concede milagros diarios»
Vivió como religioso en el monasterio de San Pedro de Cardeña, en la provincia de Burgos.

Francisco Jesús, en las calles de Madrid junto a sus escasas pertenencias.
Se llama Francisco Jesús y fue religioso del Císter de la Estricta Observancia desde los 8 hasta los 21 años. Fue el último niño oblato que autorizó su entrada Juan Pablo II, y lo hizo en el monasterio de San Pedro de Cardeña, en la provincia de Burgos.
Domina el latín y el griego, e incluso defendió su tesis ante el entonces cardenal Ratzinger, en el monasterio de las Tres Fuentes de Roma. Ahora vive como un indigente más en las calles de Madrid, pidiendo ayuda para comer, y pasando frío por la noche: "Duermo en una esquina, bajo un tejadillo. Hace frío, pero por lo menos no me mojo".
El periodista Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo le ha entrevistado para el semanario Alfa y Omega, y Francisco Jesús le explica que tuvo trabajo hasta febrero de este año "y pude ir tirando con mis ahorrillos hasta que se acabó el dinero".
"Estuve trabajando ocho años en un grupo vitivinícola en Navarra, pero hace dos me quedé viudo y fue cuando decidí venirme a Madrid. No aguantaba seguir allí con tantos recuerdos", explica.
Para dormir en la calle tiene un saco y una sábana, pero "duermes con un ojo abierto y con otro cerrado. Estás constantemente alerta", ya que casi todos los días le roban.
Le roban de todo
Un restaurante le da comida todos los días, pero no siempre llega a comerla, ya que se la roban: "También me han robado la prótesis dental, la documentación, el móvil, ropa..."
Se queja de los servicios sociales: "Pasan delante de mí sin siquiera preguntarme nada. Lo de la campaña del frío es un barracón militar, lleno de literas, donde duermes más despierto que si estuvieras en la calle".
Pero Francisco Jesús también tiene sus ángeles de la guarda que le ayudan: "Hace unos días estaba viendo pasar a la gente con su cesta de Navidad. Y de repente vino un negrito de los que trabajan en la obra de la plaza, con su cesta también. Y me suelta: `Para ti´".
Los milagros de la Virgen
Pero quién le ayuda de verdad es la Virgen: "Yo rezo a la Virgen María todos los días. Y todos los días me concede un milagro. Por ejemplo, hoy iba andando por la calle preocupado porque no tenía tabaco e iba a tener que recoger colillas del suelo. Pues mira, ¡me he encontrado un paquete de tabaco! Y luego ha venido una señora y me ha traído un poco de pollo y después otro chico me ha traído dos sándwiches".
Como el periodista no acababa de creerse eso de que había sido religioso del Císter de la Estricta Observancia, le pide que le recite en latín las oraciones aprendidas en el monasterio de San Pedro de Cardeña: "Sí, claro -le contesta Francisco Jesús-. Pater noster, qui es in caelis: sanctificetur nomen tuum... Y si hace falta te lo digo en griego también".
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