Lunes, 29 de abril de 2024

Religión en Libertad

Día de luto nacional


Mi hijo mueve los brazos desmesuradamente, y las piernas y todos los costados de un cuerpo sin secretos, todo desmesurado: si se ríe, se ríe a carcajadas; cuando abraza, abraza tanto que casi te hace daño… y te coge, y te araña, y te busca la boca con la mano, y se faja contigo cuerpo a cuerpo, alma a alma… y toda esa desmesura de mi hijo, es un canto…

por Rubén Tejedor

Opinión

Si el Tribunal Constitucional -en un insólito e inédito arranque de valor- no lo impide, el lunes 5 de julio entra en vigor la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Una Ley fruto de la necia inconsciencia de Zapatero que ha usado como ariete para la causa a la sectaria Ministra de Igualdad, Bibiana Aído.

El presidente y su Consejo de Ministros, con la real firma del Jefe del Estado (parece ser, pues, que con su obsequioso beneplácito), pasarán a la Historia de España como aquellos que permitieron el exterminio de inocentes seres humanos (so capa de progresismo) al considerar el aborto un derecho; al permitir el aborto libre en las catorce primeras semanas del embarazo (tres meses y medio de vida del feto); al permitir el asesinato del no nacido hasta la semana 22 (¡cinco meses y medio!) en caso de graves anomalías en el feto; al permitir, incluso, el asesinato del no nacido hasta un segundo antes del embarazo.
 
Por eso el 5 de julio estamos ante un día de luto nacional. Una jornada en la que, además, recordamos que la nueva Ley se hace efectiva el día en que cumple 25 años la Ley Orgánica 9/1985 de Despenalización del Aborto en determinados supuestos aprobado, entonces también, por el Partido Socialista. Desde entonces, según el Instituto de Política Familiar, y hasta 2005 “se han producido casi 850.000 abortos en España”; y en los últimos cinco años la cifra de abortos legalmente reconocidos por el Ministerio de Sanidad ha superado los 110.000 por año.
 
Mientras escribo esto y pienso en el severo Juicio que les espera a estos náufragos intelectuales que nos gobiernan, estoy oyendo la entrevista que -en un programa de radio- le hicieron el domingo 4 de julio a Andrés Aberastury. Él, en 1999, escribió una obra titulada “Un blanco deslumbramiento. Palabras para Cris”, en el que relata la vida con Cris, su hijo de treinta años con parálisis cerebral.
 
Al final del libro, después de haber contado la dureza de los primeros momentos, Aberastury escribió unas líneas de una conmovedora belleza. Allí dice: “mi hijo no sabe andar; sujetándolo puede dar unos pasos hasta que dobla las rodillas… pero en la silla de ruedas o medio gateando viene y va por la casa (no sé cómo)… y hay mañanas que yo estoy acostado, dormido, medio en ruinas… y de pronto aparece a mi lado… yo abro un poco los ojos y le veo y me mira y le miro… ese simple mirarnos, con la mañana al fondo, os lo juro, es un canto”.
 
Continúa el autor del libro diciendo: “la boca de mi hijo es un vergel de dientes mal formados en los que la fonética pactada en los diccionarios no ha querido posarse; por eso, para sus labios, invento yo sonidos y fabrico palabras que tengan el tamaño de su boca… las tallo y las horneo y las guardo, y cuando están maduras las desparramo entre sus sueños blancos, y en sueños mi hijo dice «madre», «Alba, » «amigo», «hermano»; y, cuando sueña el hijo como ahora está soñando, con palabras que sólo nosotros conocemos, con esas palabras que le hago en noches como éstas… cuando mi hijo sueña, es un canto…”.
 
“Mi hijo mueve los brazos desmesuradamente, y las piernas y todos los costados de un cuerpo sin secretos, todo desmesurado: si se ríe, se ríe a carcajadas; cuando abraza, abraza tanto que casi te hace daño… y te coge, y te araña, y te busca la boca con la mano, y se faja contigo cuerpo a cuerpo, alma a alma… y toda esa desmesura de mi hijo, es un canto…” describe Aberastury. Y terminado diciendo: “Las manos de mi hijo no empuñarán banderas, ni fusiles, ni moldearán el barro ni escribirán sonetos… pero las manos de mi hijo nunca harán daño… sus manos, sus dedos largos son torpes cuando agarran pero acarician tanto… te buscan y te cercan con tanto ahínco que ese cerco, os lo juro, es un canto…”.  
 
Es posible que en un corazón humanamente empobrecido, y ofuscado y oscurecido por la ideología, estas palabras no hagan mella. Sin embargo, en cualquier ser humano normal (con sentimientos, con conciencia, buscador de la verdad, de la bondad y de la belleza) las palabras del magistral Aberastury sólo pueden mover a la conmoción y a la reflexión.
 
Sí. Según la nueva Ley del Aborto (o sea, según Zapatero, sus Ministros, el PSOE, el PNV, la ERC, BNG, IU y algunos de CIU, apoyados en la sanción real de Su Majestad) Cris no tendría derecho a existir; ni a gatear hasta la cama de su padre para despertarlo; ni a soñar que habla con palabras inventadas; ni a reír desmesuradamente; ni a no empuñar banderas, ni fusiles; en definitiva, ni a hacer feliz a su familia… no lo tendría porque el único horizonte vital que le reconoce la corte de la caverna proabortista es el quirófano y las manos de un médico traidor del juramento hipocrático (“no daré a ninguna mujer pesarios abortivos”); y las únicas medidas que planean para cambiar la vida de personas como Cris, o de aquellas -por ejemplo- afectadas por el síndrome de Down, consisten básicamente en evitar que sean alumbradas.
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