Hoy se entiende por qué la Iglesia es romana

En días como los funerales de los Papas se entiende por qué la romanidad de la Iglesia es el pilar de su universalidad, esto es, de su catolicidad.
La Iglesia católica y apostólica es romana. Y no puede ser más que romana, porque la historia nos lo dice: en el mundo solo hay una Ciudad, que es la Urbe, que es Roma. Desde el siglo I antes de Cristo todos los literatos y los historiadores lo sabían y lo escribían: Roma, la Ciudad-Mundo.
¿Por qué la Iglesia debe ser romana? Porque a lo largo de estos dos milenios, los poderes temporales siempre han intentado apropiarse de la Iglesia, han intentado convertir al Papa en su súbdito particular, ya sea del Emperador o del Rey. Y esto no puede ser, porque la Iglesia católica y apostólica debe ser autónoma, independiente: el poder del Romano Pontífice debe ser absolutamente distinto del poder temporal, que no debe influenciarlo.
¡Por eso la Iglesia es romana! Y por eso, cuando este principio obvio y sacrosanto fue violado por el rey de Francia, que impuso una Iglesia ‘francesa’ en Aviñón, fue el principio de la disolución de la Cristiandad europea. ¿Por qué? Porque enseguida Inglaterra y sobre todo Alemania se movilizaron para convertir a los cardenales y obispos en súbditos del poder temporal.
Cuando murió Juan Pablo II, después de más de veintiséis años de un apostolado maravilloso, infatigable, heroico, gigantesco desde todos los puntos de vista -también doctrinal, sapiencial- se vio que, a pesar de todos los ataques de los últimos años contra él, Roma se convirtió de nuevo en Roma, se convirtió de nuevo en la capital de la Iglesia católica romana, mundial, universal.
Dos millones de personas se lanzaron a colas interminables de un día entero para ver al Papa, fue una cosa épica. Y estuvieron representados casi todos los países del mundo, incluso los países musulmanes; solo faltó China. También, aunque un poco menos -por las diferencias de la duración y características de su pontificado- ahora con Francisco.
En suma, la Iglesia católica apostólica, por gracia de Dios, es romana, es decir, es universal.