El sacerdote se dirigió recientemente a miembros de Estudiants Pel Canvi en Barcelona
10 formas de vivir la fe en la era poscristiana: manual de militancia contracultural del padre Pich

El sacerdote Pablo Pich, durante su ponencia sobre fe y evangelización con jóvenes de Estudiants Pel Canvi.
Desde hace 15 años, Estudiants pel Canvi (EPC) aglutina a jóvenes universitarios de Cataluña que buscan reforzar sus lazos comunitarios desde la defensa de su identidad. Parte de su visión es una fundamentación de la fe cristiana que muchos de sus integrantes viven como eje rector de la formación, diversión y acción que se vive en EPC.
Recientemente el padre Pablo Pich conversó con estudiantes e integrantes de la organización reunidos en el Club Empel, tratando cuestiones de actualidad de la Iglesia como el reciente cónclave y elección del Papa León XIV, pero también otras de fondo como la vivencia de la fe de los jóvenes en una era poscristiana y un entorno hostil a la fe.
El sacerdote no llega a los 35 años, le gusta llevar sotana hasta para jugar al fútbol y habla con franqueza tanto en el cara a cara como desde sus redes sociales, sin importarle vivir coherentemente la fe, aunque pueda implicar persecución en la laica Barcelona, como ya ha sufrido en varias ocasiones. Su juventud, ausencia de complejos y predicación ortodoxa de la fe le llevaron a elaborar durante la conferencia un improvisado manual para vivir la fe de forma contracultural, pero sin perder el norte ni la prudencia. Recogemos algunos de sus llamados fundamentales:
1º Un llamado a la esperanza: “La Iglesia tiene futuro, el Señor toca corazones”
Preguntado por el futuro de la Iglesia en una sociedad especialmente descristianizada como la de Barcelona, el sacerdote respondió rotundamente desdelas “palabras” y vida proféticas de John Henry Newman, convencido a mediados del siglo XX de que “la Providencia estaba preparando un ejército para hacer frente a una demolición de la fe”.
Un “mensaje de esperanza” que Pich consideró especialmente válido para el presente, pues observa cada día como “el Señor está tocando el corazón de los jóvenes, cansados de muchas cosas que el mundo les presenta y que no le satisfacen, porque se dan cuenta de que están hechos para algo más grande. Mientras haya almas que estén deseosas de buscar algo más pues siempre habrá futuro”, remarcó.
2º Castillos de fe frente a la sociedad desvinculada
Pich mencionó que en no pocas ocasiones, el contexto parece invitar a los jóvenes a integrar una “sociedad desvinculada” que “reclama el alma” a través de elementos como el dinero, el placer o los viajes, entre otros. Frente a ello, invitó a los presentes a no tener miedo a “hablar de la verdad del Señor para la que está hecho el hombre”, y a hacerlo desde lugares donde se generen vínculos donde ayudarse mutuamente.
“Es fundamental que haya castillos, lugares, fortalezas donde poder estar seguros y poder vivir comunitariamente la fe, discutir, dialogar y tener inquietud por cosas altas y verdaderas y no de la superficialidad que no llena el alma”, remarcó.
3º Frente a la mayoría secularizada, una minoría de santos
Preguntado por la pérdida de fe, el sacerdote la contempló como consecuencia de una “crisis de santidad” que, lejos de responderse con fórmulas mágicas, solo puede enfrentarse siguiendo el ejemplo de los santos, “aquellas personas que, de alguna manera, han transformado la vida de los demás”.
Puso el ejemplo del Cura de Ars, Juan Bautista María Vianney, que sin contar con medios de difusión como los actuales “empezó a rezar, a mortificarse, a ayunar y a vivir realmente la caridad y a entregarse a los demás. La evangelización es obra de Dios, y a no ser que vivamos unidos al Señor, esto no cambiará realmente”, mencionó.
De no aspirar a la santidad, dijo, “podrá haber frutos”, pero serán solo “aparentes, superficiales”. Para el sacerdote, la crisis es de santidad y cada uno tiene que aspirar a ella: “Tenemos que aprovechar nuestras capacidades y ponerlos al servicio de la Iglesia, pero sin santidad no habrá ningún cambio profundo. Y eso se hace viviendo la virtud. El santo es el que deja un pozo hondo y provoca cambios profundos en los demás”, remarcó.
4º Llamado a tomar conciencia “de quién va todo esto”
El sacerdote recordó que la santidad debe buscarse pero que, antes que deberse a la palabra, “es cosa de Dios”. Muchas veces, dijo, parece que “la predicación fracasa y nadie cambia después de los sermones, pero después te escribe alguien por Twitter o Instagram, te dice que empezó a rezar y creen bien, como cree la Iglesia, con fe auténtica y sin que nadie haya ido a por él”.
Un caso que no considera nada raro de presenciar, y que para él se trata de “una advertencia del Señor”, recordando que “esto no va de ti o de mi”, sino que la conversión siempre es fruto de la oración de una monja o de una persona que sufre y lo ofrece al Señor.
“Nuestra misión es vivir unidos al Señor, predicar la verdad con caridad y entonces Él irá haciendo. Lo que yo pueda estar diciendo, si no lo hago buscando realmente el bien del Señor, no vale absolutamente de nada”, agregó.
5º Las redes sirven… pero “por el momento y con cuidado”
Con más de 40.000 seguidores en Twitter, el padre Pablo contempla las redes sociales como una oportunidad, especialmente ahora que “las verdades se están diciendo y están llegando a otros que de otra forma no habrían llegado”. Por el momento, dice, “cumplen su misión”, como reflejan no pocos fieles que conocieron la fe gracias a sus redes u otros "influencers", pero también advierte contra algunos de sus peligros. Especialmente, “la gestión del tiempo, la radicalización en ciertos puntos o los sesgos” marcados, aunque por ahora su valoración es “positiva” y gracias a ellas “ha podido capacitar a muchos para transmitir ideas que, si no, no podrían ser transmitidas”.
6º Frente a la complacencia, canalizar la insatisfacción
El sacerdote observa en su parroquia como empiezan a llegar nuevos fieles “incontaminados”, que sin haber sido educados en la fe, al no tener prejuicios, la conocen de adultos y la reciben íntegramente. Algo que le lleva a remarcar que la gran tentación de la Iglesia hoy es tratar erróneamente de “contentar al mundo y decir lo que quiere oír”, mientras que su gran reto es “cómo comunicar” esa verdad..
De lo que no cabe duda para Pich es que la verdad sigue reclamando el corazón del hombre y que el objetivo debe ser “disponer a las personas, que sean capaces de escuchar lo que la Iglesia tiene que decir y canalizar la insatisfacción hacia la Iglesia”. Puertas adentro, dice, “hay que prepararse, generar buenas fortalezas para que, cuando la gente pida ese rescate, podamos salir a buscarles e invitarles”.
7º La verdadera raíz de la crisis de vocaciones
Preguntado por la crisis de vocaciones, el sacerdote ofreció un enfoque distinto que en esta ocasión apuntó directamente a la reflexión de los propios pastores.
El problema, dijo, “no es que falten vocaciones”, sino “una vivencia auténtica del sacerdocio y de la Iglesia por los sacerdotes y por la Iglesia. Hay lugares en que sí hay vocaciones, donde se vive auténticamente la fe, donde se cuidan las familias, se predica a Jesucristo, donde se va a la raíz profunda, donde se trabaja a la persona en verdaderas virtudes… Ahí florecen las vocaciones”.
8º El islam, ¿peligro con entidad propia o solo la "superficie"?
Preguntado por la amenaza que podría suponer el incremento de la inmigración islámica, Pich lo consideró más como “el azote” que el problema, recordando el llamado cristiano a “no temer a los que pueden matar el cuerpo, sino el alma”. Por el contrario, si apuntó al “gran problema” al referirse a las “ideas disolventes que han fomentado la pérdida de identidad” y a la traición de los cristianos a su identidad, lo que a su vez ha permitido introducirse a otras cosmovisiones ajenas. “Focalizar la cuestión en el islam, aunque es un enemigo, creo que es quedarse en la superficie”, agregó.
9º El orgullo y coherencia de ser cristianos: ¿Y también perseguidos?
Regresando al ejemplo de las “fortalezas” de comunidad, Pich invitó a los presentes a anticiparse al momento de salir de ellas, lo que debe hacerse a su juicio, “predicando, con grandeza y la cabeza alta”.
“Saldréis y os comerán, ya lo dice el Señor, `Os envío como ovejas en medio de lobos´. Lo que hay que hacer es vivir auténticamente, hablar poco, pero vivir de verdad, porque al final la vida de uno es lo que acabará sometiendo a los demás”, remarcó el sacerdote, invitando a “estar alegres” de la persecución. “Ojalá nos tachasen de católicos enseguida. Sería que se notaría algo en nosotros, en nuestra vida”.
10º Individuos aislados frente a las raíces
En último lugar, el sacerdote remarcó la importancia de la familia y las raíces para enfrentar la manipulación de los grandes poderes. “Si tengo familia e hijos, tengo algo por lo que morir, luchar y reaccionar”, explicó antes de mencionar ejemplos de comunidades más amplias como las que surgen en torno a la Iglesia o la liturgia. En último término, aludió a la próxima peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga que se celebra del 26 al 28 de julio y que busca “recordar que somos cristianos, fomentar la cristiandad y la vida cristiana”.
Durante esos tres días, explicó el sacerdote, “todo gira en torno a la misa que llamamos tradicional. Es el centro de la vida cristiana, donde Cristo nos recuerda que nos ama tanto que muere en la cruz por nosotros. Nos eleva el espíritu, enardece nuestra fe, nos anima a meditar y especialmente a tomarnos más en serio nuestra vida para el fin y la meta, llegar al cielo y llevarnos cuantas más almas mejor”, concluyó.