Koch, el hombre que tiene la clave: «La Iglesia solo está en equilibrio si Dios está en el centro»
El suizo Kurt Koch (75 años) figura entre los cardenales papables, aunque no se le nombra como uno de los favoritos. Y, sin embargo, tiene las tres cualidades que señalan muchos analistas como imprescindibles para la Iglesia de hoy:
- es un nombre de unidad, habiendo trabajado con los dos últimos Papas: ha desempeñado ininterrumpidamente el mismo cargo con Benedicto XVI que con Francisco, al frente del hoy Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (que dirige desde 2010, cuando solo era Comisión Pontificia); y gozó de la confianza del Papa Bergoglio al mismo tiempo que se ha ido erigiendo en uno de los representantes intelectuales de la herencia del Papa Ratzinger;
- tiene experiencia pastoral como obispo de Basilea y presidente de la conferencia episcopal suiza, experiencia curial por el puesto mencionado, experiencia académica en la Universidad de Lucerna (con un currículum nutrido de varios libros de relevancia) y experiencia internacional que, en su negociado -las no siempre fáciles relaciones con otras confesiones cristianas- son casi relaciones diplomáticas, facilitadas por su fluidez en varios idiomas;
- se caracteriza más por el diálogo que por la confrontación, sin que eso implique inanidad en el discurso: dice lo que piensa y algunas declaraciones suyas han suscitado polémica, como en el caso de Fiducia Supplicans, del camino sinodal alemán (el presidente de la conferencia episcopal germana le exigió disculpas, que solo ofreció a medias) o con la actitud del patriarca de Moscú ante la guerra en Ucrania.
En este capítulo de Cónclave Informa, Paloma Girona aporta los detalles de todas estas cualidades, junto a algunas afirmaciones relevantes que le perfilan:
- "La Iglesia está en equilibrio cuando Dios está en el centro";
- (siguiendo a San Francisco de Sales) "Un cristiano debe rezar una hora al día. Y si no tiene tiempo, entonces dos" ;
- (sobre la ordenación de mujeres, que como teólogo confiesa que llegó a plantearse) "Cuando me ordenaron obispo, mi tarea es la confirmación en la fe, y lo que yo pudiera decir o pensar no es lo importante, sino lo que enseña la Iglesia".