Los exorcistas se enfrentan al alcalde democristiano de Benevento por impulsar festivales de brujas

Una escena en las calles de Benevento durante el reciente festival de brujas.
El penúltimo fin de semana de marzo se celebró en la localidad italiana de Benevento (Campania), al noreste de Nápoles, la primera edición de Janara. Las brujas de Benevento. Se trata de un festival que durante varios días congregó eventos en las calles céntricas y diversas conferencias en torno a los mitos y leyendas medievales que atribuyen a la ciudad condiciones privilegiadas para la brujería.
Un democristiano italiano 'de manual'
El encuentro ha tenido éxito, atrayendo a más de veinte mil visitantes, y la intención es repetirlo en septiembre. Lo impulsa el ayuntamiento, a cuyo frente se encuentra un veterano democristiano, Clemente Mastella (n. 1947), alcalde desde 2016 tras haber sido diputado, senador, europarlamentario y dos veces ministro, primero con Silvio Berlusconi (centro derecha) y años después con Romano Prodi (centro izquierda).
Un ejemplar arquetípico, pues, de la política italiana, que se ha visto envuelto por Janara en una polémica con la Asociación Internacional de Exorcistas, fundada en 1994 por el padre Gabriele Amorth y desde 2014 reconocida como asociación privada de fieles. La Asociación ha protestado contra esta abierta promoción de prácticas cuanto menos peligrosas: "Favorecer el mundo de las tinieblas en vez del mundo de la luz solo puede conducir inevitablemente, antes o después, a consecuencias trágicas", expresaron en un comunicado.
La realidad de la brujería
Siempre habrá quien considere que ver las calles de la ciudad tomadas por la noche por danzas rituales, lecturas de hechizos, invocaciones al diablo, preparación de brebajes y simulacros de aquelarres no es más que un reclamo turístico lúdico sin trascendencia preternatural.
Sin embargo, entre sus principales destinatarios se encuentran los niños (ante quienes se normaliza lo feo y lo malvado) y los adolescentes (a quienes se tienta con esas experiencias en su edad más susceptible): es uno de los elementos que han apuntado los exorcistas para criticar este empeño municipal en impulsar lo oscuro.
Al mismo tiempo, lamentan que "las administraciones locales de media Italia promueven cada vez más iniciativas vinculadas al tema de la brujería y el ocultismo, porque las consideran un polo de atracción que garantiza ingresos a los ayuntamientos y beneficios para el comercio".
Mastella ha respondido a esta crítica quitando importancia a los actos desarrollados y desviando el tiro sin dejar muy claro a quién lo dirige: "Como católico", dijo, "me preocupan diabluras muy distintas, así como los mercaderes que profanan el Templo".
La brujería, anticristiana y antihumana
La Asociación de Exorcistas, sin embargo, sí ha señalado con claridad dónde está el problema: "La brujería no solo es una realidad que en sí misma es objetivamente contraria al cristianismo, sino que es también enemiga de la libertad y de la dignidad del ser humano. Por tanto, constituye una perspectiva equivocada de por sí. Tratar este fenómeno como algo cultural o folklórico no necesariamente implica justificarlo, pero sí facilitar a las personas conductas peligrosas para ellas y, por tanto, dañinas para el crecimiento humano, personal y social".
Por tanto, concluyen, acercar a la población, "niños y adolescentes incluidos" a cuestiones "pertenecientes al mundo del mal, de los maleficios, de lo horrendo y macabro, como es el mundo de la brujería, denota una grave malicia interior y una falta de conciencia cívica, sobre todo en quien desempeña un papel político o institucional y promueve iniciativas perversas... Quien promueve el mal presentándolo como algo atractivo corre grandes riesgos ".