¡Soñemos con San José!

Soñamos con San José
Los días de Navidad nos ayudan a entrar en el Misterio del Amor hecho carne. Y no sólo eso, sino también en la cercanía con la Virgen María y San José y los ángeles, los pastores, los Magos y todos los personajes que aparecen en los evangelios de la infancia. Es un auténtico regalo leer estos relatos evangélicos de San Mateo y San Lucas en días donde la liturgia celebra dichos acontecimientos. Sin ir más lejos este domingo después de la Navidad vivimos el domingo de la Sagrada Familia. Entremos en el evangelio y acompañemos a San José que toma a su mujer y a su Hijo y huye a Egipto, espera la vuelta a su tierra y al final se asienta en Nazaret donde él no lo tenía previsto. No pasemos por alto un detalle muy importante: cada paso de San José está movido por un sueño. El otro sueño, el primero, lo recordamos el domingo antes de Navidad, donde San José acoge en sueños la voluntad de Dios para él, ser esposo y padre. Luego llegan los otros tres que leemos en este domingo.
¿Cómo sería para San José escuchar del ángel ese mensaje que le pide dejar todo y ponerse en camino a Egipto para salvar a su Hijo porque Herodes quiere matarlo? El santo patriarca se pone en marcha sin dudar nada y poniendo su vida en Dios. Está decidido y se pone en camino. San José cuida el Tesoro que tiene, su Hijo, y el Arca que lo ha gestado y ahora lo alimenta, su Esposa. San José al obedecer ante las palabras del ángel camina de noche. Otra vez la noche… No podemos entender la vida de San José sin la noche. La noche externa y la noche interna. No se ve nada fuera y ¿en su corazón? Su corazón de padre está iluminado por una luz que le guía en su espíritu, en su ser padre y esposo y en su decisión de caminar en la noche. Todo cambia cuando uno camina de noche… San José ama, ama con un corazón de padre que no se cansa de amar nunca y se convierte en el motor de su vida para llegar hasta Egipto.
Mientras van de camino Herodes ordena de la matanza de los niños para que ese niño al que han venido a adorar los Magos de Oriente no le haga sombra en su reinado. Ese niño se salva porque San José camina de noche… Pero, ¿cuántos mueren en aquellos días? Y vamos más allá, ¿cuántos niños mueren hoy, cada día, porque faltan padres que caminen de noche para salvar a sus hijos de una muerte en el seno de su madre? San José salva a Jesús, pero aquellos niños se convierten en los santos inocentes como tantos otros en nuestros días ante el atroz pecado del aborto… San José habla al corazón, pero si no se le escucha… Si la mirada se pone en las luces y ruidos del mundo que no dejan contemplar la verdad… San José “sueña” ahora con el fin del aborto y el dolor que trae cada aborto…
Y llegamos a Egipto con San José: ¿cuánto tiempo vive en esa tierra? ¿cómo es su casa? ¿trabaja también de carpintero? ¿se siente libre en tierra extranjera? No sabemos nada de lo que allí sucede; sólo que está con su Hijo y con María hasta que el ángel, en otro sueño, le dice que ya pueden volver porque Herodes ha muerto. La noche sigue en la vida de San José mientras vive en Egipto. Pero la luz de su corazón sigue encendida y da luz al hogar donde ve crecer al Niño en unión a su Madre. Todo queda en secreto. Ya nos lo contará cuando nos veamos con él en la eternidad. Nos esperan tantos secretos en la eternidad… Ese silencio de San José se romperá y gozaremos de una manera tal que todo será para dar gloria a su Hijo que es lo que estamos llamados a vivir en la eternidad…
Me imagino a San José cuidando de todos los que viven la Navidad lejos de sus hogares y sufriendo. Como padre y esposo quiere y sueña con ver a todos unidos en casa, pero no es así. Lo sabemos bien y más aún en tiempos de persecución. Salvando las distancias y el tiempo, bien podemos poner la mirada en San José en los años 30 del siglo XX en España. ¡Cuántos mueren por ser católicos, por no renunciar a la fe en su Hijo, por amar a su Hijo…! Es algo que remueve el corazón… ¿Y si vamos a la Noche Buena o la Noche Vieja de 1936 en una cárcel de Madrid donde los presos que están allí han sido detenidos por creer y amar al Hijo de San José? ¿Cómo se puede vivir la Navidad y la entrada de un año nuevo en una cárcel donde, en cualquier momento, puedes ser llamado por tu nombre y apellidos para salir de la celda y ser llevado a un lugar donde recibes un golpe o un tiro mortal? Aunque parezca imposible, en aquel Madrid de 1936 en una cárcel se celebra la misa del gallo y se vive la entrada del año 1937 en esperanza. El que no se lo crea que lea los artículos del profesor Javier Paredes escritos en Hispanidad para felicitar la Noche Buena (“La Noche Buena de 1936 en la cárcel de Porlier, en Madrid”, Hispanidad 24-12-2025) y el Año Nuevo (“La Noche Vieja de 1936 en la cárcel de Porlier, de Madrid” (y II), Hispanidad 28-12-2025). Ahí estaría San José custodiando a esos presos que viven esa Navidad tan especial para que pudieran estar con su Hijo. San José ama mucho. Sueña también que los presos de nuestros días que viven la Navidad sin familia, sin eucaristía, sin libertad… puedan tener al menos un encuentro con su Hijo.
Cuando se cumple el tiempo de la condena los presos son liberados y vuelven a su hogar. O quizá no… Lo mismo le sucede a San José. Sueña otra vez de camino a su tierra. Recibe un aviso: ha muerto Herodes y su hijo reina ahora. Por eso se retira a Galilea y se establece en Nazaret. Sus planes cambian. Pero le da igual. Se fía de Dios y va donde va a estar segura su familia. Lo importante es la familia. Por eso otra vez camina en la noche para llegar al final a la luz de un nuevo amanecer y comenzar una vida nueva. ¡Nazaret!: ¡Todo es luz! ¡Todo es vida! ¡Todo es paz! Por fin la familia puede vivir en paz y ser lo que es ¡Familia de padre, madre e hijo! Tampoco sabemos mucho de lo que sucede en Nazaret salvo la pérdida y encuentro del Niño en el Templo de Jerusalén. Pasan los años, la familia se fortalece cada vez más y cuando todo está preparado para que su Hijo comience la vida pública, San José desaparece y muere entre los brazos de Jesús y María. Pero quedémonos con esa vida íntima de la familia en Nazaret.
Es el sueño de San José ahora en estos tiempos, que la familia viva unida y tenga padre y madre y los hijos que Dios haya dispuesto para cada familia. ¿Cuántas familias viven rotas? Puedo decir que San José cuida de cada familia y si se le pide ayuda la concede; y cuanto más se confía en él mucho más. Como ejemplo muy reciente hay una familia en apuros muy graves que tiene un problema en apariencia imposible de solucionar; al rezar de corazón a San José todo se ha calmado y ha vuelto a su ser. Y como prueba esa familia ha encontrado en un rincón de la casa algo que ni sabían que allí estaba, un devocionario del “Mes de San José”.
San José calla, trabaja en silencio en su taller y al final su obra se descubre, se contempla, se admira y se le dan muchas gracias. Unamos nuestras vidas a San José con los sueños que tiene ahora. Son muchos, pero entre otros podemos contar los siguientes: el fin del aborto, la presencia de su Hijo en la vida interna de las cárceles y la unidad de la familia como esencia de la vida de la Iglesia donde nacen nuevas vocaciones al matrimonio y a la vida sacerdotal y religiosa.
¡Recemos a San José!
¡Caminemos con San José!
¡Soñemos con San José!