La exposición de Encuentro Madrid reivindica la belleza del trabajo manual en plena era de ChatGPT
Gremios, martillos y artesanos, cruzados inesperados de Manus operandi ante el imperio de la IA

En el taller de marroquinería, los participantes pudieron coser con sus propias manos llaveros de piel durante cerca de una hora.
Apenas han pasado unos días desde que finalizó la exposición Manus Operandi, una de las dos muestras que se han podido visitar en esta edición en Encuentro Madrid 2025 y aún resuenan en el Mirador de Cuatro Vientos los golpes del cantero sobre la piedra, el cepillado de la madera del carpintero, el crujido de las teselas de vidrio cortadas por las manos expertas de la maestra vidriera, el hilo encerado atravesando la piel de vacuno en el taller de marroquinería y la voz de los guías que han explicado la exposición a los más de 1.500 visitantes que en tan solo tres días han pasado por esta singular muestra que compartía espacio con la de Franz Jägerstätter y su esposa, Franziska Schwaninger, protagonistas de la aclamada película Vida oculta.
Manus operandi no ha sido una experiencia inmersiva ni una performance. En esta exposición se ha mostrado el trabajo de personas reales utilizando sus manos y las herramientas básicas para afirmar que hoy, en la era de la IA, el trabajo manual sigue siendo necesario, bueno para el ser humano y objeto de un renovado y creciente interés.

Algunos de los asistentes a Encuentro Madrid 2025, haciendo cola para el evento de Manus operandi.
La más original hasta la fecha
El recorrido se iniciaba con una reflexión rotunda de Ignacio Gómez de Liaño: “No hay nada como mirar el hacer para saber qué significa el decir” y transcurría entre los talleres de los cuatro oficios (Cantero, carpintero, vidriera y marroquinero) y paneles de texto e imágenes en los que se iba desgranando un mensaje que partía desde las primeras representaciones de las manos del hombre prehistórico hace 66.700 años hasta llegar al día de hoy, en la era de la IA.
¿Para qué utilizamos nuestras manos? es una de las preguntas que ha servido de colofón a esta exposición que se ha convertido en una de las más visitadas de la historia de Encuentro Madrid que cumple ya 22 años. Muchos han afirmado que ha sido la más original que se ha organizado hasta la fecha, pero más allá de cifras y valoraciones positivas, lo que queda ahora es este mensaje claro y rotundo que ilustra el panel final: Las manos son un don precioso y necesario.
Cuando el trabajo manual se vuelve único
Ha sido un espectáculo ver a los artesanos en vivo explicando cómo hacen su trabajo y respondiendo a las preguntas de los visitantes que también han podido incluso utilizar sus herramientas. Tres oficios que han rememorado la tradición medieval de los gremios, del trabajo en común para realizar una obra que en muchos casos no veían terminada.
En esta ocasión la obra conjunta ha sido una pieza compuesta por un arco realizado por el maestro cantero Héctor Delgado, (Fuerza Vital) en piedra caliza de Sepúlveda, el marco interior en madera de nogal fabricado por el aprendiz de carpintero Ignacio Arespacochaga y la vidriera que va insertada en el marco, diseñada y fabricada durante el evento por la maestra vidriera Ana Isabel San Hipólito (VITREX).

El maestro cantero Héctor Delgado comienza las explicaciones del arco que se elaborará a lo largo del encuentro.
El deseo de ver y tocar
Mientras tanto, en el taller de marroquinería, los participantes cosían llaveros de piel a mano en una actividad que duraba una hora. Posiblemente lo más significativo fue ver la multiplicidad de personas, desde niños a partir de 10 años hasta una mujer ciega que quiso coser su propio llavero. Llamativo también ha sido el alto porcentaje de hombres que cogieron aguja e hilo para realizar el taller. Todos salían felices con la obra de sus manos terminada.

El maestro cantero Héctor Delgado, con una de las participantes en el encuentro.
El recorrido finalizaba con la exhibición de trece piezas cedidas por amigos artesanos y artistas, coronadas por un testimonio personal. Cerámica, encuadernación, escultura, acuarela, bolsos en piel y crochet, bisutería, mosaico, madera, vidrio… un colofón que ha permitido a los visitantes ver y tocar el producto realizado con las manos de los artesanos.
El sentir era unánime. “Me ha encantado”, “Me ha hecho pensar mucho”, “Es preciosa”, “Brutal” “Fantástica de principio a fin” “He llegado a casa y me he puesto a tocar la guitarra”... y podría seguir pero lo más importante es precisamente esto, el bien que ha hecho la muestra a quienes han podido visitarla.
Todo ello gracias a un magnífico equipo de voluntarios que ha trabajado durante meses (Contenidos, arquitectura, diseño, producción, iluminación, sonido, montaje, artesanos, artistas, guías, atención de mesas…) para ofrecernos como decían los comisarios durante la inauguración:
“Una muestra sencilla, para todos, popular, humana como las personas que la hemos hecho, con sus errores también, y real, porque si algo tiene esta exposición es carnalidad en lo temporal con una mirada siempre hacia lo eterno, a esa eternidad que para nosotros, hombres del siglo XXI tiene un rostro concreto, CRISTO, un lugar concreto, LA IGLESIA y una comunidad concreta, EL MOVIMIENTO DE COMUNIÓN Y LIBERACIÓN, al que pertenecemos algunos de los que hoy estamos aquí, una casa abierta a todos, un lugar de personas que buscan entender qué significa eso que nos dice Charles Péguy en el lema de esta edición de Encuentro Madrid: “Ese encaje profundo entre lo temporal y lo eterno”.

La obra del cantero Héctor Delgado y sus atónitos seguidores va tomando forma en Encuentro Madrid.
Cruzada de lo manual en un mundo invadido por la IA
Una exposición en la que se ha podido verificar lo que figuraba en el texto oficial de la misma:
La relación directa y equilibrada que existe entre esfuerzo y resultado. El sentido del aprendizaje, la utilidad, el valor del tiempo, la espera, la destreza, el error y la enmienda en una continua búsqueda de la perfección, desde una imperfección. La expresión del deseo de belleza del ser humano a través de las obras que realiza, desde la pequeña pieza del alfarero a las grandes catedrales construidas por los hombres con sus propias manos.
En un mundo invadido por la tecnología es hoy más necesario que nunca -ya que no se había dado hasta ahora una situación así- preservar lo que ha sido y debe seguir siendo el valor irremplazable de toda actividad humana, por pequeña o poco rentable que parezca, en una sociedad en la que se ha instaurado «una conciencia lúdico-competitiva y obesa de satisfacciones, de estímulos y de placeres»; como afirma Higinio Marín.

Y con el fin de la exposición, el arco llega a su culmen.
Toda acción tiene su raíz en la persona y no solo en los medios o las herramientas que utilizamos, que son importantes, pero no constituyen el origen misterioso e insustituible de lo que el ser humano concibe con su inteligencia natural.
En una era en la que existe el riesgo de una suplantación cada vez mayor del “ser” por la tecnología, esta exposición te invita a redescubrir que pertenecemos a una historia concreta y determinada por un orden natural que es un bien para la persona y para la sociedad, que da sentido al trabajo que realizamos y a la vida que tenemos.
La relación que establecemos con la materia a través de nuestras manos, la comprensión del significado auténtico y original del concepto de “materialismo” y el valor del trabajo bien hecho, son factores determinantes para comprender la realidad y ser partícipes de la construcción de la historia dentro de una comunidad y en un tiempo concreto.
“Sin mano no cabe la felicidad”
Una muestra que terminaba con las afirmaciones de dos grandes pensadores; Fabrice Hadjadj: “Para que las personas hipnotizadas por lo virtual y por el atomismo vuelvan a abrir su espíritu, es preciso animarlas a trabajar con las manos, a tocar un instrumento musical, a desbastar una madera, a cultivar un huerto, a descubrir que los alimentos no aparecen por arte de magia en los estantes de los supermercados, y que la hierba no crece tirando de ella. Las exigencias de lo manual disipan los espejismos de lo material” y Byung-Chul Han: «La felicidad viene por el trabajo con las manos. Para Heidegger el pensamiento es un trabajo manual, para Paul Celan también lo es la buena poesía. Sin mano no cabe ni la felicidad, ni el pensamiento, ni la acción».

Un nutrido grupo de guías y voluntarios hicieron posible un evento casi contracultural que despertó admiración e interés a partes iguales entre los asistentes.