San León Magno, el hombre que salvó la fe en la humanidad de Cristo y a Roma de las hordas de Atila

El encuentro entre San León Magno y Atila, en un fresco de Rafael en la Estancia de Heliodoro del Vaticano.
La Iglesia celebra el 10 de noviembre la memoria de San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia. Gobernó la Iglesia entre los años 440 y 461 y está considerado -de ahí su nombre- uno de los más importantes sucesores de Pedro.
Solo dos Papas han recibido el título de Doctor de la Iglesia: San Gregorio Magno (590-604) y él, a quien se lo concedió en 1754 el Papa Benedicto XIV. Sus reliquias se veneran en la capilla de la Virgen de la Columna de la basílica de San Pedro, y su legado lo componen un centenar de sermones y más de ciento cincuenta cartas que sintetizan sus afanes por la clarificación de la doctrina frente a los herejes y su solicitud pastoral por el pueblo de Roma.
Frente a Atila y los hunos
Nació probablemente en la actual localidad italiana de Volterra (Pisa, Toscana). Fue archidiácono de la Iglesia romana y muy reconocido en la corte pontificia, donde colaboró estrechamente con sus dos predecesores anteriores, Celestino I (422-432) y Sixto III (432-440).
A causa de ese prestigio, unos meses antes de ser elegido Papa había sido enviado por la emperatriz Gala Placidia a pacificar la Galia. Una experiencia que le sería de gran utilidad años después, en uno de los hechos más notables de su pontificado cuando en el año 452 salió al encuentro de Atila para convencerle de que los hunos no arrasasen Roma.
Gran parte del norte de la península itálica había caído ya bajo su poder, y habían acampado cerca de Mantua (Lombardía), a orillas del río Mincio, afluente del Po.
Hasta allí se acercó León I, ya Papa, y logró que Atila se retirase. ¿Cómo? No se sabe lo que hablaron, pero quizá no hizo falta decir mucho, pues durante el encuentro aparecieron detrás de San León Magno las figuras de los apóstoles Pedro y Pablo armados con espadas.
Tres años después, el pontífice logró detener también a las puertas de Roma a los vándalos comandados por el rey Genserico, quien saqueó la ciudad, pero no la incendió y arrasó, como había hecho con otras. Habían triunfado de nuevo las dotes diplomáticas que le habían hecho célebre antes de ser Papa, y que le llevaron a crear, ya como Sumo Pontífice, la figura del nuncio.
Defensor y clarificador de la fe
Aparte de estos hechos notables, otros factores condujeron a la denominación de Magno, y tienen que ver con la fe.
Fue un gran defensor del primado de Pedro, y lo ejerció sobre todo contra el hereje Eutiquio o Eutiques, un abad de Constantinopla que negaba la naturaleza humana de Jesucristo. La respuesta del Papa fue su célebre Carta dogmática a Flaviano, obispo de Constantinopla, en la que reafirma las dos naturalezas del Salvador, verdadero Dios y verdadero hombre. “Pedro ha hablado por boca de León, León ha enseñado según la piedad y la verdad”, proclamaron los padres conciliares tras el pronunciamiento papal.
En el Concilio de Calcedonia del año 451 se reafirmó esta verdad, y los eutiquianos (que habían logrado granjearse el apoyo del emperador Teodosio II) fueron excomulgados y desterrados. En ese Concilio, San León Magno defendió el papado frente a las pretensiones del patriarca de Constantinopla sobre las Iglesias orientales y del arzobispo de Arles sobre la Iglesia de las Galias.
Igual que contra los monofisitas de Oriente (los eutiquianos), la misma batalla por la integridad de la fe libró San León Magno contra los maniqueos de Italia, los arrianos de África o los seguidores de Prisciliano (el único hereje autóctono que ha dado España, según recordaba Marcelino Menéndez Pelayo).
Como pastor romano, además, San León Magno animó las obras de caridad ante la pobreza de Roma y la verdadera fe frente a las supersticiones paganas. Y como gobernante hizo cuanto estuvo en su mano para, según escribió, "tener justicia con constancia" y "ofrecer amorosamente la clemencia", consciente de que “sin Cristo no podemos nada, pero con Él lo podemos todo”.
Fuentes
- Vatican News: San León Magno, Papa y doctor de la Iglesia.
- Maurus Schellhorn, OSB: San Pedro y sus sucesores, Plaza y Janés, Barcelona, 1967.
- Carlos Pujol, La casa de los santos, CEU, Madrid, 2022.