Newman vio en la universidad un lugar para preguntas que hacen madurar la fe, explica el P. Sánchez

John Henry Newman dirigió importantes consideraciones a la universidad y sobre la universidad, convencido de su papel clave en la articulación de la verdad.
El próximo 1 de noviembre, el Papa León XIV proclamará Doctor de la Iglesia a San John Henry Newman (1801-1890), el converso del anglicanismo que fue cardenal y dio lugar a un renacimiento cultural católico en el ámbito anglófono que aún perdura.
Newman siempre valoró la importancia de la universidad como lugar donde se buscan y encuentran la verdad, el bien y la belleza. Le hemos preguntado al respecto al padre Florencio Sánchez, L.C., director del Instituto John Henry Newman de la Universidad Francisco de Vitoria, donde también es capellán.
-¿Qué significa la proclamación de San John Henry Newman como Doctor de la Iglesia para el Instituto que lleva su nombre en la Universidad Francisco de Vitoria?
-Es un gran estímulo para seguir profundizando en nuestra identidad como universidad católica, el pensamiento de Newman sobre la universidad es muy actual y desafiante.
-San John Henry Newman experimentó en su propia vida la importancia de amar la verdad más que a la propia vida. ¿Cómo puede inspirarles su ejemplo?
-Puede inspirar al mostrar cómo una vida se transforma por la verdad que va encontrándose progresivamente, no de golpe, y por los caminos que esa vida va recorriendo inesperada y sorprendentemente. El Espíritu que guía está en el lema del cardenal Newman: Cor ad cor loquitur. La conciencia, tema fundamental para Newman, es el lugar donde ambos corazones se encuentran.
-¿Qué papel cree que juega en la universidad la fe como búsqueda del sentido de la vida?
-La fe obviamente juega un papel fundamental, cuando se tiene y está formada. Pero no es el caso de la mayoría de nuestros alumnos. Por eso el Instituto John Henry Newman se propone plantear las preguntas que ayuden a que los que tienen fe sepan por qué la aceptan, y los que no la tienen por qué no la aceptan. Y que el continuo diálogo sobre esas preguntas ayude a madurar la universidad como comunidad de buscadores de la verdad, el bien y la belleza.
-¿A qué desafíos se enfrenta la educación universitaria en la actualidad?
-Son muchos los desafíos y algunos de ellos apasionantes, hacen de la misión de la universidad católica algo muy motivador. Subrayaría la tarea de poner en acto un diálogo fecundo entre las ciencias y las humanidades, entre la razón y la fe. Esto genera comunidades de profesores o de alumnos que vibran en esa búsqueda y dan a la universidad un tono vital muy especial porque toca realmente la cabeza y el corazón de quienes se comprometen en ese diálogo.
-¿Cómo pude inspirar la figura de San John Henry Newman a los jóvenes universitarios?
-Para mostrar el atractivo del personaje citaré un párrafo de un periódico que durante mucho tiempo polemizó con el profesor Newman, The Freethinker, cuya ideología puede fácilmente adivinarse en la Inglaterra victoriana del siglo XIX, y que publicó con motivo de su muerte:
- “Newman es el más puro estilista y el mayor teólogo en nuestra lengua. Su perfecta elocuencia encantaba a sus peores oponentes… Un ateo convencido podía casi lamentar la necesidad de disentir de él… Aquí -nos decíamos- hay alguien que es más que católico, más que teólogo; alguien que ha vivido una intensa vida interior, que comprende el corazón humano como pocos lo han comprendido, que sigue los más sutiles mecanismos de la mente humana, que ayuda al lector a comprenderse a sí mismo”.
-¿Qué mensaje tendría San John Henry Newman para los universitarios y profesores de hoy?
-Su mensaje está en su lema Cor ad cor loquitur, que revela cómo el corazón de Dios habla al corazón de John Henry y de cada uno de nosotros en cuanto buscadores de sentido. Es un bien para nuestra vida sostener las preguntas que conducen a la fe o la hacen madurar, y que ese camino vaya madurando progresivamente al escuchar la voz de Dios, que habla a veces a gritos y otras con silencios iluminadores.