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Misioneros Identes: así convierten cada año el Camino de Santiago en un itinerario de fe y misión

Busca fomentar el desarrollo personal desde la riqueza cultural, religiosa e histórica del Camino.misioneros identes

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El Instituto Id de Cristo Redentor, misioneras y misioneros identes es un instituto de vida consagrada de derecho pontificio.

Fue fundado en Tenerife (España) por Fernando Rielo Pardal el 29 de junio de 1959, quien dedicó su vida a la evangelización, siguiendo el mandato de Cristo "Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a todas las gentes" (Mc 16,15).

EI Instituto Id de Cristo Redentor, como familia eclesial de vida consagrada, está formado por dos ramas: una de clérigos y laicos célibes y otra de mujeres célibes, y por asociados, hombres y mujeres, comprometidos según su propio estado.

En la actualidad está presente en 24 países: Camerún, Corea, Filipinas, India, Japón, Tailandia, Alemania, Andorra, Bélgica, Eslovaquia, España, Francia, Inglaterra, Italia, República Checa, Estados Unidos, México, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú.

La importancia del Camino

Un momento importante para los miembros de este Instituto es el Camino de Santiago, "la ruta jacobea idente como punto de partida y de llegada para la fe en jóvenes y adultos". María José Rubio Gómez, Consejera de Fundaciones de la Sede General de Misioneras Identes y Subdirectora de la Fundación Fernando Rielo, cuenta a ReligiónEnLibertad la importancia del Camino.

La ruta jacobea idente fue instaurada por Fernando Rielo en el año 1988 y desde entonces se realiza cada año, e incluso adoptó la modalidad on-line en tiempos de pandemia. 

"La ruta jacobea idente como punto de partida y de llegada para la fe en jóvenes y adultos".misioneros identes

"Entre las características que la hacen diferente es el hecho de que no es una ruta física independiente, sino una forma de vivir el Camino de Santiago en grupo, incorporando elementos de la espiritualidad idente, busca fomentar el desarrollo personal desde la riqueza cultural, religiosa e histórica del Camino", comenta Rubio. 

Los grupos suelen ser entre 20 y 25 personas que caminan juntas y participan en todas las actividades culturales y religiosas diseñadas previamente para todas las etapas marcadas.

"La Juventud Idente enfatiza la relación de los jóvenes con Dios, la naturaleza y la sociedad, entre otras actividades, a través del Camino de Santiago. Así la convivencia con los compañeros de camino en sintonía con la naturaleza y con Dios son ámbitos queridos y propuestos por Fernando Rielo como pilares para restaurar una humanidad dolida y sin rumbo. Durante más de 10 días se camina en convivencia con el objetivo único de llegar a la tumba del apóstol, y este hace el milagro del encuentro".

Se desarrolla en 12 o 14 etapas definidas desde Astorga hasta Santiago de Compostela, caminando entre 20 o 30 kilómetros diarios y haciendo noche en los lugares concertados en albergues particulares.

Jóvenes de todo el mundo

"Tiene la particularidad de un encuentro de varias culturas según los participantes, por ejemplo, este año participaron desde el 12 al 25 de julio jóvenes españoles, alemanes, filipinos y de la India, los que compartieron además de las actividades propias de la ruta, sus costumbres y experiencias religiosas", dice María José Rubio. 

También han participado en el mes de agosto un segundo grupo 20 profesores de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) Ecuador, la cual es administrada por los misioneros y misioneras identes.

Este año participaron desde el 12 al 25 de julio jóvenes españoles, alemanes, filipinos y de la India.misioneros identes

"Los Peregrinos Identes unen el significado de la peregrinación a la de un camino interior que nos lleva a encontrarnos con nuestra verdadera vocación: la de hijos muy amados de nuestro Padre Celestial. La peregrinación toma entonces el significado de caminar juntos hacia esta unión con Dios que nos permite conocer mejor el sentido del peregrinaje de la vida".

Neena Mary George hizo el Camino este pasado julio, partiendo desde Astorga rumbo a Santiago de Compostela. "Lo que comenzó como una caminata física se convirtió, paso a paso, en un recorrido espiritual y humano profundamente transformador. Desde mi experiencia personal, el camino fue relativamente suave, aunque no exento de momentos difíciles", comenta.

"Uno de los momentos más impactantes ocurrió el 21 de julio. Nos encontramos con la noticia del fallecimiento de un peregrino en el Camino. Aunque no conocíamos ni su nombre, su partida nos tocó profundamente. Rezamos por él y por su familia. Su muerte, en medio de este camino de fe, se sintió como una muerte de gracia, una señal del misterio que envuelve este peregrinar".

"Para mí, caminar hacia la tumba del apóstol Santiago es un espejo de la vida misma. Cada día avanzamos en nuestro propio camino, que también concluye, algún día, en una tumba en la tierra. Hay días fáciles y otros difíciles; pasos firmes y otros tambaleantes; momentos de gozo inmenso y otros de silencio interior", añade la peregrina. 

"Este año ha sido mi segundo Camino de Santiago con los Misioneros y Misioneras Identes, dice por su parte Guiomar. "En algún punto del Camino, mientras me dolían los pies, la rodilla, los pensamientos… me vino una idea que no me había planteado antes: tal vez, lo más fuerte de sufrir, no es el dolor en sí, sino sentir que estás sola dentro de él. Y en ese momento, entendí algo que había oído muchas veces pero que nunca había sentido tan claro: que Cristo no vino a quitarnos el sufrimiento, sino a compartirlo".

"Caminar, con el cuerpo cansado y la mente intentando no rendirse, me hizo imaginarle a Él, con su cruz, con su silencio, con la misma sensación de agotamiento. Y no me lo imaginaba como una figura lejana. Me lo imaginaba como alguien al lado con quien abrazar la cruz".

"Otro regalo inesperado de este Camino fue ver cómo, a pesar de nuestras diferencias, personas de tantos rincones del mundo pudimos caminar juntas como si nos conociéramos de siempre. Escuchar acentos distintos, compartir costumbres, formas de ver la vida, comidas, risas, dolor… fue algo que me abrió los ojos y el corazón".

"Es impresionante cómo gente tan distinta puede convertirse en hogar por unos días. Y me doy cuenta de que el verdadero idioma universal no es el que hablamos, sino el que sentimos. Compartir el camino con personas de tantos países fue un regalo enorme. Y sé que, de alguna forma, llevo un pedacito de cada uno en mí", relata Guiomar.

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