Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

La Iglesia siglos después del holocausto nuclear

«Cántico por Leibowitz», un clásico de la ciencia-ficción católica

Walter M. Miller bordó una metáfora sobre el papel civilizador del cristianismo en la Historia.

C.L. / ReL

Walter M. Miller.
Walter M. Miller.

Se acerca el verano, y con él la posibilidad de dedicar un poco más de tiempo a la lectura. Es la hora de las recomendaciones, y el blog católico hispano-portugués A Casa de Sarto (Sarto era el apellido del Papa San Pío X) hace la suya: Cántico por Leibowitz, de Walter M. Miller (19231996). Un consejo muy propio del estío, además, que es especialmente apropiado para un género de pura evasión como la ciencia-ficción, pero que en este caso apto para una reflexión profunda sobre la Iglesia.

Cántico por Leibowitz fue la única novela de su autor (se publicó una continuación póstuma, pero no es íntegra suya), quien sin embargo escribió numerosos relatos de ciencia-ficción y ganó en 1955 el prestigioso Premio Hugo con uno de ellos. Volvería a ganarlo en 1961 por su obra maestra.

El trauma de Montecassino

Miller nació en 1923 y se convirtió al catolicismo al finalizar la Segunda Guerra Mundial, durante la cual había formado parte de una escuadrilla de bombarderos. Participó en una de las acciones más discutidas de los aliados, la destrucción del histórico monasterio benedictino de Montecassino, considerado la cuna espiritual de Europa. Ese hecho le traumatizó toda su vida.

Encuadrado con el tiempo en las filas del catolicismo progresista, quedó muy frustrado tras un Concilio Vaticano II que se le quedó corto. Su fe, siempre problemática, pasó apuros. Deprimido y recluido sus últimos años, alejado incluso de los suyos (tuvo cuatro hijos), en 1996 se suicidó.

La primera edición norteamericana de "Cántico por Leibowitz".

Pero para entonces Cántico por Leibowitz ya era un clásico. Se publicó en 1960 y fue traducido a todos los idiomas cultos y múltiples veces reeditado, vendiendo millones de ejemplares. Según otro escritor de ciencia-ficción, Terry Bisson, es "uno de los pocos libros del género no sólo conocidos sino leídos fuera de él".

Las tres etapas de la historia

Se divide en tres partes, cada una correspondiente a una etapa de la historia: Fiat Homo, que transcurre en 2560; Fiat Lux, en 3174; y Fiat Voluntas Tua, en 3781. La acción transcurre en una imaginaria abadía de la Orden de San Leibowitz, ubicada en el desierto norteamericano de Utah. Los monjes se consagran a salvaguardar el conocimiento científico para las generaciones futuras, tras un holocausto nuclear que ha asolado la tierra en los años sesenta del siglo XX. Todo, "en un ambiente de profunda y rigurosa ortodoxia católica", explica A Casa de Sarto.

Y ¿quién es San Leibowitz? Se trata de Isaac Edward Leibowitz, un ingeniero electrónico judío que en el último cuarto del siglo XX, ya después de la guerra atómica, se convierte al catolicismo y se consagra a esa misión de salvar la ciencia, y muere mártir.

Se trata, añade el bloguero, de "una auténtica metáfora del papel civilizador de la Iglesia católica en el curso de la Historia, en especial en las épocas de barbarie, ya se entienda ésta en sentido estrico o en sentido lato de la decadencia moral del género humano".

Equivalencias

En la ficción creada por Miller, el año 2560 equivale nuestra Edad Media, entre los años 600 y 1000, cuando hordas de nómadas primitivos devastan el país.
 
El año 3174 equivale a nuestros siglos XVII y XVIII. El convento es el primer edificio desde nuestros días en tener luz eléctrica. Allí, el abad debate con un científico laicista y refuta su pretensión de declarar incompatibles la fe y la razón y la ciencia.

En el año 3781 el hombre ha vuelto a realizar viajes espaciales y existen colonias humanas en otros planetas habitables, pero de nuevo aparece el riesgo de una guerra nuclear. El abad de Leibowitz discute con un médico, funcionario público de un Estado totalmente antirreligioso, en defensa de la vida humana y contra lo que hoy llamamos "cultura de la muerte".

Al lector actual,  confiesa A Casa de Sarto, "le impresiona la forma en que, allá por 1960, Walter M. Miller -por lo demás un escritor de vasta cultura católica- previó y prefiguró la tendencia nihilista anticristiana que se afirmaría en las sociedades accidentales en las décadas siguientes".

Y, de paso, recordaba a sus lectores que la razón y la ciencia se salvaron en la historia real, como en la ficción de la abadía de San Leibowitz, gracias al empeño de la Iglesia.

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