Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

Mientras, Iván Duque retira en Colombia las estatuas de Colón e Isabel la Católica

«Ni la Iglesia ni España tienen que pedir perdón», dice José Javier Esparza, sino «los que mienten»

Retirada de la estatua de Colón en Bogotá.
Funcionarios del ministerio de Cultura colombiano retiran las estatuas de Colón e Isabel la Católica de la Avenida El Dorado en Bogotá (Colombia), en la madrugada de este viernes. Foto: Colprensa.

Carmelo López-Arias / ReL

Si algo no imaginaron nunca los votantes de Iván Duque es que el presidente que rezaba públicamente a la Virgen de Chiquinquirá meses después de iniciado su mandato arrancase en la madrugada de este viernes de la Avendida El Dorado de Bogotá la estatua de Isabel la Católica, por cuyo empeño evangelizador se reza a Nuestra Señora en Colombia. La misma suerte corrió la de Cristóbal Colón, objetivos ambas de la furia de la extrema izquierda que tiene en jaque el país desde hace semanas.

La excusa es que quieren protegerlas de los ataques e intentos de derribo que han sufrido por parte de grupos violentos. Pero, aparte de esa confesión de la propia incapacidad para mantener el orden público, el Ministerio de Cultura manifestó en un comunicado que se pretende algo más: "Abrir un diálogo mediante el cual se invita a reflexionar sobre el significado y valor del Patrimonio Cultural". Traducido: una cesión ideológica al indigenismo.

Una cesión que oculta la verdad de los hechos: "Gracias a la evangelización, los amerindios del sur sobrevivieron, cosa que no ocurrió con los amerindios del norte. Es una de las razones por las que hay que estar orgullosos de la Historia de España". Lo afirma José Javier Esparza en el capítulo 27, que consagra a "La evangelización de los indios", en su último libro, No te arrepientas. 35 razones para estar orgulloso de la Historia de España (La Esfera de los Libros). Publicado a principios de año, alcanza ya la cuarta edición.

"Lo primero que hicieron los españoles cuando pusieron los pies en América fue plantar una Cruz", añade el escritor, que ha consagrado un libro magistral a contar esa historia, La Cruzada del océano: "Lo seguirían haciendo en todos y cada uno de los lugares donde asentaban un establecimiento. Las escenas de conquista varían, cambian los nombres, cambia el tipo de hueste, cambian hasta las banderas y las fórmulas, pero hay algo que es siempre idéntico en todos los actos de toma de posesión en nombre de la corona: se planta la Cruz y se celebra una misa... La conquista española de América es una conquista religiosa".

Escena de Apocalypto de Mel Gibson.

La llegada de los españoles a América, en "Apocalypto" de Mel Gibson (2006).

Esto no lo niega, por supuesto, la ideología indigenista, pero lo considera la fuente de todas las desgracias para los pueblos aborígenes. Esparza demuestra en No te arrepientas que fue justo al revés: una fuente de bendiciones para ellos. Básicamente, por cinco razones.

1. El impulso fundacional

La gran injusticia que implica hollar la memoria de Isabel la Católica es que fue ella, por una decisión personal en la que se implicó para que se aplicase a conciencia, quien quiso que la presencia de la Corona en los territorios descubiertos fuese eminentemente protectora de sus habitantes.

"Aparece desde el primero momento de manera deliberada y consciente,  sobre este punto hay un documento fundacional que es el testamento de Isabel la Católica o, más precisamente, su codicilo, las disposiciones finales", señala Esparza: "Nuestra principal intención" es la evangelización, dice la reina.

2. El contrapeso moral

En la conquista de América estuvieron presentes las bajas pasiones y ambiciones, pero con un "signo distintivo" respecto a cualquier otra en la Historia de la humanidad: "Una motivación religiosa y, por tanto, un freno moral".

Un freno doble: externo ("el protagonismo vigilante" de la Iglesia sobre las autoridades para poner fin a cualquier exceso) y, sobre todo, interno, porque "los conquistadores, además de ser aventureros, quizá locos, sin duda ambiciosos, eran hombres de fe". Y casi siempre se comportaron como tales. Y fue "la presión de los religiosos" la que llevó a poder imperial a redactar las Leyes de Indias.

Fernando Paz entrevista a José Javier Esparza en El Toro TV sobre "No te arrepientas".

3. La liberación de los sacrificios humanos

"Los pueblos amerindios, en general, practicaban religiones de una crueldad asombrosa", afirma Esparza, que contrastaban con el buen carácter y las "virtudes humanas y morales de los indios", lo que llevó a los misioneros y conquistadores al convencimento de la poderosa acción del demonio a través de los ídolos y sus ritos de sacrificios humanos.

Era algo generalizado entre los aztecas y los chibchas y tolerado por los incas. El Sermón de la Montaña del nuevo Dios sonaba de otra forma, como también la presencia amorosa de la Virgen María, sobre todo tras la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe al indio Juan Diego en 1531. 

4. La mejora de la propia vida

"Convertirse al cristianismo significaba mejorar de vida", y no puede decirse que los indios abandonaran sus viejas creencias por la fuerza ni porque se les forzase a la conversión. Hay sobrados testimonios históricos de las conversiones masivas que seguían al derrumbamiento del orden político estructurado en torno a esos cultos de corte demoniaco.

Los religiosos acogieron a los indios bajo su protección y crearon escuelas y hospitales para ellos (y comunidades completas de vida, como las reducciones). Muy pronto, también universidades a las que podían acceder: Santo Domingo en 1538, San Marcos de Lima y México en 1551, Santo Tomás de Filipinas en 1611.

5. La conservación de las culturas autóctonas

La metodología de la evangelización en América y Filipinas pasaba por la comunicación con los indios en sus numerosos idiomas. Así que los misioneros se entregaron en cuerpo y alma a conocerlas y salvaguardarlas. De hecho, en No te arrepientas el capítulo siguiente al de la evangelización versa exclusivamente sobre la salvación de las lenguas amerindias, "un trabajo científico de primer orden".

Portada de

"No te arrepientas", de José Javier Esparza: un amplio repaso a hechos y momentos de la Historia de España por los que sentirse orgulloso.

Tiene tanta importancia esa labor de conservación de la cultura autóctona, que Esparza lo considera un motivo de orgullo en sí mismo, más allá de lo que se piense sobre la evangelización. No solo se tradujeron a las lenguas autóctonas Biblias y catecismos, sino que se compilaron gramáticas y diccionarios que, obviamente, no existían.

Es más: Felipe II impuso el conocimiento de la lengua local a quien quisiera misionar o ser sacerdote entre los indios y decretó que fuese lengua oficial en cada territorio la más hablada en él.

En 1579 se estableció en la Universidad de Lima la primera cátedra de quechua. Y entre los siglos XVI y XIX se publicaron en América -según el elenco realizado en 1892 por Cipriano Muñoz y Manzano- nada menos que 1188 títulos en lenguas indígenas. Cuando los ingleses publicaron su primera gramática en 1586, los españoles habían publicado desde 1547 las del tarasco, quechua, náhuatl y zapoteco. A principios del siglo XIX, cuando comienzan las independencias hispanoamericanas, solo el 30% de la población de los virreinatos hablaba español.

¿Quiénes tienen que pedir perdón?

"Ésta es la verdad de la evangelización", concluye Esparza: "Si las razas y las culturas de la América hispana sobrevivieron a la conquista fue, precisamente, porque hubo al mismo tiempo un intenso proceso de evangelización. No son ni la Iglesia ni España quienes tienen que pedir perdón por ello. Quienes han de hacerlo son, más bien, los que mienten al ocultar la verdadera historia".

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