Falleció el doctor Thomas Lynch, «tradicionalista en el mejor sentido de la palabra»
Venció a la «ameba comecerebros», tuvo 10 hijos, criticó las políticas anti-vida: un médico ejemplar
Durante sus 83 años de vida, el doctor y experto patólogo Thomas Lynch salvó la vida a cientos de personas, descubrió la cura de infecciones mortales y recibió multitud de premios por su contribución a la medicina. Fue un incansable defensor de la vida, y en no pocas ocasiones, se enfrentó a los poderes públicos por este motivo. Incluso fundó una empresa médica de éxito. Murió en noviembre de 2020 y su familia explicó-en el Catholic Leader, de Australia- que esperaba que muchos rezaran por él.
Atendió a millones de personas
Thomas Brendan Lynch nació en Melbourne, (Victoria, Australia) pero pasó la mayor parte de su vida en la ciudad de Rockhampton.
Durante los años que dedicó a la medicina en esta ciudad, compaginó la labor de investigador con la atención de sus pacientes en el hospital. Se dice que, de distintas formas, atendió a más de 4 millones de personas durante toda su carrera.
El doctor Lynch atendió a multitud de pacientes sin recursos. “Nunca le interesaron las ganancias económicas como médico”, explica su hija, “solo quiso ejercer bien la medicina como médico e investigador”.
10 hijos y 28 nietos tras 60 años de matrimonio
Thomas Lynch conoció a su esposa Patricia en la ordenación sacerdotal de un compañero de clase, el padre Joseph Rheinberger. Fueron compañeros de la escuela. Por aquel entonces ella era bibliotecaria.
El doctor describió aquellos días a su hija Bernardette poco antes de su muerte. “Hoy es el 60 aniversario de esa noche de invierno cuando conocí a tu madre. Ella me invitó pasar una semana en la granja de Belmont, en Numbugga”, recuerda. Entre 1962 y 1996, Thomas y Patricia tuvieron 10 hijos (4 de ellos fallecidos) y 28 nietos.
Tras el fallecimiento prematuro de Patricia, Thomas contrajo un nuevo matrimonio: su nueva esposa, María, le acompañó hasta sus últimos días.
Descubrió la cura de una infección mortal
Uno de los principales descubrimientos del doctor Lynch fue, en 1971, un tratamiento eficaz contra la meningitis amebiana , mientras trataba a un niño aborigen en Mount Morgan (Rockhampton).
Esta infección, provocada por la Naegleria fowleri –conocida como la ameba comecerebros– provoca importantes daños neurológicos. Como afecta al cerebro y suele descubrirse muy tarde la cura a menudo no llega a tiempo.
Un reportaje sobre la ameba comecerebros en la CNN
Una vida dedicada al cuidado del prójimo
Pero este no fue el único descubrimiento del doctor australiano. En 1996 contribuyó al tratamiento del VIH –SIDA– tras hallar el primer receptor de quimiocina mutado, un receptor necesario para que este virus pueda invadir e infectar las células.
Cuatro años después aportó el RNA que se usaría para clonar y secuenciar por primera vez un gen humano. Ambos avances le merecieron el título de "Descubrimiento científico del Año" de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.
Con el tiempo, también le concedieron la Medalla de la Orden de Australia.
Su hija recuerda cómo aplicó sus talentos para el bien de los demás. “Era un hombre humilde y extraordinariamente brillante”, explica. “Es difícil de entender cómo alguien podía tener un conocimiento tan preciso de los diagnósticos y tanta dedicación".
El padre John Grace conoció a la familia Lynch durante más de 40 años. Durante este tiempo, el sacerdote se convirtió en un buen amigo de la familia, y llegó a estar presente en días decisivos para los Lynch. Impartió la unción de los enfermos al doctor, y estuvo presente en el funeral de su primera esposa, Patricia.
Fue un católico ejemplar
El sacerdote afirma que Thomas “fue un católico ejemplar, y nunca intentó ocultar su fe o de alejarse de ella”. Al contrario, trató de vivir conforme a sus creencias “de maneras muy prácticas”. Especialmente en su familia numerosa, con la que “fue extraordinariamente generoso”.
El padre Grace lo recuerda como “un tradicionalista en el mejor sentido de la palabra”. “Le encantaba el latín”, explica, pero “no era pretencioso, simplemente lo entendía, y sabía de lo que estaba hablando”.
Como médico provida, escribía a los políticos
Llegó a escribir en multitud de ocasiones al parlamento australiano como médico, investigador y provida. El doctor “protegía la vida desde su concepción hasta su fin natural”, y por ello se opuso durante toda su vida al aborto, a la fecundación in vitro y a la eutanasia.
Como consecuencia de ello, llegó a tener diversos puestos de relevancia en la Asociación Australiana de Familias.
Tras una vida dedicada a la fe, la medicina y la familia, desarrolló un sólido compromiso por la vida, que defendió en todas las circunstancias. Tuvo a Santo Tomás Moro como modelo a seguir, e hizo propias las palabras del santo antes de su ejecución: “Muero siendo un buen siervo del Rey, pero primero de Dios”.
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