Religión en Libertad

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No somos plenamente conscientes del horror que supuso para aquellos españoles que, comandados por Hernán Cortés, descubrieron la maquinaria de sacrificios humanos que sostenía el Imperio azteca. Un horror por el que les resultó obvio que aquello era una religión de inspiración demoníaca, unos ritos que no eran equivalentes a los de las otras religiones que conocían (básicamente el judaísmo y el islam), que atentaban contra la ley natural y que era su obligación arrancarlos de cuajo.

Tras la relectura del imprescinidible libro de Jean Dumont El amanecer de los derechos del hombre, en el que aborda esta cuestión en el marco de su magnífica exposición sobre cómo se desarrolló la Controversia de Valladolid, le iba dando vueltas a este asunto. Y entonces leí una noticia que me hizo vislumbrar un poco mejor lo que sintieron aquellos hombres.

La noticia proviene de Haití y la traduzco del Spectator:

Desde el devastador terremoto de 2010, las bandas criminales se han hecho más grandes y poderosas. El mes pasado, Micanor Altes (conocido también como King Mikano), líder de una banda de Cité Soleil, el mayor de los numerosos barrios de chabolas de Puerto Príncipe, ordenó a sus secuaces que mataran a tiros a todos los residentes ancianos o canosos, en su mayoría personas mayores de 60 años, porque decidió que podrían haber estado implicados en los hechizos que, según él, mataron a su hijo pequeño. Más de 200 personas fueron masacradas.

No era la primera atrocidad de la que presuntamente era autor Micanor, aunque sí la mayor. Este jefe pandillero es una figura clave en una congregación vudú de la barriada, donde se dice que dirige ceremonias los fines de semana que a menudo han derivado en violencia.

[…] En la religión vudú muy pocas cosas suceden de la nada. Un accidente rara vez se considera como tal, e incluso una enfermedad mortal puede haber sido provocada por una fuerza humana. Una bisabuela puede estar enferma durante tres meses, pero cuando finalmente muere, a menudo hay alguien que afirma que un enemigo suyo pagó a un sacerdote vudú para que la hechizara. Así que cuando un gángster como Micanor esgrime sus credenciales religiosas y afirma que se ha utilizado magia negra contra él y que debe vengarse, su acusación será verosímil para los adeptos al vudú.

[…] En otro brote de violencia el mes pasado, una banda saqueó e incendió el Bernard Mevs, un hospital neurológico traumatológico con 87 camas y el único de su clase en Haití. Es muy triste, declaró el Dr. Barth Green, neurocirujano cuyo grupo con sede en Miami, el Proyecto Medishare, ayudaba a mantener el hospital. “Era un salvavidas para toda la población de Haití. Era el único hospital de cuidados intensivos y traumatología con UCI para recién nacidos y adultos, y el único hospital de Haití que podía realizar neurocirugía. Y ahora ha desaparecido”.

¡Qué horror! ¡Qué locura! ¡Qué ignominia! ¡Cómo le hierve la sangre a uno cuando lee estas cosas, cómo querría erradicarlas de la faz de la tierra! Ahora, pensaba, puedo imaginar mejor lo que sintieron los hombres de Cortés.

Sí, el vudú no es el único factor en la pesadilla en que está sumido Haití, pero qué maravilla, y cuánto bien haría, el acabar con esas creencias, rituales y prácticas.

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