Religión en Libertad

El universo no es fruto del azar, sino una obra diseñada por Dios con orden, belleza y armonía divina

Demos a Dios lo que es de Dios: nuestro ser

🔹(San Agustín. Comentario al Salmo 4, 8)🔹

🔹(San Agustín. Comentario al Salmo 4, 8)🔹

🔹(San Agustín. Comentario al Salmo 4, 8)🔹- N.M.N.

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Como al César se le devuelve la moneda, así se le devuelve a Dios el alma iluminada y grabada con la luz de su rostro 🔹(San Agustín. Comentario al Salmo 4, 8)🔹

▶️ En el contexto de la Espiritualidad Católica: Basándose en el episodio evangélico del tributo al César, San Agustín hace una distinción de propiedad fundamental: lo material y lo temporal pueden tener dueños terrenales, pero nuestro ser tiene un único dueño legítimo, Dios.

Para eso utiliza una analogía con la moneda tiene acuñada la cara del Cesar, por eso le pertenece a él. Tu alma tiene acuñada (o debería tener) la cara de Dios, por eso le pertenecemos a Él. En la vida espiritual esta frase nos habla de Justicia (dar a cada uno lo suyo) y de Identidad.

Por ejemplo, a menudo pensamos que rezar como una forma de hacer un favor a Dios. San Agustín nos indica que nos equivocamos. Rezar es un acto de justicia, pero en sentido contrario. Rezar nos permite encontrar un sentido en nuestra vida enlazándola con Dios. Vivir lejos de Dios es, en cierto modo, una forma "robo" espiritual. Nos estamos quedando con algo (nuestra vida) que no nos pertenece por origen.

La Restauración del la Imagen de Dios en nosotros vuelve a ser esencial. La moneda del César es de metal frío y pasivo; el alma está viva y es activa. La frase indica que la imagen de Dios está "iluminada y grabada con la luz de su rostro". Esto nos sugiere que la vida espiritual consiste en limpiar esa moneda. El pecado es el óxido o la erosión que borra la cara de Dios en nosotros. La Gracia (luz) es lo que vuelve a hacer visible esa imagen.

Devolver la moneda a Dios significa vivir de tal manera que, cuando Dios nos mire, podamos reconocernos en Él y Él pueda reconocerse a Sí mismo en nosotros. Algo similar a como el César se reconoce en su moneda.

▶️ En el contexto de la evangelización digital: Las sociales: Facebook, Google, TikTok, etc, actúan como los nuevos "Césares" en nuestra sociedad. Demos a estos "Césares Digitales" lo que es de cada uno de ellos. Las redes sociales son negocios que viven y perviven del intercambio comunicativo que hacemos en ellas. Piden su tributo en formato de metadatos que toman de nosotros. San Agustín diría que el evangelizador debe dar a estos Césares únicamente la moneda tecnológica. Más importante es dar, también en las redes, a Dios lo que es de Dios. Empecemos siendo conscientes que el Usuario no es un dato, es un ser humano. Sino somos conscientes de ello aparece un peligro porque el "César Digital" también quiere también el ser de quienes viven conectados a las redes. Quiere nuestra adicción y polarización ideológico-social.

La misión del evangelizador en las redes es recordar al usuario que, aunque pase 5 horas en Instagram, su alma no pertenece a los dueños de las plataformas ni a sus accionistas ni al algoritmo. Su alma lleva la "imagen de Dios" y es de Dios. Nuestra vida cobra sentido unida a Dios, no a las dinámicas sociales que imperan en las redes.

Debemos intentar crear contenido digital que ayude "iluminar" esa imagen de Dios en nosotros. Debemos ayudar a la las personas a desconectar del imperio del César digital, para reconectarnos con nuestro verdadero origen.

No nos vendamos ni por monedas ni por la aparente fama que parece que conseguimos. Si cambiamos el mensaje de Cristo (que es la Verdad) para obtener más alcance, fama o reputación (monedas del César), estamos entregado el alma que Dios nos dio a cambio del tributo terrenal. La lealtad del evangelizador es, ante todo, al dueño de la imagen, no al dueño de la Plataforma.

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