Desear el bien o el mal, evidencia hacía dónde caminamos

Todo amor sube o baja. Por el buen deseo nos elevamos a Dios y por el malo nos precipitamos al abismo (San Agustín. Comentario al Salmo 126,1)

San Agustín nos indica que el amor ni es neutro ni pasivo. No puede permanecer estático porque no sería realmente amor. Siempre se mueve con una dirección y un sentido muy claros. Es como la fuerza gravitatoria que nos atrae hacia arriba o hacia abajo, dependiendo de su naturaleza. Esta dicotomía implica que el amor tiene un poder intrínseco para elevarnos o degradarnos. No hay término medio, porque no sería realmente amor.

San Agustín habla del "buen deseo" y se refiere al amor dirigido hacia lo bueno, lo verdadero, lo bello y lo divino. Es el deseo de acercarnos a Dios, el anhelo de la santidad, la aspiración a la perfección moral. Pero un deseo de una moral con la que flagelarnos y flagelar a los demás. Es una moral que nos permite crecer espiritualmente y ayudar a crecer a los demás. Este "buen deseo" nos impulsa hacia arriba, hacia la trascendencia. Nos permite alejarnos de los deseos mundanos para elevarnos espiritualmente. Nos acerca a la fuente de todo bien, que es Dios. 

La dinámica del amor se manifiesta en la búsqueda de la verdad que nos lleva a estudiar, reflexionar y profundizar en la fe. También se manifiesta en la virtud que nos impulsa a vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios y las enseñanzas de la Iglesia. No debemos olvidar que el amor-caridad al prójimo nos mueve a ayudar a los necesitados, a consolar a los afligidos y a perdonar a los que nos ofenden.

La dinámica del amor a Dios busca la intercomunicación con Él y nos lleva la oración y la contemplación, ambas activas. ¡Ah! pero la contemplación no es pasiva. Es pasiva en cuanto a que requiere olvidarnos de lo físico para elevarnos a Dios. Pero es un corriente imparable que nos impulsa espiritualmente hacia Dios.

¿Por qué lo malo nos precipita al abismo? El "mal deseo" es un amor desordenado, un amor egoísta, un amor que se apega a las cosas creadas en lugar de acercarnos al Creador. Es el deseo de los placeres mundanos, la búsqueda del poder y la fama, la satisfacción de los instintos más bajos. Este "mal deseo" nos arrastra hacia abajo, nos aleja de Dios y nos conduce al abismo del pecado y la perdición. Es un amor que se opone al bien y busca destruir lo que es bueno.

Esta frase también nos recuerda algo muy importante: el amor no es simplemente un sentimiento, sino una fuerza que tiene poder, dirección y sentido. Debemos ser conscientes hacia dónde estamos dirigiendo nuestro amor. Es crucial discernir entre el "buen deseo" y el "mal deseo". Debemos preguntarnos: ¿Este amor me acerca a Dios o me aleja de Él? ¿Me hace mejor persona o me degrada a un títere? Tampoco debemos olvidar que no podemos elevarnos hacia Dios por nuestras propias fuerzas. Necesitamos la Gracia divina para generar el impulso de la quebradiza e inconstante voluntad humana.

▶️En el contexto de la evangelización digital, esta frase nos desafía a ser modelos de amor verdadero en las redes. Lo que diseñemos para compartir en las redes debe dar un testimonio de cómo el "buen deseo" nos eleva y nos transforma en humildes instrumentos en manos de Dios. Debemos usar las redes sociales para promover el "buen deseo" y para alejarnos del "mal deseo".

Preguntémonos: ¿Estamos amando a Dios sobre todas las cosas? ¿Estamos amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos? ¿Estamos usando las redes sociales para promover el bien o para alejarnos del deseo mal? En las redes sociales es frecuente encontrarnos con una gran cantidad de malos deseos hacia otras personas. Deseando el mal a los demás, no llegaremos lejos. Devolviendo mal por mal, nos ahogaremos en la desesperación. No olvidemos que el buen desea genera y sostiene la Esperanza en nosotros.

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