Tareas de la Universidad
Para un católico, que sabe que el Logos se ha hecho carne, la Universidad debe ser algo querido e importante, porque es un templo para la sabiduría y para la razón donde la fe empuja a conocer más y mejor, saboreando la sabiduría. Desde luego habrá que olvidar la imagen de tantas y tantas Facultades que se han convertido en una mera escuela casi de secundaria, con bajísimo nivel intelectual, académico e investigador, para ser un lugar de expender algunos títulos académicos, tras unos exámenes, y con una gran carga ideológico que impide que la razón busque y profundice. Habremos de alejar la imagen, y convertir transformando el hecho mismo, de que la Universidad es un lugar para todos durante bastante años, independientemente del deseo de crecer, de saber y de adquierir un saber universal, integrador. Todos los jóvenes se matriculan en la Universidad sin saber ni el porqué ni el para qué ni desear nada.
Un joven universitario católico debe afrontar esta etapa tan decisiva de su vida uniendo la fe y la razón, la fe y la cultura, asimilando un universo nuevo que se le presenta y que le estimula en su vida de fe y que, a la vez, le exhorta a ofrecer algo desde su fe vivida.
La Universidad es, en definitiva, un servicio a la Verdad, y los universitarios -así como sus docentes- serán servidores de la Verdad si penetran en el santuario de la Verdad con respeto y amor. Además, la fe impulsa a ese mejor conocimiento, sostenida por la oración, la plegaria, la liturgia. Valga, por ejemplo, la centralidad que el da el Papa a la Capilla universitaria.