Una gran obra de catequesis
La evangelización es el anuncio de Jesucristo. Una vez anunciado, a aquellos que lo acepten, hay que posibilitarles un proceso de crecimiento, y éste se llama catequesis. En ellos debe ir resonando, en sentido amplio, la Palabra -catequesis viene de resonar, de eco-, para que acampe en ellos y haga morada en ellos, conformando un modo de ser, de pensar, de sentir y de actuar. La Iglesia siempre ha tenido en altísima consideración la catequesis y su paradigma, su modelo fundamental, era la catequesis para adultos y estoy convencido de que hoy sigue siendo válido ese paradigma. Normalmente y en general, asociamos catequesis sólo para la infancia. Pero esta catequesis infantil es sólo una parte, pequeñita y muy extendida, pero el referente será siempre la catequesis de adultos con la variedad de formas que hoy puede asumir (como grupos de catequesis de adultos parroquial, formación continuada y sistemática en Asociaciones, grupos, Movimientos, en Adoración Noctura, en equipos de liturgia, etc., etc.). La revelación de Dios en Cristo es una revelación definitiva que se comunica en la Iglesia. Dios sigue, en este sentido, revelándose, dándose a conocer en la Iglesia. Primero en la Palabra que se proclama y que es eficaz por la acción del Espíritu Santo en la Iglesia; segundo, en la catequesis que abre los tesoros de la revelación; tercero, la vida misma de los santos es una Palabra viva de Dios, una manifestación de su Gracia, una cierta revelación.
La catequesis es un gran instrumento permanente de la Iglesia. El Papa añade un adjetivo a la palabra catequesis: "sólidas".
Sólidas significará que son catequesis sin ambigüedades, ni son antropocéntricas, ni mero moralismo de compromisos y toma de conciencia social, ni el psicologismo de las emociones, lo que uno siente, lo que uno ve... -Una catequesis sólida es una transmisión íntegra del Credo, la fe eclesial explicada, desglosada, hecha carne luego en la vida de cada uno. -Además, será iniciación constante a la liturgia de la Iglesia, una mistagogia de los ritos, una introducción a los tesoros de la liturgia para una participación plena, consciente, interior, activa, fructuosa. -En tercer lugar, una iniciación moral, a la vida moral, a la Gracia y al pecado, a las virtudes, al obrar cristiano y a la doctrina social de la Iglesia. -Finalmente, una catequesis sólida presupone que educa para la oración y la contemplación. El Papa habla, incluso, de una "formación de calidad", que forjará católicos de una pieza, enteros, sin fragmentaciones en su vida, capaces de dar razón de su fe y de su esperanza en diálogo con el mundo, porque conocen y aman la fe, y aplican la razón y el corazón para mostrarla. Cualquier parroquia, cualquier comunidad cristiana, deberá dedicar sus mejores recursos, una inversión de tiempo y de fuerzas, a la catequesis de adultos y a la formación continua y sólida del laicado... aunque eso implique un gran cambio en la mentalidad pastoral.