Religión en Libertad

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Las realidades últimas, objetos de nuestra fe, han sufrido una tergiversación en su explicación y en su lenguaje; tal vez por una mentalidad que se ha dejado influir por gnosticismos varios y espiritualismos. Pero, en general, la vivencia cristiana y el lenguaje que usamos apenas parece cristiano: se habla de vida eterna tras la muerte como algo diferente ("algo tiene que haber"), pero se hace cuesta arriba comprender qué es la resurrección de Cristo, qué será la propia resurrección de la carne, qué es la parusía o venida en gloria del Señor. Incluso la misma antropología, la forma de valorar y mirar al hombre, tampoco acaba de ser cristiana, pues el cuerpo se sigue considerando como algo que se tiene (y se manipula y se usa) en lugar de ver que la persona tiene dos co-principios, cuerpo y alma, y por tanto no tenemos un cuerpo, sino que somos cuerpo animado por nuestra alma.


La fe cristiana requiere un lenguaje preciso que ayuda a comprender y vivir la fe. Vamos a recordarlo porque aquí se juega el centro del cristianismo, la verdad de la fe.


La resurrección de Jesucristo, que se hará extensible a todos al final de los tiempos, saca a la luz la verdad de la persona creada, cuerpo y alma. Sin esto, no entenderíamos jamás el alcance salvífico de la resurrección de Cristo y su valor de revelación para nuestro ser personal.


En la resurrección, hay una identidad corporal. Es este cuerpo nuestro el que resucita, glorioso y transformado. No otro cuerpo distinto, ni un espíritu humano, sino este mismo cuerpo.



Un segundo concepto, la nueva creación.


¿Qué entendemos con ello? ¿Acaso que esta creación que somos y en la que vivimos es una primera que habrá de ser destruida para que empiecen a existir planetas nuevos? Más bien es afirmar, siguiendo el lenguaje bíblico, el destino feliz, bienaventurado, de todo cuanto ha sido creado y existe, pero transformado.


¿Cuándo se "acaba el mundo"? Cuando venga el Señor, pero no exactamente para acabarse, destruyéndose, sino para ser "nuevo".



Esta nueva creación es la transformación gloriosa, la redención, de esta misma creación, de este mundo que vemos, en el que vivimos, al que construimos con nuestro trabajo.


Cielos nuevos y tierra nueva, en el lenguaje bíblica, supone la transformación -no la destrucción- de lo creado.



Pero, ¿por qué todo esto? Porque la creación fue realizada con vistas a la escatología; lo creado espera la escatología como su fin, su destino feliz.


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