Una visión (católica) de la Universidad (JMJ)
La catequesis de hoy debería servir, en primer lugar, a los jóvenes que están en ese fascinante período académico que es la Universidad así como al profesorado; pero también y por extensión a todos nosotros para valorar adecuadamente qué es la Universidad, situarnos ante lo que es su realidad, entender el momento histórico-cultural en que vivimos, subrayar el valor de la razón y su ejercicio iluminado por la fe.
Cuando titulamos una visión "católica" no significa tanto la visión propia de la Iglesia Católica, cuanto la visión más completa e integradora de la Universidad misma en su vocación originaria, aquello que le dio su impulso al nacer en la Edad Media, propiciada por la Iglesia, aquello que constituye su sustancia y su naturaleza y sin lo cual la Universidad se degrada a una mera institución u organismo expendedor de créditos y títulos para incorporarse al mercado laboral competitivo.
No cabe duda de que Ratzinger tuvo como maestro interior a Newman y comparte con él una manera de ver, analizar y considerar. Y Newman es un intelectual de categoría, fundador de la Universidad Católica de Irlanda, en Dublín. En una lección pública, Newman presentó la naturaleza y la vocación de la Universidad:
El saber humano y por tanto la búsqueda de la Verdad es lo que da sentido a la Universidad. Las distintas ramas del saber humano, sin competencia entre ellas, sino convergentes, buscan el saber, la Verdad y por tanto el ejercicio de la razón que unifica saberes sin disgregar, que no parcela sino que aúna, que no fragmenta sino que integra.
Una y otra ciencia, uno y otro saber, distintas especialidades humanas, científicas y técnicas, dialogan y se encuentran. La perspectiva es el desarrollo de la investigación y la estimulación del pensamiento humano que intenta comprender de manera global. Ese era el deseo de Newman:
Entrar en la Universidad es una decisión que debe estar orientada a lo más profundo de la persona: alcanzar la Verdad, crecer en el saber humano con una visión lo más amplia posible. Es siempre algo más que matricularse en una Facultad, escoger créditos y asignaturas y fotocopiar unos apuntes, agotando convocatorias de exámenes. Es situarse ante la Verdad y un deseo de saber y conocer cuanto más mejor.
Alumnos y docentes, movidos por la fe católica, ponen en juego la razón en esa búsqueda del saber que realmente los vuelve más humanos al responder a la exigencia de su razón que busca. En cierto modo, sería una vocación a la Universidad, no una etapa más en la que inscribirse para rellenar unos años y tener un título.
La perspectiva de Newman y cuanto decimos aquí, se ve expuesta por el discurso de Benedicto XVI a los profesores universitarios católicos y, por extensión, a toda la comunidad educativa de la Universidad, por tanto, también a los jóvenes, y especialmente a los jóvenes católicos, que deben vivir apasionadamente su formación universitaria.
El deseo es vivir la unidad de saberes y adquirir una visión global:
Sería una pobreza limitarse únicamente a la rama del saber elegida, a la propia área y al temario necesario para aprobar; el deseo de saber siempre busca más, profundizando en la propia materia lo más posible y complementando la visión conseguida con los otros saberes y disciplinas académicas: leer más, asistir a conferencias de otras disciplinas, etc.
Matricularse en la Universidad, o dar clases en la Universidad, es siempre un ejercicio que nos pone en relación con la Verdad y en situación de diálogo con el Logos. Busca la racionalidad de lo creado. Es profundamente humano.
Lo más verdadero que pueden transmitir los profesores universitarios es la búsqueda de la verdad y encaminar a los jóvenes a buscar siempre a la verdad para que estas generaciones, a su vez, encaminan a las siguientes:
Además la enseñanza es "una formación de jóvenes a quienes habéis de comprender y querer, en quienes debéis suscitar esa sed de verdad que poseen en lo profundo y ese afán de superación" (ibíd.). Los jóvenes, por su parte, deberán siempre acrecentar esa sed de verdad y no apagarla, buscando, investigando, estudiando, logrando una síntesis. Tanto docentes como alumnos, se guiarán en ese ejercicio por la fe que busca conocer y por la razón, que necesita la fe para llegar más allá de sus propios límites:
Pero hay peligros, o mejor, se incurre en errores muy frecuentes cuando, apartando el saber, el deseo de verdad, la búsqueda y la complementariedad de un saber universal -Universitas- se limita a la creación de títulos, expedientes, en busca de una competitividad laboral y de mercado. Es una visión utilitarista de la educación y la enseñanza.
Se apaga la sed de verdad cuando la Universidad se reduce a la transmisión de unos contenidos en unos temarios, sólo en función de exámenes y cada rama del saber se encierra en sí misma. En el fondo, hay un desprecio a la Verdad y se privilegia una razón técnica, fáctica, no exenta de "pensamiento débil".
Poniendo el dedo en la llaga, afirmaba lapidariamente el Santo Padre:
Estas palabras, en la JMJ, pueden ser un aliciente a los jóvenes para vivir de manera nueva y más profunda su etapa de formación académica que es algo más: es una formación de toda su persona a la Verdad. Por tanto la fe católica debe y puede ayudar hoy a los jóvenes y a sus profesores a vivir esta etapa con auténtica vocación, sabiendo que es el momento de cimentar toda la personalidad en referencia y orientación a la Verdad. Podríamos decir que hay un "modo católico" de estar en la Universidad, un "modo católico" también de enseñar en la Universidad.
Pensarlo despacio ayudará a todos a replantearlo.
Tal vez podría ser un fruto más de esta JMJ para los jóvenes universitarios.