Religión en Libertad
Sainte Chapelle

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Ahora la cosa anda algo más tranquila, pero las capillas en las universidades se encuentran desde hace unos años bajo el punto de mira. 2011 fue un año especialmente complicado. La peor parte se la llevó la Universidad Complutense de Madrid, asaltada por 70 personas, algunas de las cuales se desnudaron de cintura para arriba y corearon consignas en favor de la laicidad y en contra de la Iglesia Católica. También hubo acometidas o intentos de ataque en otros lugares como Barcelona o Valencia, que con menor virulencia se extendieron a otros lugares de la geografía española.

Más adelante, en 2016, la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid amaneció con pintadas laicas y reivindicativas sobre el aborto. Los autores forzaron la puerta para acceder al interior y profanar el sagrario, las paredes y los bancos con pintura y espráis de color rojo.

Aunque en muchas universidades se mantienen, no cabe duda de que las capillas no están bien vistas por un sector de la población. No es mayoritario, pero sí que hace bastante ruido. A modo de ejemplo, el pasado noviembre del año 2024 se presentó una enmienda en la Universidad de Sevilla para suprimir las capillas que se mantienen abiertas en los diferentes campus de la institución.

Este movimiento argumenta que la universidad debe ser laica, pero se olvidan de que su visión no es neutra. Para un creyente tiene mucho sentido acudir a clase y retirarse un rato en su tiempo libre a orar, mientras que los no creyentes no están obligados a ir a la capilla. Por otro lado, debemos recordar que las universidades son una creación de la Iglesia católica, igual que los hospitales, orfanatos o centros desde los que se ejercen obras de caridad. Será difícil encontrar otra institución que haya aportado tanto a nuestra sociedad.

La cuestión de las universidades toma su origen a finales del siglo XI. La toma de Toledo, en el año 1085, supuso un punto de inflexión muy importante en la cuestión de la difusión del conocimiento en Europa. Los cristianos que vivían allí sabían árabe y tradujeron muchas obras de la cultura clásica y árabe al latín, lo que generó una revolución en nuestro continente. Eruditos de diversos lugares bebieron de estas fuentes e incluso se trasladaron allá para conocerlas de primera mano. Así, en poco tiempo tenemos la creación de la primera universidad, la de Bolonia. Su origen data del año 1088, cuando se erigió como una escuela de Derecho que fue consolidándose con el paso del tiempo. Un momento clave fue 1158, cuando el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I, también llamado Barbarroja, decidió con una bula imperial que la escuela de Leyes de Bolonia pudiera erigirse en institución autónoma (hasta entonces la formación se recibía en las cortes reales y en las escuelas catedralicias y monacales). Este puede considerarse como el origen de la universidad. Después se crearon en Inglaterra las de Oxford y Cambridge, en España las de Salamanca y Palencia, y en Francia la de París, que terminó por tomar el nombre de La Sorbona. Todas ellas contaron con el apoyo del Papa, que emitía para cada caso una bula con la que el Sumo Pontífice apoyaba el funcionamiento de cada una de estas instituciones cuya gran novedad es que ya no dependían directamente ni de la Iglesia ni del rey. Sin embargo, lógicamente su pensamiento y estructura estaban influenciados por la política real y la doctrina católica, pues esta era la religión que impregnaba Europa entera, recorriendo todas las esferas de nuestra sociedad. Pero ahora, ocho siglos después, un sector de la sociedad quiere acabar con todo vestigio religioso en la universidad, cuando esta institución fue inventada por el catolicismo. Curiosa paradoja.

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