Domingo, 19 de mayo de 2024

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Santificación de los profesores

por Corazón Eucarístico de Jesús

Enseñar es, sin duda alguna, una vocación. Requiere cualidades, preparación, pedagogía, pero también un gran amor que lleva a enseñar y educar. El componente vocacional es muy destacado, y sin él, se podrán transmitir conocimientos, ideas, pero sin pasión, sin vida, sin forjar almas ni inteligencia.
 
¿De qué manera se santifica un docente, un profesor, un maestro? No únicamente mediante la paciencia un clima a veces adverso ante la autoridad, el estudio, la disciplina de la razón y de las costumbres, sino que se santifica por su forma de enseñar, de estar, de transmitir, de ser testigo, de prepararse.
 
La tarea docente de tantos maestros y profesores es un modo de santificación en el trabajo, meta ésta que incumbe e incluye a todos, a cada uno de nosotros, según nuestro trabajo o profesión.
 
En un discurso de Pablo VI a los profesores de enseñanza media podemos ver cómo desarrollar esta tarea y santificarse en ella.
 
 

"Hablando a profesores es lícito esquematizar pensamientos, capaces de grandes desarrollos, en párrafos escolares, puramente indicativos. Por tanto, os hacemos tres recomendaciones, superfluas en verdad, para quien las tiene como ley de su espíritu, pero no vanas para quienes, como vosotros, conocen su valor y fecundidad y desean avanzar siempre moralmente.


“Amad vuestra profesión”

Amad vuestra profesión. Queremos decir, vivid con el conocimiento de su excelencia, de su importancia, de su riqueza interior. La elección que habéis hecho de emplear el tiempo y las fuerzas de vuestra vida dedicándoos a la enseñanza, que no esté nunca turbada por la duda, ni tenida como inferior a otras que proporcionan más fáciles ganancias económicas o mayor prestigio social. Vuestra elección es una misión, o más que un oficio; tiene en su dignidad espiritual su mejor recompensa, y está dedicada de lleno a la misteriosa y sublime operación de la transfusión del saber, a la búsqueda inicial de la verdad, de la comunicación incipiente, de la apertura de almas jóvenes al arte del pensamiento, de la memoria, de la palabra, a la primera conquista del patrimonio cultural de la nación, al sentido religioso y al gozo de la fe, vuestra profesión puede reivindicar por sí la nobleza y el mérito de un incomparable e indispensable servicio al hombre, a la sociedad y a la Iglesia.

El complejo de inferioridad, derivado de los antiguos, que tenían la enseñanza como función de esclavos o mercenarios, debe desaparecer totalmente, incluso en sus últimos residuos, tanto por vuestra estima, aunque os sorprenda esta necesidad, como por la de la opinión pública, debiendo todos tener por altísimo y dignísimo, sagrado para nosotros, el oficio que habéis elegido y que la autoridad pública os ha convalidado, de maestros de la preciosa edad de la adolescencia.

“Amad la escuela”
Otra recomendación, amad a la escuela, amad a vuestra escuela. Al deciros esto queremos confirmar un sentimiento ya vivo en vuestro espíritu. El tema de vuestro Congreso lo demuestra. Pero no os disguste ahora tampoco que os exhortemos a amar la escuela en cuanto escuela, por ser una institución como ninguna otra, juntamente con el hogar doméstico y la Iglesia de Dios, digna de toda estima, de todo culto, de todo entusiasmo. Es verdad que hoy todos enaltecen la escuela, índice de la grande y prometedora madurez de la sociedad moderna; pero también es verdad que la escuela, en su concreta realidad, es objeto de críticas interminables, como si las necesidades que padece fueran culpas, y como si para obviar estas necesidades fuera buen remedio desconocer los méritos adquiridos, el desarrollo alcanzado, las previsiones prometedoras de la escuela actual. Vosotros, secundando todo esfuerzo ordenado y responsable para dar a la escuela del incremento que los tiempos requieren, procurad acrecentar la dosis de amor que la escuela, por ser escuela, decíamos, y por ser vuestra, se merece, y mucho más en este período en el que toda la institución escolar se extiende y renueva, que se sepa y se sienta que los profesores católicos están ahí para vitalizar su escuela, para sostenerla, para honrarla, para hacerla, en todos los aspectos, digna de la juventud y de todo el pueblo italiano.

“Amad a vuestros alumnos”

Y, finalmente, una tercera recomendación, también obvia, pero que la aceptáis bien: Amad a vuestros alumnos. ¿Es que no los amáis? Ciertamente sí los amáis; pero permitid que os recordemos este deber. Pues teóricamente hablando, es posible enseñar sin amar. Y porque el amor es algo que como el fuego, que siempre ha de estar encendido por un propósito siempre vigilante. Conocéis por la larga experiencia diaria lo pesada, monótona, árida, enervante, que es la enseñanza, y precisamente por la relación de diálogo y disciplina con los alumnos; los buenos, sí, pero terribles alumnos. Y también sabéis que sin el amor falla la educación y disminuye la instrucción. La verdadera pedagogía se nutre de amor. Donde un profesor consigue amar termina por hacerse amar, y entonces la escuela es otra cosa, delicada siempre y comprometedora, pero muy viva y muy bella. La escuela media puede resultar una sonriente y maravillosa palestra de almas, cuando el alumno, en un clima de afecto y estima mutua, se hace fácilmente verdadero discípulo del maestro, hijo y amigo. ¡Qué éxito, qué gozo!” Es el fruto prodigioso del amor, y ¿quién mejor que vosotros, profesores católicos, alumnos vosotros también de la gran escuela de la caridad de Cristo, puede y debe aspirar a este resultado? ¿Qué camino más recto que éste del amor –discreto, grave, dulce y fuerte a la vez-, del amor, decimos, a los queridísimos hijos de vuestras escuelas para llegar a hacer del Instituto, como vosotros deseáis, “una comunidad educadora”? 
 
(PABLO VI, Discurso a la Unión católica italiana de profesores de enseñanza media, 6-diciembre-1966).


Es admirable la vocación docente y supone -para quien lo viva vocacionalmente y se santifique en ello- un martirio, es decir, un testimonio de la Verdad, en definitiva, un testimonio de Jesucristo.





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