Tu matrimonio como Dios lo pensó
3 fases del camino. Comentario para Matrimonios: Juan 21, 20-25
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EVANGELIO
Este es el discípulo que ha escrito todo esto, y su testimonio es verdadero.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 20-25
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?».
Al verlo, Pedro dice a Jesús:
«Señor, y éste ¿qué?».
Jesús le contesta:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme».
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?».
Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir.
Palabra del Señor.
3 fases del camino.
En el camino hacia Dios empiezo por cumplir los mandamientos, es decir, hacer el bien en lo humano, después el desprendimiento de todo lo creado: Lo material ("Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres") y lo inmaterial ("niéguese a sí mismo"). Una vez dados esos pasos, el camino culmina con la entrega de uno mismo: Es el momento del "Sígueme".
No toca ya mirar a los otros, ni su camino, toca mirar a Jesús, sólo a Jesús hasta dejar de ser yo quien vive, sino que sea Él quien viva en mí.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Lola: No lo entiendo. Si ya no cometo pecados mortales por la gracia de Dios y he renunciado a todos mis caprichos y deseos terrenales ¿Por qué no termino de vivir una comunión contigo?
Paco: Una cosa nos falta, Lola. Renunciar a nuestros criterios e incluso a nuestra honra. Seguimos discutiendo convencidos de que llevamos razón, seguimos exigiéndonos lo que nos corresponde recibir por ser esposos... Ahí seguimos anclados en nosotros mismos.
Lola: Claro, y mientras sigamos queriendo ser protagonistas, no dejamos que el protagonista sea el Señor.
Paco: Claro, no puede vivir Cristo en nosotros si no nos dejamos porque estamos demasiado seguros de nosotros mismos. Eso nos falta.
Madre,
Ahí seguimos, luchando para seguirle sin mirar para los lados. Gracias por ayudarnos, Madre.