Se sabía que el Papa siempre ha sido amante del fútbol y de la música, y que en en su juventud había realizado trabajos de limpieza en una fábrica de medias en la que su padre era contable.

También era conocido que entre los 14 y los 19 años, había trabajado en un laboratorio químico. Son detalles que humanizan la vida de un Pontífice: también Karol Wojtyla, futuro Juan Pablo II, fue trabajador manual en una fábrica química en su juventud y conoció de cerca así el mundo obrero.

Pero lo que no se sabía, hasta que el Papa lo confirmó y lo ha recogido ahora "L´Osservatore Romano", es que el joven Jorge Bergoglio fue portero de discoteca.

O, como dicen en Argentina, "patovica en un boliche de Buenos Aires".


Es un "antecedente extraño en la vida de un Pontífice", escriben en el diario argentino La Nación... pero teológicamente no es tan extraño: ¿acaso no es Pedro el portador de las llaves?

¿No dio Jesucristo a Pedro las Llaves para abrir y cerrar las puertas, símbolo del poder de un senescal o mayordomo en la corte de los reyes davídicos?

¿No son las llaves el símbolo del papado, un símbolo que el mismo Cristo eligió?
Un símbolo que pasa de pontífice en pontífice, igual que las llaves de senescal en la corte davídica solían pasar de padre a hijo (como se lee en Isaías 22,22). 


El pasado domingo 1 de diciembre fue el propio Francisco quien hizo esa confesión charlando informalmente con fieles de la iglesia de San Cirilo de Alejandría, en la periferia de Roma, después de celebrar misa y confirmar a nueve jóvenes.

L´Osservatore Romano reveló el lunes en una crónica titulada "Una visita fuera de los esquemas" que el Papa comentó varios detalles personales: que fue bautizado el día de Navidad de 1936 (a los 8 días de nacer), que fue maestro de literatura y psicología (en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe) y que había trabajado de -textualmente- "buttafuori", es decir, vigilante de entrada en una discoteca. 



¿Y es útil esta experiencia para un Pontífice? 

Él explicó que sí: pero no por el poder dejar entrar o sacar gente, sino más bien para ayudarle a entender a las personas... y a explicarse.

Francisco contó que esas experiencias le servían para entender cómo alentar a regresar a la Iglesia a quienes se han alejado

"Como dice San Pedro, hay que estar siempre preparado para dar una explicación a cualquiera que te pregunte por una razón para tener esperanza", explicó el Pontífice... citando a su primer predecesor como "portero" del Cielo. 




El Papa también comentó a los feligreses de la parroquia que descubrió su vocación un día de la primavera de 1953, cuando se confesó con un cura desconocido en la iglesia de San José de Flores, su barrio.

"Los mejores confesores son los curas desconocidos o los sordos", comentó en tono humorístico. 

Una feligresa le preguntó cómo tenía que rezar por un joven pariente que iba a entrar en el noviciado franciscano. "Invoque usted la perseverancia para que siga adelante, pero también coraje para volver atrás si él entiende que no se encuentra en el camino correcto", le señaló el Pontífice.