La ideología de género tiene ahora una de sus principales batallas en promover lo transgénero y el cambio de sexo.

Esta ofensiva para redefinir lo que es el sexo y la naturaleza humana abarca muchos ámbitos y genera "leyes de género" para promover modificaciones con hormonas y cirugía, cuartos de baño o vestuarios transexuales o unisex, adoctrinamiento de género en los colegios, multas a quien use el pronombre equivocado ("me dijo 'ella' pero yo declaro ser 'él' y usar ese pronombre es delito de odio")...

Todo esto causa efectos devastadores en la persona que se somete a los "tratamientos" de cambio de sexo, tal y como demuestra la ciencia y también numerosos testimonios.

Pero también se produce un fenómeno nuevo: la ideología trans está empezando a chocar tanto con las feministas como con los homosexuales, y sobre todo, con las lesbianas. En general, multiplica el caos y las ocasiones de dañar a las personas.




El estudio Transgender Children and Young People: Born in Your Own Body (Niños y jóvenes transgénero: nacido en tu propio cuerpo) denuncia que hay toda una cultura que promociona, e incluso co-inventa, el cambio de sexo en niños y adolescentes.

Michael Biggs publica una reseña en Oxford Magazine del estudio realizado por la socióloga feminista Heather Brunskell-Evans (www.heather-brunskell-evans.co.uk) y Michele Moore (una experta en educación inclusiva y editora de la revista sobre discapacidad Disability & Society).

El estudio denuncia que la sociedad occidental se ha creído, gracias a la narración repetida una y otra vez en los medios, la visión festiva de que si un niño no se siente a gusto con su cuerpo lo mejor que puede hacer es cambiar a través de una intervención médica:

 primero con bloqueadores hormonales en la pubertad,
- luego con hormonas sexuales cruzadas
- y por último con la cirugía.

Esto está provocando que se estén disparando el número de niños que piden estos tratamientos. Sin embargo, la ciencia sabe que los sentimientos adolescentes de disforia de género ("no me siento a gusto con mi sexo") desaparecen en la inmensa mayoría de casos al llegar a la edad adulta. Investigaciones científicas constatan que el 80% de los niños o adolescentes que dicen sentirse del otro sexo se sentirán a gusto con el sexo con el que nacieron cuando pase la adolescencia.

Las autoras de este ensayo, comprometidas en el ámbito del feminismo, recurren a la ciencia (la historia médica, la teoría social y la psicología del desarrollo) para desmantelar las bondades del "cambio de sexo".

Recogen, además, testimonios como el del padre de un adolescente trans y el de una mujer que se cambió de sexo para más tarde arrepentirse.


La socióloga feminista Heather Brunskell-Evans, una de las coautoras del libro, por haber cuestionado la propaganda transgénero, ha sufrido acoso y hostilidad 


El libro asegura que el momento decisivo para el joven se produce en Internet. El adolescente se siente mal, raro, incómodo (como todos los adolescentes) pero en Internet encuentra un refugio en un grupo que supuestamente le apoya y entiende y le acompañará: la comunidad trans. 

En el caso de las chicas es especialmente complicado. Ser chica adolescente es un fastidio: asumir la regla, la sexualidad, que algún día se puede quedar embarazada, parir, que tendrá relaciones con un hombre... Todo eso puede asustar a una niña. ¿No sería mucho más cómodo ser chico? Antes de la menstruación, del despertar sexual, ¿no era una más parecida a los chicos, y todo más fácil?

Las autores sugieren que siempre ha habido presión y confusión en las adolescentes, pero si hace una decada se expresaba con la tendencia a autolesionarse (cortarse con cuchillas) o castigarse el cuerpo negándose la comida (anorexia), ahora esta tendencia lleva a mutilarse quitándose los senos y tomando hormonas que "bloqueen" lo que asusta y molesta: el ser mujer.


El libro rastrea igualmente las consecuencias de esta ofensiva trans. El permitir una barra libre de hormonas, tanto para menores como para adultos, tiene una serie de secuelas de las que no se hablan, y es la esterilidad permanente que pueden producir los tratamientos, que plantean cuestiones preocupantes de ética médica que no están siendo debatidas ni tomadas en consideración.


Hay ramificaciones sociales en la cuestión trans que afectan al colectivo LGTB de una manera inesperada. El libro afirma que en este caso las lesbianas son las más afectadas.

Consideran probado que en nuestro días hay menos lesbianas ‘butch’ (‘machotas’) que en la generación anterior.

¿Por qué? Son mujeres "fuertes" que experimentan atracción sexual por otras mujeres, pero rechazan la feminidad delicada, suave... A ellas ahora se las anima socialmente a declararse transexuales. 


Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, es uno de los grandes promotores de la ideología de género en el mundo

Además, los espacios lésbicos están siendo invadidos por un número creciente de transexuales (hombres que dicen ser "mujeres atraídos por mujeres"), lo cual está generando ya problemas.

La corrección política es implacable: el lobby de género exige a las lesbianas aceptar y recibir a esos hombres que dicen ser mujeres lesbianas. Las que se opongan serán acusadas de excluyentes y “fetichistas vaginales”.


Los mismos investigadores son también víctimas de esta corrección política. Una de las dos autoras del informe, Heathe Brunskell-Evans, ya sufrió en sus carnes las consecuencias de no ceñirse al discurso dominante. Cuando trabajaba en la Universidad de Leicester realizó un análisis crítico sobre el cambio de sexo de Bruce Jenner publicado en Vanity Fair. Rápidamente, la universidad lo retiró tras las críticas del colectivo LGTB.

Sin embargo, las consecuencias fueron a más y la socióloga fue expulsada de la asociación de mujeres de la que era portavoz y boicoteada por alumnos del  King's College de Londres durante unas conferencias. Ella no se arredra y publica todas sus preguntas incómodas enwww.heather-brunskell-evans.co.uk