Como cada domingo, el Papa Francisco se ha dirigido a miles de fieles ante la plaza de San Pedro antes del rezo del Ángelus, reflexionando sobre el Evangelio del día,  correspondiente hoy al encuentro entre Jesús y Zaqueo, jefe de los publicanos en la ciudad de Jericó.

Para Francisco, la clave de este Evangelio se encuentra en el verbo "buscar" y cómo, a través de la búsqueda de Cristo y Zaqueo, se muestran las dos miradas que deben marcar a los fieles y a la Iglesia, a sí mismos y al resto del mundo.

En primer lugar se refirió a la mirada de Zaqueo, un "rico, odiado por todos y señalado como pecador", caracterizado además por una baja estatura que "posiblemente alude a su vida mediocre, deshonesta y con la mirada siempre hacia abajo".

Y sin embargo, pese a su vida, el Evangelio muestra que "quiere ver a Jesús, para lo que se subió a un sicomoro".

La primera reflexión que Francisco extrajo al respecto fue comparar este pasaje a una hipotética situación en que un Ministro se subiera a un árbol para ver a una persona.

"Se arriesga a la burla, hizo el ridículo. Sufrió la burla por mirar a Jesús", pero "siente la necesidad de buscar la mirada de Cristo. Aún no lo conoce, pero espera a que alguien le libere de su condición, que le haga salir de la ciénaga en que se encuentra", explica.

Por ello, Francisco remarcó una de las primeras enseñanzas que se desprende de Zaqueo y es que "en la vida nunca está todo perdido. Siempre podemos dar espacio al deseo de recomenzar, de reiniciar, de reconvertirnos. Eso es lo que hace Zaqueo".

Acto seguido, Francisco se refirió a un segundo aspecto "decisivo" de este Evangelio, la mirada de Jesús, "enviado por el Padre para buscar a quién se ha perdido. Y cuando llega a Jericó, pasa bajo el árbol en que está Zaqueo".

Se detuvo en esta "hermosa imagen" en la que Jesús "levanta la mirada, mira a Zaqueo desde abajo", lo que comparó con "la historia de la salvación".

"Dios no nos ha mirado desde lo alto para humillarnos y juzgarnos, se ha rebajado hasta lavarnos los pies, mirándonos desde abajo y restituyéndonos la dignidad"; expresó.

Para Francisco, este Evangelio muestra cómo la humanidad, con sus miserias, busca la redención y como Dios, con su misericordia, busca a la criatura para salvarla.

Mirar desde lo alto solo "para ayudar a levantarse"

Por ello, invitó a los fieles a recordar que "la mirada de Dios no se detiene en nuestro pasado lleno de errores, sino que ve con infinita confianza lo que podemos llegar a ser. Si a veces sentimos que no estamos a la altura de los desafíos de la vida y menos de los del Evangelio, empantanados en los pecados, recordemos que Jesús nos mira siempre con amor"; invitó.

Asimismo, destacó la importancia de mirar a una persona "desde lo alto" en un solo caso: "Cuando tenemos que ayudarle a levantarse".

"Debemos tener la mirada de Cristo, desde abajo, que abraza y busca al que está perdido con compasión. Esta debe ser la mirada de la Iglesia, la de Cristo", concluyó.

Al finalizar su comentario al Evangelio, remarcó su cercanía y oración por las víctimas de los atentados en Somalia y Mogadiscio, así como por los centenares de fallecidos en la avalancha de Seúl durante una celebración de Halloween. Recordó a la recientemente beatificada monja colombiana Madre Berenice, "que dedicó toda su vida al servicio de los pobres, de los más débiles y a llevar el mensaje de Jesús a todo el mundo".

Dirigió un último saludo a todos los fieles y peregrinos presentes, especialmente a los provenientes de Córdoba, Bali y Sao Paulo y a los integrantes de Hakuna, pidiendo por último oraciones "por la martirizada Ucrania".