En Inglaterra, que es una de las sociedades más descristianizadas de Europa, se da la circunstancia de que hay cierta pasión por mantener algunas tradiciones, como es el caso de acudir a la parroquia a cantar villancicos ("carols", en inglés).

En estas fechas las parroquias anglicanas, y en menor medida las católicas, reciben a bastantes personas que normalmente no acuden a ellas, y que ensayarán y cantarán villancicos. Se organizan además conciertos y veladas con estas canciones que atraen a mucha gente, especialmente a familias que ven cantar a sus hijos o participan en los actos.

La Iglesia anglicana tiene incluso cifras más exactas. En un fin de semana cualquiera, apenas 1 millón de anglicanos va a las iglesias. Pero en Nochebuena y Navidad pasan por las parroquias anglicanas 2,4 millones de personas.

En el caso católico, se sabe que también hay aproximadamente 1 millón de católicos que va a la iglesia con asiduidad, y otros 3 millones que son poco o nada practicantes en el país. Pero muchos de los poco practicantes acuden en Navidad. Son fechas especiales y entrañables.

El obispo anglicano de Manchester, David Walker, ha publicado una serie de consejos para que las parroquias sean especialmente acogedoras estos días con estos feligreses que no vienen el resto del año y que tienen muy poca formación cristiana y suelen tener valores bastante alejados de las exigencias evangélicas. El obispo Walker propone:

- Ser imaginativo en las actividades navideñas, con prosa, poesía y arte

- Ser acogedor, pero respetando el espacio personal de los asistentes

- No olvidarse de invitar a las próximas fechas importantes

- Nada de cambiar las letras a los villancicos buscando originalidad, popularidad o ser políticamente correctos... ¡La gente viene buscando los villancicos de siempre!


Walker después afirma que hacer sermones o predicaciones a los asistentes a estas actividades (festivales, cantos de villancicos, etc...) es mala idea.

Pero el teólogo anglicano Ian Paul, en la revista Life&Ministry, no está de acuerdo. Paul piensa que estas actividades y fechas son idóneas para predicar a un público sólo socialmente cristiano que necesita ser evangelizado y que probablemente ni siqueira entiende el núcleo de la fe, la Encarnación, la naturaleza de Jesús, el Hombre-Dios que es también un Bebé que es Dios.

Ian Paul cree que la Navidad no consiste sólo en contemplar arrobado el misterio del Niño. Dice que en la Navidad bíblica hay mucha "proclamación": Gabriel tiene un anuncio que proclamar a Zacarías, Isabel y María proclaman un discurso de oración, hay proclamación en los sueños de José, los ángeles anuncian un mensaje a los pastores... Quien acude a un acto navideño ha de prepararse para recibir la proclamación de la buena noticia.

Paul toma el núcleo del anuncio que hay que hacer de un comentarista ateo que admiraba la historia cristiana: "un Dios omnipotente que elige encarnarse como ser humano, nacido en circunstancias humildísimas".

Para Ian Paul estas cosas deben proclamarse y explicarse con una predicación, aunque sea breve, porque los villancicos por sí mismos no bastan, e incluso pueden distraer a veces.

Al final, hay que recordar que no se trata de dar regalos unos a otros, ni siquiera de dar regalos al Niño. Es el Niño el más generoso, Él es quien se da a sí mismo a nosotros, para transformarnos y "salvar al pueblo de sus pecados" (como dice el ángel a San José). Todo lo que hagamos por Él es una respuesta a su amor, porque Él nos amó primero, señala Ian Paul.