Cinco sacerdotes, una religiosa y dos laicos fueron secuestrados el viernes por la tarde por hombres armados en la iglesia de Santa María en Nchang, en la diócesis de Mamfé (Camerún). Los asaltantes quemaron posteriormente el templo.

La noticia la han comunicado los obispos de la provincia eclesiástica de Bamenda, en el oeste del país, cerca de la frontera con Nigeria. Afirman su "gran conmoción y horror absoluto" ante lo sucedido, que consideran que "no tiene precedentes" incluso en el clima de violencia contra la Iglesia que denuncian. Hasta el momento se desconocen los motivos para este "odioso acto contra la Casa de Dios y los Mensajeros de Dios". 

Un vídeo del incendio de la iglesia de Santa María en Chang, difundido en las últimas horas.

Los prelados enmarcan el suceso en el conflicto que desde 2016 mantienen las dos regiones anglófonas contra el gobierno del presidente Paul Biya, en el poder desde 1982. A lo que se añade la presencia en territorio camerunés del grupo terrorista islamista Boko Haram.

En estos últimos seis años, "los hombres y mujeres de Dios han sido objeto de secuestradores, torturadores y hombres armados sin escrúpulos", dicen los obispos, denunciando "una ola de persecución contra la jerarquía de la Iglesia y todo tipo de mensajes amenazantes a misioneros que han entregado sus vidas a trabajar por el pueblo". Son objeto de ataques tanto centros católicos como baptistas y presbiterianos, en ocasiones por personas que se han visto beneficiadas de su acción: "Este acto ha traspasado la línea roja y debemos decir 'basta'".

Castigo bíblico

Piden la conversión de quienes han quemado la iglesia de Santa María, y recuerdan a los criminales el discurso de Gamaliel ante el sanedrín (Hech 5, 39), pues "luchan contra Dios y no contra los hombres, y nadie lucha contra Dios y gana".

Lo que están haciendo en 2022, insisten, es lo que hizo el rey Nabucodonosor en el año 587 a.C., cuando quemó y saqueó el templo de Jerusalén y se llevó a los sacerdotes a Babilonia, y recibió su merecido: "Fue alejado de los hombres, comía hierba como los toros y su cuerpo se empapaba del rocío del cielo, hasta que el cabello le creció como las plumas de las águilas y las uñas como las de las aves" (Dan 4, 30).

Los obispos piden la inmediata liberación de los secuestrados, y a todos los cristianos que recen por ellos y por la Iglesia de Camerún y perdonen a los atacantes "como hizo Cristo en la Cruz".