El británico Marco Clarke de 64 años era un empresario de éxito residente en Málaga que tras sufrir un ictus vio como su empresa, sus ingresos y su familia desaparecieron por completo.  Doina y su marido, de Rumanía, vivieron en su coche tres semanas con sus cuatro hijos tras quedarse en paro y sin ingresos. Oleksandr, de 37 años, y Verónica, de 28, vivían en el sur de Ucrania hasta que estalló la guerra con Rusia, de la que huyeron junto a su hija de 6 años y un niño de año y medio. Lo que une las vidas de Marco, Doina y Oleksandr fue que un lugar, el Cottolengo, les abrió sus puertas cuando nadie más lo hacía.

Una fiesta de sonrisas, guiños y aplausos

Beatriz Lafuente informa en la Diócesis de Málaga, que el pasado 11 de junio la Casa del Sagrado Corazón Cottolengo celebró su día en la festividad del Sagrado Corazón, y con ella, “la vuelta de los voluntarios que no han podido entrar desde que empezó la pandemia”.

Oleksandr y Verónica, con sus dos hijos en el Cottolengo, donde fueron acogidos tras huir de la guerra en Ucrania.

Cuando no hay opción, sus puertas siempre están abiertas

Patricio Fuentes, director de la Casa del Sagrado Corazón, explicó que “cada vez que llega a la Casa un voluntario es una fiesta de sonrisas, guiños y aplausos. Y es que, aunque no han perdido el contacto, los voluntarios que llevan muchos años viniendo son una parte fundamental del Cottolengo de Málaga. Cocinan, cosen, planchan, acompañan al médico, a pasear y dan todo su cariño como lo harían unos padres con sus hijos”.

El Cottolengo, explica Fuentes, “es donde entran los últimos, los que no pueden ir a ningún otro sitio”. Últimamente, añade, están llegando bastantes personas con dependencia y discapacidad debido a las largas listas de espera que son de varios años en casos urgentes. “Cuando no hay opciones y les han cerrado todas las puertas, las de la Casa del Sagrado Corazón siempre están abiertas”.

Que las personas puedan sonreír todo lo que necesiten

Su director remarca la importancia de su labor y su necesidad de ayuda. “Vemos cómo las personas vuelven a sonreír al sentirse queridas y que son importantes para alguien. Por ello, el Cottolengo de Málaga es absolutamente necesario y necesita la ayuda de todos más que nunca, ya que, al vivir exclusivamente de la providencia, la pandemia ha tenido un impacto económico muy importante”.

Actualmente, la Casa del Sagrado Corazón acoge a 42 personas, muchos de ellos mayores de 65 años, aunque la más joven tiene 13. El Cottolengo, detalla la subdirectora Susana Lozano, “pretende ser un hogar de paso. Desde principios de año han salido de la casa 14 personas. hasta que no salen unos no pueden entran otros en esta Casa del tiempo y la acogida, como nos gusta considerarla, ya que aquí se permite a las personas que se tomen el tiempo que necesitan para recuperarse, para rehacer sus vidas o simplemente para comer y sentir que para nosotros y para el Señor son importantes”.

Dona una nube al día

Para continuar con su labor, los administradores del Cottolengo han lanzado una campaña de recogida de fondos y donantes, diseñada de forma gratuita por el estudio La Madre de los Beatles. Lozano cuenta que “la campaña, titulada Dona una nube al día para el Cottolengo de Málaga, juega con este tipo de café tan malagueño, y se centra en que puedes ayudar mucho por menos de lo que cuesta un café al día”.

A través de múltiples modalidades, esta campaña permite ayudar al Cottolengo por menos de lo que cuesta un café al día. 

El Vicario para la acción caritativa y social de la Iglesia de Málaga, Juan Manuel Ortiz Palomo, ha subrayado que ante la festividad del Sagrado Corazón, “se presenta una nueva oportunidad de dar gracias a Dios por este hogar donde el amor de Dios sigue siendo una hermosa y esperanzadora realidad”.

Desde 1965, la Casa del Sagrado Corazón, acoge multitud de enfermos necesitados, descartados y personas con dependencia y discapacidad. Actualmente es administrada por las hermanas franciscanas clarisas de Keralia (India). Esta iniciativa encuentra sus orígenes en el padre Jacint Alegre Pujals (1874-1930), que introdujo en España la experiencia de San José Cottolengo (1786-1842), fundador en Italia en 1828 de la Pequeña Casa de la Divina Providencia.

¿Cómo ayudar?

Hay varias maneras de participar o inscribirse para colaborar con el Cottolengo, llamando al teléfono 633 75 97 50 o 952 31 74 43, rellenando este formulario o descargando el cupón desde la página web y haciéndolo llegar la institución de Málaga. También se puede colaborar a través de de BIZUM con el código 01788.