Evangelio según san Lucas 8,1618


En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz.

Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»


Señor Jesús, si tú eres la luz del mundo, esa luminosidad tuya quieres que la tengamos tus seguidores. Seremos resplandecientes, luminosos en la medida en que estemos identificados contigo. No podemos dejar de iluminar estando contigo. Como tampoco podemos ser luz separados de ti.

Los santos no querían hacerse notar ellos, sino que fueras tú visto y reconocido. Y así su santidad no quedó escondida, fue luz para todos. 
Compadécete, Señor, de nuestra pobreza espiritual y danos los dones de tu Espíritu  a fin de ser portadores de tu luz para la humanidad.