La juez Sylvia Hendon, del Tribunal de Menores del condado de Hamilton (Ohio, Estados Unidos), decidió este viernes quitar la custodia de una niña a sus padres para que le sea aplicado un tratamiento hormonal de "cambio de sexo" al que ellos se niegan.

La custodia ha pasado a los abuelos, que apoyan la petición de la adolescente, de 17 años, que dice ser un chico. Los deseos de la niña estaban apoyados por los psicólogos del hospital infantil de Cincinnati, alegando "riesgo de suicidio", y por los servicios sociales. En concreto, Donald Clancy, del Departamento de Empleo y Servicios Familiares, acusaba a los padres de la chica de "querer ser padres de un hijo que ya no existe".

Por su parte, Karen Brinkman, abogada de los padres, reivindicaba el bien de la menor ante daños irreversibles sobre su cuerpo y sus efectos psicológicos futuros: "La creencia de que la terapia hormonal o la terapia de reasignación de sexo ayuda a los pacientes con disforia de género se basa en la esperanza, y no en la ciencia", afirmó.

En efecto, los expertos destacan los efectos a largo plazo de suprimir artificialmente la evolucion natural del cuerpo en desarrollo de un niño o adolescente. En un reciente artículo sobre los problemas de la supresión de la pubertad en el tratamiento de la disforia de género, los doctores Paul W. Hruz, pediatra y profesor de Endocrinología y Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis; Lawrence S. Mayer, psiquiatra en la Facultad de Medicina del hospital Johns Hopkins y de informática biomédica en la Clínica Mayo; y Paul R. McHugh, jefe durante 26 años del departamento de Psiquiatría del Hospital Johns Hopkins (donde primero empezaron a hacerse operaciones de cambio de sexo y donde primero dejaron de hacerse porque solo aportaban problemas a los pacientes y ninguna mejora en su situación psíquica) alertan de que "la evidencia sobre la seguridad y la eficacia de la supresión de la pubertad es escasa, y se basa más en el juicio subjetivo de los clínicos que en una rigurosa evidencia empírica".

Los padres de la chica fueron acusados de negarse a la mutilación hormonal de su hija por razones religiosas. Ellos son cristianos y han declarado que la manipulación del cuerpo de su hija va contra sus convicciones religiosas, pero fueron ellos mismos quienes acudieron al hospital en noviembre de 2016 por su situación de ansiedad y depresión, que fue considerada síntoma de disforia de género. Y posteriormente acudieron a numerosos especialistas que no solo desaconsejaban el tratamiento hormonal sino que cuestionaban que la niña "estuviese en disposición de tomar decisiones con tan graves consecuencias para su vida".

La juez justifica su sentencia sobre el dogma fundamental de la ideología de género (sacrificar la naturaleza en aras de la asignación) y reprocha a los padres que la menor "tiene un legítimo derecho a proseguir su vida con una identidad de género diferente a la que le fue asignada al nacer".