Día 54 de confinamiento y ya van 4 veces que se prorroga.

En cuanto a mi vida exterior necesito varias cosas, a saber:

 

Nada de esto está en mis manos conseguirlo, sólo puedo influir limitadamente siendo responsable en lo que me toca para evitar propagar la epidemia en mi reducido entorno y en lo del cambio de gobierno cuando toquen elecciones allá por 2023.  Para lo demás necesito, a mi modo de ver, un milagro.

En lo que se refiere a mi mundo interior a veces siento una gran necesidad de echar a correr, de moverme deprisa, de coger la puerta y salir a la calle sin dar explicaciones, como hacía “antes de”, cuando todos en casa se habían ido por la mañana y yo era dueña y señora de mi horario. Es decir, que a veces siento ansiedad, como todo el mundo.

Pero también he tenido ocasiones de parar, de hacer silencio, de ponerme en la presencia de Dios y leer un pasaje del Evangelio y visualizarlo. Ver con los ojos de dentro, escuchar, hablar. Detenerme en qué siento estando allí, viendo lo que veo, oliendo los olores del campo, del lago, de la ciudad. Pararme en qué me dice Jesús a mí, en qué me quiere regalar.

Así, si te pones, puede que te lleguen ideas que son sugerencias del Señor para que cambies de actitud y mejores como persona y como cristiano, por ejemplo:

 

Aunque en mi opinión no es lo mismo un milagro presencial que uno a distancia. En los milagros que nos cuentan los evangelios ya es difícil para el que pide porque debe confiar en que Jesús puede hacerlo y lo hará, pero le está viendo, habla con Él, le oye decir las palabras, tocar con sus manos. Ahora es más difícil porque no le vemos ni le oímos y nos da la sensación de que Jesús está muy lejos, de que no nos oye, de que estamos solos y nada va a cambiar.

Mira, yo tengo clarísimo que Jesús puede hacer todos los milagros, en el cuerpo de las personas, en el alma, en la naturaleza, transformando una cosa en otra, multiplicándola, etc, etc, etc. También sé que nos pide creer por adelantado, si no hay fe no hay milagro. Y también sé que casi siempre nos hace esperar antes de darnos lo que pedimos, lo que pone a prueba nuestra fe y nuestra paciencia. No sé por qué lo hace así pero es lo que hay y yo confío en Él aunque  muchas veces no le entiendo.

Pero ¿sabes? Me ha quitado un enorme peso de encima darme cuenta de que si le doy todo lo que tengo, mis 5 panes y mis 2 peces, Él se encarga. DE TODO. Sólo tengo que confiar.