CARAVINAGRE

Siempre me he inclinado a pensar bien de todo el mundo;
 evita muchos problemas.
-Rudyard Kipling-

           —¿Cómo te las ingenias, Luisma, para estar siempre rodeado de amigos?
          —Imito a mi perro, Antonio.
          —¿Cómo?
          —Cuando voy llegando a casa, ya está Apolo esperándome y sale lanzado a saludarme con brincos y ladridos de alegría. Se alegra tanto de verme que yo me contagio de su alegría. Eso hago yo con las personas.

          Yo te aseguro, Antonio, que se pueden ganar más amigos en dos meses interesándose por los demás, que los que se ganarían en dos años tratando de que los demás se interesen por uno.

           Cuando Luisma me contaba su experiencia me acordé de una frase famosa, atribuida a san Francisco de Sales: «Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre».

           Si queremos obtener amigos, dediquémonos a hacer cosas por los demás, cosas que requieran tiempo, energía, altruismo. Se cuenta que cuando el duque de Windsor era príncipe de Gales, tuvo que hacer una gira por América del Sur. Lo primero que hizo fue estudiar el español para poder hablar el idioma de los países que iba a visitar. Este detalle hizo que los sudamericanos le cogieran una sincera estima. Su viaje fue un éxito diplomático.

           Un detalle práctico y practicable. Cuando miramos la fotografía de un grupo de personas entre las que estamos nosotros, ¿ qué es lo primero que hacemos? Buscarnos. La aplicación es inmediata: ¿Por qué va a interesarse el prójimo por nosotros si nosotros no nos interesamos por el prójimo?

           Los hechos demuestran cada día que quien no se interesa por sus semejantes, es quien tiene las mayores dificultades en la vida y causa las mayores heridas a los demás. Esos individuos son una fuente de fracasos humanos y suelen vivir con una caravinagre que agria todo su entorno.

           Es muy poco lo que se necesita para hacer amistad y llevar una vida agradable: una gota de miel. En el fondo, basta tener un corazón atento, enamorado, dispuesto a dar la mano, a tender puentes, a levantar heridos, a animar a débiles. Un corazón que no se cansa porque quiere ayudar a vivir mejor, a ser bueno; a dejar de ser alguien que parece malo para convertirse en alguien que sea, realmente, un amigo, un hijo, un padre o un esposo más trabajador, más sencillo, más alegre, más enamorado.

           Cualquier cosa menos poner caravinagre.