TESTIMONIO

(De un sacerdote franciscano, amigo y vecino, del Monasterio de San Juan de los Reyes, en Toledo)

Me llamo MARCOS RINCÓN CRUZ. Nací en Almagro (Ciudad Real) el 7 de abril de 1938, de familia humilde. Mi padre era campesino. Siendo pequeño, empecé a decir que quería ser fraile; debía ser muy pequeño, pues no lo recuerdo, lo sé porque me lo dijo mi madre cuando le pregunté cómo surgió mi vocación y que mi padre me decía que, si venia otra guerra me iban a matar, a lo que yo respondía: pues que me maten, yo quiero ser fraile. ¿Por qué franciscano? Mi hermana mayor se hizo terciara franciscana y me contaba lo que les enseñaban en el periodo de formación. Así empecé a conocer a San Francisco de Asís.


Ingresé en el seminario menor franciscano de Pastrana (Guadalajara), donde estudié cinco años de humanidades. En septiembre de 1953 empecé el noviciado con la toma de hábito en Arenas de San Pedro (Ávila). Mi primera profesión (profesión simple y temporal) la hice el 15 de septiembre de 1954. Pasé al convento de Consuegra (Toledo) en donde estudié el sexto de humanidades y dos años de filosofía. En 1957 inicié los estudios de teología en el convento de San Juan de los Reyes, en Toledo. Segundo, tercero y cuarto de teología los cursé con otros compañeros en el Colegio de San Antonio, ahora Universidad Antoniana, que la orden franciscana tiene en Roma, residiendo en el convento de Santi Quaranta, en El Trastevere. En dicho convento hice la profesión solemne o perpetua, el 1 de octubre de 1959, al tener ya cumplidos los 21 años. Recibí en Roma todas las órdenes sagradas. Fui ordenado sacerdote en Roma el 2 de julio de 1961.
Ese mismo año, sin estudiar ninguna especialidad, la obediencia me destinó al convento de Consuegra para sustituir a uno de los profesores de filosofía de los jóvenes ya profesos, el cual tuvo que dejar la enseñanza por enfermedad. Estuve dos años, en los que me asignaron atender a la Adoración Nocturna y a la cofradía de Jesús de Medinaceli.


De 1963 a 1966, previo examen de las materias de los cursos comunes, cursé la Pedagogía en la Universidad Pontificia de Salamanca, al final de la cual obtuve la Licenciatura en Pedagogía. Ese mismo año, dado que el título tenía validez civil, empecé a ejercer de profesor y director del Colegio Libre Adoptado de bachillerato que la orden franciscana tenía en La Puebla de Montalbán (Toledo). Estuve hasta 1987, aunque no todos los años, pues en 1977-78 hice un curso de reciclaje en teología en la Universidad Pontificia de Salamanca y de 1979 a 1982 cursé en la universidad Gregoriana de Roma los cursos de Historia de la Iglesia, en la que obtuve la Licenciatura en 1982.

Volví entonces al colegio de La Puebla de Montalbán, que ya era de Enseñanza General Básica (EGB), pero sentía que el Señor me decía que no me había hecho sacerdote para estar toda la vida en la docencia sin ejercer más el sacerdocio. Lo expuse al Superior Provincial y, cuando encontraron un sustituto, al final del curso 1986-1987, me permitieron dejar el colegio y pasar un año sabático de experiencia contemplativa en el convento de Santa Ana, en Jumilla (Murcia). Quería dedicarme a la vida contemplativa, pero incluyendo la predicación de retiros y ejercicios espirituales.


Aunque estuve todo el curso en Jumilla, antes de acabarlo me nombraron auxiliar del Vicepostulador de la Causa de Beatificación de los franciscanos de Castilla martirizados durante la guerra civil de 1936-1939.


Por este motivo, en el Capítulo Provincial del año 1988, me trasladaron al convento de Segovia, donde residía el Vicepostulador, para que escribiese la Positio super martyrio. El trabajo fue intenso y le dediqué más de tres años. Cuando terminé la Positio, di los primeros ejercicios espirituales.
Durante el trienio que estuve en Segovia di retiros a las clarisas del convento del Corpus Christi de dicha ciudad.
Desde antes de estar en Jumilla, fui preparando con otros religiosos la creación de una fraternidad contemplativa en el antiguo convento franciscano de La Cabrera (Madrid). Se creó en 1991 y estuve en él los años 1991-1994, en los cuales terminé la Positio super martyrio de los franciscanos antedichos.

Pasé el trienio 1994-97 en la casa de noviciado de Arenas de San Pedro y empecé a trabajar por orden de los superiores en un libro sobre la vida y martirio de los 73 mártires franciscanos de Castilla, que después resumí en una nueva redacción, publicada por EDIBESA. El primero, editado por la orden franciscana, tenía este título: TESTIGOS DE NUESTRA FE. Mártires Franciscanos de Castilla (1936-1939). El segundo se tituló MÁRTIRES FRANCISCANOS DE CASTILLA (1936-1938). TESTIGOS DE CRISTO PARA EL SIGLO XXI. En ambos he querido resaltar el testimonio de su vida y su martirio. En ambos he incluido un estudio documentado sobre la persecución religiosa en España de 1931 a 1939. Volví a La Cabrera y estuve de 1997 a 2003.


Desde los diversos destinos, ya desde el año 1969, he ido a ayudar en las celebraciones litúrgicas y en las confesiones de la Semana Santa a sacerdotes que tenían varios pueblos o a celebrar el Triduo Sacro en varios conventos de religiosas franciscanas de clausura. He seguido dando ejercicios espirituales a religiosos y religiosas, cuando se me ha pedido, que por desgracia han sido menos de los que yo quería. Destaco también el trienio destinado en el convento de Guadalupe (Cáceres), en el que ejercí diariamente el ministerio del sacramento de la reconciliación.


Fallecido el Vicepostulador en 1997, fui nombrado Vicepostulador de la Causa Martirial. También por orden de los superiores, empecé en 2002 a preparar el proceso de beatificación de los 52 mártires que no habían sido incluidos en el proceso antedicho. Este nuevo proceso se abrió el 9 de diciembre de 2003 en Toledo y se cerró el 9 de octubre de 2017. Las Actas de dicho proceso se entregaron en la Congregación de las Causas de los Santos en enero de 2018. A la espera del decreto de la aprobación del proceso y del nombramiento del Relator, voy preparado en estos últimos años todo lo requerido para la Positio super martyrio, entre ello la redacción de la parte de la Positio llamada Informatio, donde se narra la vida y martirio de los Siervos de Dios, se demuestra que su martirio fue debido exclusivamente al odio de los perseguidores a la fe y que son tenidos por mártires e invocados aún hoy día.


Gran parte de mi tiempo libre lo dedico a la lectura de libros de tema religioso. También este último año voy cada dos meses a Segovia para confesar y dar una charla de tema religioso a las clarisas del Corpus Christi de Segovia.


Mis vivencias han sido plasmadas en los varios libros de poesía que he publicado, todos de trasfondo religioso, pero cuatro de ellos estrictamente religiosos: Hizo luz nuestra carne (poemas del misterio de la Navidad), Tú en la luz y en la noche (salmos bíblicos personalizados), La noche de la paloma (siguiendo las tres partes de la noche oscura de San Juan de la Cruz) y La paciencia de la lámpara (con tres partes: Desde el desierto y la noche, Presencia y loa del Amado, y ¡Oh dichosa ventrura!). He publicado algunos breves artículos de contenido religioso o humano en una revista religiosa popular, y el libro TU PALABRA ME DA VIDA. Homilías de los domingos, solemnidades y fiestas.


Sobre los mártires franciscanos de Castilla he publicado, además de los dos libros indicados, los números de un boletín sobre los 22 ya beatificados, la Positio super martirio y un folleto con la vida y martirio de los mismos, un artículo sobre Los escritos de San Pedro de Alcántara y La ofrenda de la tarde. Vivir la consagración en la etapa avanzada de la vida, que lo he tomado también como tema de varios cursillos y ejercicios espirituales.

Puedo decir que gran parte de mi vida he llevado una vida religiosa tal como se vive comúnmente. Y que desde esa inquietud religiosa y sacerdotal que surge en mí hacia el año 1982 y que se fortalece desde que dejé la enseñanza y viví un año “sabático y contemplativo” en Jumilla, he tratado de vivir más hondamente la fe y mi consagración religiosa y sacerdotal haciendo que mi actividad sea un testimonio más limpio y completo de Dios, en mi vida, en mis celebraciones sacerdotales y homilías y en el sacramento de la reconciliación.