UNA AVENTURA INCREÍBLE
 
   Los milicianos no salían de su asombro. Habían matado a tres y no había más que dos. Indagan por los alrededores y nada.
   El P. Galipienzo se había adelantado unos segundos a las balas y se había tirado a tierra. Con el menor ruido posible y conteniendo la respiración se aleja entre la maleza. Se interna en un maizal y salta una pequeña acequia; escala un ribazo y a unos 50 metros de los asesinos se siente seguro. Los milicianos apagan los focos para percibir algún ruido que los oriente. Se marchan sin resultados murmurando: