Finalmente, después de haber perdido la cuenta de la cantidad de veces que he escuchado el argumento de “las riquezas de la Iglesia”, he decidido dedicarle todo un artículo, de manera que quede de una vez por todas sepultado el mito.

Ruego encarecidamente a todo católico y hombre de buena voluntad, que comparta y difunda esta información, de manera que el día de hoy exista menos ignorancia que ayer. En lo personal, muchas veces me cuestiono si las personas que nos abordan con este argumento, lo hacen por ignorancia – en cuyo caso se les quita leyendo – o por perjuicio contra la Iglesia, en cuyo caso no le servirá ni este artículo ni ningún otro.

Sobre estos últimos, siempre me recuerda al pasaje evangélico de la unción en Betania, cuando María unge los pies de Jesús con un perfume carísimo, y Judas escandalizado empieza a murmurar, que por qué no han vendido ese perfume para repartir a los pobres, a lo que Juan responde – y queda muy claro en esta parte, que a Juan no le simpatizaba mucho Judas – que él “no decía esto porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella”[1].
 
Verdaderamente con este tema, muy pocas veces sé con exactitud qué es lo que se critica, pues me ha tocado escuchar las “acusaciones” más inexactas, difusas, nada claras y vagas de este mundo.

Porque nunca es claro a qué riquezas se refiere, qué es lo malo de esas riquezas hipotéticas y quiénes son los culpables (porque los pobres también son parte de la Iglesia), y exactamente cuál es la culpa, qué es lo que se espera que la Iglesia debería hacer, etc.

Esta semana una persona en mi cuenta de Ask me cuestionaba sobre “los palacios y las joyas” de la Iglesia, a lo que sinceramente no sabía cómo responder, porque no entendía en qué momento habíamos pasado de la Iglesia a Dubai.
 
A simple vista lo primero que puedo intuir es que tratan de apuntar hacia una especie de “insensibilidad” de parte de la Iglesia con respecto a la pobreza: “¿cómo es posible que la Iglesia tenga tantas riquezas cuando hay tantos pobres en el mundo?”.

Esta acusación sería como una especie de descrédito para la Iglesia, ya que después de todo, una institución que vive semejante hipocresía (dice que ama a los pobres, mientras está llena de riquezas que no pone al servicio de los mismos) no sería digna de ser tomada en cuenta, ni creída ni aceptada.

Seamos serios, que alguien aporte datos. Si se da por supuesto que en el Vaticano hay grandes tesoros que se diga ¿qué tipo de tesoros? ¿Joyas, cuentas bancarias? ¿Dónde están? ¿De cuánto estamos hablando?

Pero ante esto, yo me pregunto si es que la gente piensa en verdad que la Iglesia es una institución millonaria, de repente algún obispo que haya salido en la revista Fortune encabezando a los propietarios de grandes fortunas, como es el caso de Edir Macedo, líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios (Pare de Sufrir) y de su imperio multimillonario.

¿Acaso la Iglesia Católica es una organización con fines de lucro? ¿Cotiza en bolsa? ¿Da dividendos? Si a esta gente le preocupan los pobres y andan buscando de dónde sacar riquezas monetarias para repartir, sugiero que hagan dos cosas:

a)  empiecen por sus propios bolsillos
b) vayan investigando las finanzas de las denominaciones protestantes.
 
La acusación de por sí sugiere premisas falsas y hasta fantasiosas: vida lujosa del Papa, sacerdotes nadando en dinero, cuartos subterráneos debajo de las catedrales con lingotes de oro… no me hagan seguir por favor que no me da la imaginación para más.
 
Pero nuevamente la pregunta, ¿a qué riquezas se refieren?

No tienen que ir al Vaticano para investigarlo, basta que vayan a su parroquia más cercana o a la Catedral y díganme por favor, señálenme con el dedo índice, ¿de qué riquezas estamos hablando?

¡Ah! Tal vez se refieran con “riquezas” – como las llaman – al tesoro cultural, espiritual e histórico de iglesias, imágenes, cuadros, frescos, cálices, ornamentos litúrgicos…

Estas “riquezas” no tienen ningún valor comercial ni financiero. Están destinados al culto divino, como medio de devoción para los fieles o expuestos en museos públicos como patrimonio cultural.

… ¿Y LA POBREZA?
Bueno, desde el punto de vista financiero… y si rematamos todo ¿qué sucede? Antes de entrar al tema de fondo, quisiera abordar lo inútil que sería una supuesta venta del Vaticano.
 
Digamos que tomamos en serio la acusación a veces hasta anónima de las “riquezas del Vaticano” en beneficio de los pobres y de los millonarios que participarían en dicho remate.

Bueno, hagamos números ¿Cuánto representa en dinero todo el contenido del Vaticano? No tengo ni idea… pero digamos que ¿unos cien millones de dólares? ¿mil? ¿diez mil?... ¿qué es eso para el problema del hambre, la pobreza y el subdesarrollo? Si se vendiera todo, ¿a cuántos ayudaría durante un día? ¿Son conscientes de que en un día se iría todo el dinero?
 
Quienes dan este tipo de razonamiento pobre, lo único que buscan es desprestigiar a la Iglesia con argumentos sentimentales y vacíos de valor racional.

En realidad, plantear el “problema” de las riquezas del Vaticano o de la Iglesia es sencillamente prehistórico,  ya que hoy en día la riqueza no se mide por propiedades, terrenos o piezas de museo, sino por marcas (¿cuánto valen los logos de McDonald, Claro, Coca Cola), acciones en la Bolsa, etc. Y de este género de riqueza – lo que se entiende por riqueza hoy – la Iglesia no tiene absolutamente nada. ¡Es más! Ni siquiera tiene la Biblia patentada.
 
Cualquier Estado del mundo con un pequeño porcentaje de su presupuesto anual podría posiblemente aportar mucho más que la venta total de todo el Vaticano, territorio incluido. Además, el problema de la pobreza no se soluciona con una donación, pues es un problema de desarrollo y requiere de un flujo permanente de recursos.
 
Sería importante hacerles comprender a los que se rasgan las vestiduras por las “riquezas del Vaticano”, que esto es en realidad patrimonio de los pobres, que sienten las iglesias como suyas y porque en efecto lo son.
 
Cuando san Juan Pablo II hizo su primer viaje a Brasil quiso visitar las favelas, en esto quiso entrar en la casa de una familia muy pobre. Esta situación le conmovió tanto, que les dejó de regalo su anillo papal. ¿Ustedes piensan que fueron tan tontos como para vender el anillo para repartirse el efectivo? Es su tesoro y lo conservan en la capillita de la favela. Los pobres son pobres, pero no tontos.

¿Y qué pobre ecuatoriano no se siente orgulloso del Santuario Nacional del Quinche – visitado este año por el Papa Francisco –, de la iglesia de La Compañía o de la Catedral de Guayaquil? ¿Acaso preferirían venderla para convertirlo en edificio público del gobierno, y así repartirse entre todos los pobres del Ecuador el dinero, de manera que le alcance a cada uno para un “choripán”?
 
Jamás en mi vida he escuchado a un pobre quejarse de las “riquezas” de su parroquia o capilla. Lo que sí es cierto, es que son los que más se sacrifican para sostenerla y embellecerla, de manera que muestran sus tesoros  con orgullo. ¡Pero no!, siempre hay dos o tres acomodados que están más preocupados de tildar a la Iglesia de “pomposa y millonaria”, que de meterse la mano en el bolsillo para arrojar en la ofrenda de la Iglesia – que es para los pobres – por lo menos más de 25 centavos. ¡Hipócritas!

Sinceramente al final, no termino de comprender cuál es el problema de que la Iglesia tenga bienes, cuando son verdaderamente necesarios para proclamar el Reino de Dios y cumplir su misión en la tierra.

Dado que la Iglesia es una institución divina pero también humana, se habrán dado cuenta que quienes atienden en las parroquias no son ángeles, sino personas a las que se les debe pagar un sueldo, de manera que quienes visitan la iglesia sólo por tres ocasiones (matrimonio, bautizo de sus hijos y muerte de un familiar) tengan por lo menos con quién quejarse de que la Iglesia “pide dinero siempre”.

Además, el curita que celebra la misa y distribuye los Sacramentos de salvación, tampoco es un ser angélico, de manera que también necesita comer, vestirse y si es posible un auto para movilizarse más rápido cuando se trata de llevar la comunión a un enfermo o una extremaunción a un moribundo, y dado que no somos protestantes y no cobramos el diezmo, lo menos que podemos hacer es ser un poco más generosos en la ofrenda que damos en misa, y si no la damos, por lo menos no tener el descaro de quejarnos cuando algo “no nos gusta”.
 
Si hay algún misionero o alguna religiosa leyéndome, pido públicamente disculpas por hacer una pregunta tan descarada muy a pesar de que sé que han desgastado sus vidas por la causa de los pobres y más necesitados.
 
Por amor a Dios, a aquellos que tienen las “riquezas del Vaticano” en la punta de la lengua, les desafío a presentarme una institución que haya aportado tanto bien al mundo – y especialmente a los pobres – como la Iglesia Católica.

Parece que esta gente no se ha informado de quién inventó los hospitales y las universidades. Quién promovió la educación a través de los siglos. Quién luchó contra la esclavitud. Quién tuvo gran participación en la caída del Comunismo. Quién atiende a los leprosos, inmigrantes, necesitados y marginados de la sociedad. ¡La Iglesia Católica!
Verdaderamente no existe acusación más ridícula que la de las “riquezas del Vaticano”. Tal como lo dije en la introducción de este artículo: si los que cuestionan con aire de inquisidores lo hacen por ignorancia, tenemos la obligación cristiana y moral de explicar cuál es la realidad de las cosas, pero si es una persona guiada por sus perjuicios contra la Iglesia, cerrada a los argumentos racionales y que salta de un argumento a otro para no tener que explicar ninguno, no vale la pena perder nuestro tiempo.
 
Finalmente, aquí les dejo un anexo de las distintas organizaciones caritativas de la Iglesia alrededor del mundo (algunas, no todas)[2]:
 
Instituciones asistenciales de la Iglesia Católica
Continentes
HOSPITALES
DISPENSARIOS
LEPROSARIOS
HOGARES DE ANCIANOS
ORFANATOS Y GUARDERIAS
CENTROS DE ORIENTACION FAMILIAR
EDUCACION ESPECIAL
OTROS
TOTALES
Africa
855
4.300
257
470
1.780
1.200
920
5.200
14.982
América del N.
Central
Del Sur
Total América
740
320
1.050
2.110
220
1.780
3.700
5.700
2
10
38
50
1.250
460
1.700
3.410
1.430
649
5.600
7.670
1.790
1.090
1.760
4.640
840
1.000
2.320
4.160
1.490
3.050
13.600
18.140
45.880
Asia
1.240
3.420
354
1.070
4.910
1.240
2.675
6.000
20.909
Europa
1.535
3.100
35
7.250
5.000
4.150
3.710
14.800
39.580
Oceanía
160
180
4
400
140
270
135
360
1.649
Totales mundiales
5.900
16.700
700
12.600
19.500
11.500
11.600
44.500
123.000
 
 

[1] Jn 12, 3-6
[2] Esta tabla procede del libro La Iglesia Católica, de Pedro Brunori, ed. Rialp